Miradas sobre el suicidio

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Uno de los libros recomendados de este mes es Miradas sobre el suicidio Hugo Francisco Bauzá publicado por Fondo de Cultura Económica.

El problema de la temporalidad, dice el autor de este libro, es, tal vez, el que más preocupa a los seres humanos. Y es posible que no se equivoque. Nacemos y morimos en el tiempo, esa fuerza invisible e indefinible que nos abisma, ese fenómeno que cuando nadie nos pregunta sabemos qué es, pero que cuando nos interrogan sobre él no sabemos definir. Tenemos conciencia de ello de vivir y morir en el tiempo, lo que ignoramos es en qué momento de él se termina el trayecto vital, aunque sabemos que su advenimiento es inevitable y que en algún instante llega. ¿Qué pasa, sin embargo, con el suicidio ese fenómeno que ha suscitado tanto interés y al que se le han dedicado tantos estudios, precisamente a través del tiempo, desde los análisis e investigaciones de la sociología hasta la interpretación del psicoanálisis, pasando por distintas obras literarias que lo tiene como tema central o la explicación biológica? Albert Camus decía que era el problema filosófico más importante para el hombre, pero lo condenaba. Muchos grandes artistas han emprendido en cierta etapa de su vida, en cambio, se acercaron a esa decisión fatal y optaron por quitarse la vida. ¿Por qué una persona interrumpe voluntariamente su existencia? ¿Turbación pasajera? ¿Angustia insoportable? ¿Valentía para decidir voluntariamente el fin de sus días o cobardía por no poder enfrente los problemas que llevaron a esa decisión? 
     
Las preguntas son múltiples y las respuestas también, del mismo modo que el misterio que a menudo acompaña los motivos que conducen a esa determinación. En un trabajo pleno de erudición y sensibilidad, pero que admite la imposibilidad de acceder a todas las causas o razones que provocan un suicidio, Hugo Francisco Bauzá hace un extenso recorrido por el imaginario bibliográfico que testimonia en distintos etapas de la humanidad la irrupción de la muerta autoinfligida. Comienza con la mitología griega, que nos prodiga numerosos casos de suicidio (las Sirenas en el relato de Homero, Yocasta, Ino, Heracles, Áyax, Antígona, Hemon, Narciso, etc.), y sigue con el debate entre estoicos y epicúreos, el suicidio lógico de Fiódor Dostoievski o los casos más contemporáneos de poetas como Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, el escritor Antonio Di Benedetto, la escritora Virginia Woolf o el filósofo Walter Benjamín.
      
En un prólogo muy personal e ilustrativo, el autor explica los diversos ejemplos en su vida que ya, desde chico, lo llevaron a reflexionar sobre este fenómeno y a volcarse a leer, ya de mayor, la amplia y variada literatura que existe sobre el tema. El libro está dedicado como homenaje a Alan Turing, el criptógrafo del Centro Bletchley Park, quien descifró los códigos secretos de los nazis e ideó, a nivel teórico, la computadora antes que pudiera ser construida materialmente. Este célebre matemático, para evitar las derivaciones de un proceso  tan injusto como aberrante debido a su homosexualidad, entonces penadas por las leyes británicas, se suicidó en Londres, comiendo una manzana  envenenada con cianuro  el 7 de junio de 1954.