Musas Vol. 2

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El último disco de Natalia Lafourcade

Tras el éxito de su anterior homenaje a la canción popular latinoamericana, la mexicana Natalia Lafourcade vuelve a encarar un repertorio que versiona clásicos de la región o bien la inspiran para nuevas composiciones. Con la compañía llena de creatividad del dúo de guitarras del mexicano Miguel Peña y el argentino Juan Carlos Allende, Los Macorinos, en su sexto álbum solista bucea nuevamente en los ritmos y melodías típicos de Latinoamérica, en las historias de amor de sus pobladores, en los paisajes que la embellecen. Y al tiempo que muestra su destreza a la hora de componer en sintonía con los autores clásicos de estos géneros, les rinde tributo al interpretar aquellas canciones, sin artilugios y con recursos tradicionales. Gracias a la tecnología y a la calidad de los intérpretes, el sonido de ninguna manera remite al pasado. De ese modo, además, logra sumarse a las candidatas al Grammy Latino, siempre un objetivo para los artistas de la región.

Del vastísimo repertorio de donde escoger canciones, Lafourcade eligió por ejemplo Duerme negrito, en la que recupera el sentido original, que es el de una canción de cuna, muchas veces olvidada a la hora de interpretarla, en la que una niñera ocasional le cuenta al niño que su madre está trabajando duramente en el campo. La versión es algo más acentuada en lo rítmico, a diferencia de la de Mercedes Sosa, quizá la más conocida, y está cantada con esa entonación infantil que se suele usar al dirigirse a los bebés e incluso con toques de swing. Otro tema seleccionado es el bolero Luz de luna, del mexicano Álvaro Carrillo, con un mayor apego al original, esto es cierto dramatismo en el canto que Natalia Lafourcade encara con gracia y en la que se destaca la participación de Los Macorinos. Lo mismo sucede con otro bolero, Alma mía, una de las composiciones más perfectas de la gran María Grever, que tiene en su versión la delicadeza y hondura que requiere.

Eclipse, del creador de la bossa nova, João Gilberto, mantiene el aire de romanticismo que campea en casi todo el disco. La canción del brasileño, acá en su versión en castellano, es un clásico insoslayable del género y esta versión le hace honor. También la de La Llorona, inmortalizada por la incomparable Chavela Vargas (a quien Los Macorinos acompañaron hasta el final de su carrera), que siempre será la mejor, si no la única. También popularizada por la Vargas, Desdeñosa, del mexicano Benigno Lara Foster, aquí tiene el plus de la participación de la cubana Omara Portuondo y la mexicana Eugenia León, con las que Lafourcade redondea un trío de voces más que atractivo.

Un derecho de nacimiento, en cambio, es una canción netamente política de hace pocos años, que un colectivo de músicos encabezado por Lafourcade, Carla Morrison, Torreblanca y Vicente Gayo, entre otros artistas, creó para acompañar al movimiento estudiantil mexicano #YoSoy132. También se desmarca del tono general del disco Te sigo, del peruano Augusto Polo Campos que, si bien romántica, es un valsecito de ritmo veloz que recuerda otros temas más conocidos del género, como alguno de Chabuca Granda. Del mismo modo que Tus ojitos, de Alfonso de Silva Santiesteban, compositor peruano de principios del siglo XX. Natalia Lafourcade aporta composiciones de su propia cosecha, como Danza de Gardenias, Hoy mi día uno, Humanidad, que mantienen el espíritu de Musas Vol.2, como de alguna manera lo hace Gavota, instrumental a cargo de Los Macorinos.

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