Canopy: estamos en el aire

Turismo

Consiste en deslizarse sobre un cable de acero mediante una polea. Cómo y dónde practicar estos paseos en altura.

Mezcla de deporte de riesgo y turismo de aventura, también tiene algo de ecológico, ya que su práctica busca ser totalmente sustentable, sin alterar el hábitat en que se desarrolla. Técnicamente, el canopy es una sucesión de viajes a través de una polea que recorre una línea de cable de acero que puede tener desde unos pocos metros hasta un par de kilómetros, e incluso un poco más. Cuando el recorrido es solo de un punto a otro se denomina tirolesa, por lo que el canopy es una sucesión de tirolesas, aunque también puede combinarse con escalamiento, cruces de puentes colgantes u otras prácticas similares, siempre en altura.

Una serie de medidas de seguridad, que consisten no solo en el correcto mantenimiento y control de las líneas sino también en el uso de arneses, eslabones, poleas, casco, guantes y mosquetones, que también son chequeados para evitar accidentes, son el marco en que se desarrolla esta actividad, de gran arraigo entre jóvenes de todo el mundo, y que en la Argentina tiene una oferta creciente de escenarios donde practicarla. También se controlan las construcciones de madera (plataformas) que funcionan como paradas intermedias en los recorridos más extensos, vinculadas entre sí por cables de acero de alta resistencia al peso y a la fricción. Por otra parte, en las travesías más largas o a mayor altura, hay una suerte de vuelo de bautismo en compañía de un instructor. Según los destinos, los recorridos pueden hacerse sobre las copas de los árboles o laderas de montañas, o cruzando por el aire quebradas, cañones, valles o cursos de agua. Se recomienda llevar ropa cómoda, zapatillas o calzado de trekking, protector solar y repelente contra insectos.

 

Dónde practicarlo

Por su diversa geografía, en la Argentina hay varios lugares en los que practicar canopy. Uno de ellos es en la ladera del cerro Chapelco, en las afueras de San Martín de los Andes. Allí el recorrido se hace entre las copas de un bosque de lengas, partiendo de un mirador con una gran vista panorámica y un bar. Son siete tramos de distinta extensión y grado de dificultad. Lo pueden practicar chicos desde 6 años, en tándem con un instructor, hasta adultos de 65 años. Está catalogado como de dificultad baja, demanda unas 3 horas y media y suele haber tres salidas diarias: a las 10.30, 15.30 y 17.30.

Muy cerca, ya en San Martín de los Andes, se encuentra Aero Aventure. Ofrece 4 líneas de recorridos autoguiados de distinto nivel de exigencia. Al tratarse de un circuito urbano, está realizado sobre estructuras móviles realizadas de troncos o tablas de madera y estribos metálicos, colocado todo a unos cinco metros del suelo. El conjunto está sostenido por tensores y líneas de cables de acero y tanto el equipamiento individual como los accesorios siguen las mismas normas de seguridad que las de los recorridos a gran altura.

No demasiado lejos de allí, en Villa La Angostura, también en la provincia de Neuquén, hay dos circuitos de canopy. Uno se encuentra cerca del Correntoso, uno de los Siete Lagos, en el cerro Belvedere. Aquí el recorrido se hace sobre un bosque de coihues donde se instalaron plataformas sin alterar el hábitat de estos árboles autóctonos. Es de dificultad baja y se transita vía aérea en 2 horas. El otro, ubicado a poco más de tres kilómetros del pueblo, es el Centro Recreativo La Piedra, que ofrece una interesante variedad de turismo aventura de montaña (escaladas, rapel, cuatriciclo) y también cuenta con una tirolesa de 50 metros de extensión, ideal para iniciarse en la materia para luego aventurarse al canopy.

Canopy

A unos 2500 kilómetros de La Angostura, en las márgenes del río Juramento, provincia de Salta, en cuyo cañón se practica rafting, se encuentra el circuito de canopy más grande de Sudamérica. Se trata de un recorrido de unos 3 kilómetros de extensión por las alturas del cañón, a una velocidad promedio de 30 kilómetros por hora. Bautizado “Vuelo de Cóndor”, arranca en el cerro Peñas Blancas, desde donde se disfruta una serie de impactantes vistas. Las distancias parciales entre plataformas van de los 100 a los 500 metros, y las alturas varían entre 80 y 150 metros sobre el cauce del río.

La velocidad máxima que se desarrolla es de unos 35 kilómetros por hora. Es un circuito de dificultad media, que demanda entre 2 y 3 horas, según el tamaño del grupo, y pueden practicarlo chicos desde los 14 años.

En el otro extremo norte, en Oberá, provincia de Misiones, se encuentra el Complejo Recreativo Monte Aventura, un parque natural que cuenta con una tirolesa de más de 150 metros de longitud que recorre un tramo de selva misionera. Por su fácil acceso y su baja dificultad, es muy frecuentado por niños, adolescentes y familias que buscan hacer su primera incursión en esta actividad.

También en la provincia de Buenos Aires, en Sierra de la Ventana, se puede practicar canopy. Se hace partiendo de la estancia Las Vertientes en un pequeño bosque al pie de las sierras. Son 6 tramos que suman más de 450 metros de cable de acero, con alturas de tirada que van de los 3 a los 18 metros. Y en el Paseo La Cumbrecita, en Villa General Belgrano, provincia de Córdoba, se encuentra el Parque Temático Peñón del Águila, que entre otras atracciones ofrece un circuito de canopy sobre árboles, en un recorrido de 700 metros de longitud que cruza de montaña a montaña por sobre ríos y cascadas.

 

Fotos: istock