Las Yungas en Tucumán

Turismo

Los cerros que rodean a San Miguel de Tucumán están llenos de villas de ensueño, mucha vegetación y una magia única.

 

En lo que a paisajes se refiere Tucumán se destaca por sus bellísimos cerros. A pocos kilómetros de San Miguel, su capital, el terreno ya se empieza a elevar. Y uno de los circuitos más atractivos es el de Las Yungas, que forma parte de un ecosistema que con ese mismo nombre va desde el norte de Argentina hasta Perú. Su particular atractivo tiene que ver con que se trata de selvas y bosques en medio de la montaña.

El punto de partida de este recorrido es San Miguel de Tucumán, desde donde se debe salir hacia el oeste. A solo 12 kilómetros se encuentra la primera parada obligada: Yerba Buena. Hoy polo comercial y gastronómico de mucha actividad nocturna, se trata de una arbolada localidad con construcciones antiguas que fueron remodeladas por los tucumanos que decidieron alejarse un poco de la ciudad. Allí también se puede visitar la Reserva de Horco Molle y el Parque Percy Hill para tener una primera aproximación a la flora y la fauna de la zona.

Hacia el sur está San Pablo, poblado esencial en la historia moderna de Tucumán porque el ingenio azucarero que allí funcionó fue una de las fábricas más importantes de la provincia. Y retomando hacia el norte pero ya más adentro de los cerros se llega a Villa Nogués, pintoresca villa de chalets rodeados de verde que queda a 24 kilómetros de la capital provincial y a 1350 metros de altura.

Otra parada obligada del circuito Las Yungas son las sierras de San Javier, que tienen la mejor vista panorámica de la ciudad. Con muchas opciones de alojamiento y buena gastronomía, esta villa también se destaca por la impresionante estatua del Cristo Bendicente.

Siguiendo hacia el norte está Racó, villa veraniega que homenajea al gran Atahualpa Yupanqui desde el nombre de sus calles, que reproducen los títulos de sus canciones, y el monumento a este inigualable folclorista. Y es que el músico supo vivir en este paradisíaco lugar.

Se puede hacer un pequeño desvío en este recorrido circular para conocer El Siambón, otra villa llena de verde con el particular Monasterio de Cristo Rey erigido en la cumbre de una alta lomada. Los dulces elaborados por los monjes benedictinos maridan de maravilla con los bosques de pinos y eucaliptos de la zona.

Ya emprendiendo el regreso a San Miguel de Tucumán nos topamos con el Dique El Cadillal, un embalse que terminó de construirse en 1965 y que tiene 11 kilómetros de largo por 4 de ancho. Rodeado por el cerro Medici y las Sierras de Medina, el lugar da tanto para disfrutar de la paz que dan los paisajes majestuosos como para la práctica de deportes náuticos. Ahí cerquita, a  3 kilómetros, está también la reserva natural de Aguas Chiquitas, una buena manera de conocer estos bosques de transición tan particulares.

Y por último, a 12 kilómetros de la ciudad, está la encantadora Tafí Viejo, la capital nacional del limón y mayor región productora de cítricos del mundo. Aunque esta localidad también comenzó como una villa veraniega, su desarrollo terminó ligado a los talleres ferroviarios que allí se instalaron. Un Museo Ferroviario que funciona desde 2005 da cuenta de esa historia.

El circuito Las Yungas de Tucumán propone entonces aproximarse a esos frondosos cerros que rodean a San Miguel tanto al oeste como al norte de la ciudad. Se puede recorrerlo todo haciendo paradas o pasando incluso una noche en cualquiera de los lugares o bien hacer escapadas más puntuales desde la capital. Como sea, vale la pena conocerlo todo.
 

Cómo llegar

Para recorrer Las Yungas es imprescindible llegar a San Miguel de Tucumán. Su aeropuerto Internacional Teniente General Benjamín Matienzo recibe vuelos diarios desde las principales ciudad del país. En auto se accede por la Ruta Nacional 9.