Mar del Plata, siempre vigente

Turismo

La Feliz es el principal destino turístico veraniego de la Argentina. Casi 30 kilómetros de playa reúnen a turistas de todo el país y de distinto poder adquisitivo.

 

“La” ciudad turística de veraneo por excelencia de la Argentina es Mar del Plata. Por historia y por presente. Sus playas son las más concurridas, los espectáculos teatrales se mudan allí para hacer la temporada y la amplísima oferta de servicios, hotelería y gastronomía hacen de ella el lugar que eligen miles de turistas de todo el país y de todos los niveles socioeconómicos.

El 10 de febrero de 1874 un decreto de la gobernación de la Provincia de Buenos Aires le dio el nombre de Mar del Plata al pueblo que hasta entonces se conocía como Laguna de los Padres. Cuando en 1886 llegó el ferrocarril, la localidad se convirtió en el lugar de descanso preferido de la aristocracia de Buenos Aires. Esas acomodadas familias empezaron a construir a comienzos del siglo XX enormes residencias de veraneo, inspiradas en las tendencias arquitectónicas de moda en Europa. Enseguida, entonces, se empezó a conocer a Mar del Plata como la “Biarritz argentina”, en referencia al exclusivo balneario francés.

Pero si el desarrollo turístico inicial de Mar del Plata estuvo estrechamente vinculado a los sectores más ricos de Buenos Aires, con el transcurrir del siglo XX se volvería también en un símbolo para las clases trabajadoras. El avance de los sindicatos que se dio a partir de la década de 1940, que incluyó el establecimiento de hoteles propios en la ciudad, permitió que los obreros y sus familias tuvieran también allí la posibilidad de un merecido descanso. Desde entonces y hasta nuestros días la ciudad es conocida como La Feliz y año a año puede verse en ella al público más heterogéneo.

Resumir los atractivos de Mar del Plata es realmente imposible. Se trata de una ciudad enorme con más de 700 mil habitantes. Por supuesto que el principal encanto son las playas: hablamos de casi 30 kilómetros de balnearios. Al norte, los acantilados le empiezan a dejar paso a las playas formadas a partir de las escolleras de La Perla. Luego vienen las siempre populosas playas del centro (Popular, Bristol, Varese) hasta Playa Grande, cuando la arena es interrumpida por el Puerto de la ciudad, otra punto de interés que bien vale la pena una visita. Tras el puerto están los balnearios de Punta Mogotes, los más amplios y abiertos (y ventosos) ya que no tienen escolleras. Tras el Faro empiezan las playas del sur, que por su lejanía y acceso escarpado son las que hoy convocan a los jóvenes de mayor poder adquisitivo. Los balnearios aquí ya vuelven a convivir con los acantilados, que llegan hasta Miramar solo interrumpidos por Chapadmalal.

En cuanto a encantos naturales, Mar del Plata tiene además el Bosque Peralta Ramos, metido para adentro a la altura del Faro. Son 400 hectáreas llenas de coníferas, sauces, eucaliptos, álamos y rosales, entre otros árboles. Sus calles son principalmente de tierra y se ven majestuosas residencias pero también casas modestas, replicando de alguna manera esa impronta policlasista que define a la ciudad.

El Casino, la Catedral, el Torreón del Monje, la Rambla, la calle Güemes, el Barrio Los Troncos y la Casa del Puente son otros de los sitios con los que cualquier turista se va a encontrar cuando visite una ciudad que tiene dos caras: la bucólica en invierno y la festiva en verano. Ahora es tiempo de sol, mar y arena.

Cómo llegar

Mar del Plata tiene un aeropuerto al que sobre todo en verano llegan varios vuelos diarios, principalmente de Buenos Aires pero también los hay desde otras localidades del país. En auto la principal vía de acceso es la Autovía 2, que la une con Buenos Aires en 404 kilómetros. La Ruta Provincial 11, por su parte, la atraviesa de norte a sur y la conecta tanto con Miramar como con el Partido de la Costa. La RN226 va hacia Balcarce, Tandil y el norte, en tanto la RP88 va hacia Necochea. También hay trenes desde y hacia Constitución.