Carta a mi hijo Federico

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Carta a mi hijo Federico. Sobre cartas de Violeta Lorca y poemas de Federico García Lorca. Un espectáculo teatral con dramaturgia, actuación y dirección de María Marta Guitart. Asistencia de dirección: Melina Forte. Música en escena: Natalia Surachi. Composición de música original: Mailen Ubiedo Myskow. Diseño lumínico: Diego Todorovich. Vestuario y escenografía: Teatro en Camino. Sala: El Crisol, Scalabrini Ortiz 657. Domingos a las 18 horas.

 

         “El crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”, diría en su desgarrador poema dedicado a la muerte de Federico García Lorca ese otro inmenso poeta que fue Antonio Machado, una víctima más del franquismo, fallecido de tristeza en el exilio. Desde esa Granada que, a ochenta años de aquel ominoso fusilamiento, no se repone aún del duelo que la castigó con la desaparición de uno de sus hijos más excelsos, viene también, en la forma de una evocación que tiene a la madre del poeta como centro, este homenaje a su figura, una de las más queridas y populares de la lengua española y universal. La evocación adquiere forma en la casa paterna del autor de Bodas de sangre, donde su madre, Vicenta Lorca, en los días posteriores a su arresto por la Guardia Civil franquista el 16 de agosto de 1936  -el día de su ejecución por sus asesinos camino de Viznar a Alfacar fue establecido en la madrugada del 18 de agosto de ese año-, busca entre las cosas de su hijo elementos que le recuerden su relación en los últimos años. Y es en esta búsqueda, mientras espera un regreso que nunca se producirá, que encuentra guardadas en una caja las cartas que ella le enviaba a él durante sus estadías en Madrid o sus constantes viajes al exterior (Nueva York, Buenos Aires, La Habana, etc.)

         Con un amor sorprendido por el gesto de su hijo, que conservaba como un tesoro esas cartas entrañables que lo acompañaban con tanta calidez durante sus viajes, Vicenta las lee y relee como si, en el ritual de enunciar sus frases, sus palabras, la presencia y la voz de su hijo pudieran encarnarse otra vez ante sus ojos azorados por la crueldad de esa ausencia, que como la de miles y miles de hijos cuyas madres no han podido velar sus restos, despedirse de esos cuerpos a los que un día les dieron vida, clama en el silencio imbatible de la memoria de los que los amaron o admiraron, de la épica resistencia de las que los alumbraron en reclamo de una justicia que a menudo la sociedad no les concede y, lo que es peor, entierra en la amnésica indiferencia de los que han aprendido el más repudiable de los hábitos humanos: desinteresarse de la suerte de sus semejantes. Estas cartas, que son leídas junto con otras que él le ha enviado a ella, se  combinan con el recitado de hermosos poemas de Federico, todo en un espectáculo de gran sensibilidad en el que la intervención de la música en escena y el trabajo actoral, por momentos coreográfico, de María Marta Guitart generan un clima envolvente y poéticos con pasajes realmente conmovedores.

                                                                        A.C.

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