El esgrimista

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El esgrimista (Finlandia/Estonia/Alemania, 2016). Dirección: Klaus Häró. Guion: Ana Heinämaa. Fotografía: Tuomo Hutri. Montaje: Ueli Christen y Tambet Tasuja. Música: Gert Wilden Jr. Intérpretes: Märt Avandi, Ursula Ratasepp, Lembit Ulfsak, Hendrik Toompere, Liisa Koppel, Joonas Koff. Duración: 99 minutos.

        Señalada por algunos críticos y jurados como la mejor película finlandesa de la última década, El esgrimista tal vez merezca esa calificación en el ranking de su país (cuya producción total durante ese período de tiempo es de todos modos de complicado acceso y se obstaculiza por lo tanto el posible cotejo con otras existentes), pero lo que es seguro que sus bondades, comparadas con otros valiosos films conocidos en el mundo en el mencionado decenio, no recibirían una evaluación demasiado alta. Consideración ésta que no impide definirla como un buen largometraje, cuya virtud principal, en un tema ya muy frecuentado –la importancia del deporte en la formación de los niños y el ejemplo que sobre ellos irradian sus maestros-, es la de contar con bastante gran sobriedad y en un lenguaje que evita la retórica y los golpes bajos, una historia del pasado de Estonia, uno de los países bálticos.

      Eso se nota especialmente en el tratamiento que su director, el finlandés Klaus Häró, hace del entorno político y social en el que se desarrolla la peripecia que relata, de la que saca solo los elementos indispensables para darle marco de época a la fábula. El protagonista de la película es Endel Nelis, un personaje real que fundó una de las escuelas de esgrima más célebres del mundo. Nelis, cuyo verdadero apellido era Keller, había nacido en Estonia en 1925 y murió también allí en 1993. Los acontecimiento s narrados lo muestran cuando llega a Haapsalu, una ciudad al oeste de Estonia, llamada también la Venecia del Báltico y muy valorada desde la antigüedad por las propiedades curativas de sus aguas. Nelis consigue allí un trabajo de profesor de Educación Física en una escuela del lugar, recomendado por otro colega esgrimista de Leningrado (así se llamaba en tiempos soviéticos a la ciudad actual de San Petersburgo). La acción transcurre al poco tiempo de morir Stalin el 5 de marzo de 1953. Eso se averigua porque hay una foto de él en un estado deportivo indicando fecha de nacimiento y muerte. Y Nelis arriba a la ciudad con ese nombre, que en realidad reemplaza al verdadero, porque está huyendo de la policía secreta del régimen comunista.

      Durante la Segunda Guerra Mundial había sido reclutado por los alemanes para pelear por ellos. Y con 20 millones de muertos en su cuenta que habían provocado los nazis, los rusos no estaban muy dispuestos a perdonar a ningún colaborador de los invasores del hitlerismo a su patria. El tema es que la policía secreta stalinista cometía también toda clase de tropelías contra los disidentes amparándose en el pretexto de que perseguía a supuestos traidores. El libro original cuenta que Nelis fue obligado a reclutarse por los nazis y que luego escapó y esa es la versión a la que se atiene la película. Y es posible que haya sido así porque los alemanes solían apelar a esa clase de operaciones con frecuencia y negarse costaba la vida. Aunque se sabe que estaban también los que se adherían a las filas nazis voluntariamente. Con conciencia de que se mueve en un terreno difícil, el director narra los hechos de libro sin recargar nunca las tintas ni caer en maniqueísmos demasiado superficiales. Solo transmite un clima más bien opresivo, al que las neblinas diarias del lugar le da un sentido muy especial, para marcar la cuota de suspenso que debe haber en películas de esa naturaleza.

       El asunto es que Nelis ingresa a la escuela y pronto forma, a pedido de los alumnos, una escuela de esgrima que deberá competir con los mejores equipos de la Unión Soviética. Al formar su propio conjunto de esgrimistas, el maestro decide ir a un torneo que se realiza en Leningrado, que es la ciudad de la que huyó y en la que corre peligro de ser atrapado, de perder su libertad. Y, efectivamente, lo hace y su identidad es descubierta, porque el director de la escuela donde está, un burócrata que trata de no cometer errores que puedan encolerizar al régimen, lo investiga y detecta quién es Nelis. Así es entonces que el día de la competencia, en la que resulta ganadora la escuela de Letonia representada por él, y no sin antes un encuentro final de suma tensión que enfrenta a una pequeña alumna letona con un Goliat muy entrenado, el maestro es detenido. Pero ha forjado una enseñanza moral para sus alumnos que quedará en el recuerdo. La película, por supuesto, no terminará sin un final feliz, porque unos meses después de ser detenido, y producto del período de deshielo que inaugura la gestión en el gobierno soviético de Nikita Jrushchov, las cárceles se abren y dejan en libertad a Nelis, quien vuelve a Haapsalu, donde lo esperan sus dichosos alumnos y una mujer de la que se ha enamorada y con quien había iniciado una relación afectiva.  Todo en el estilo de las recetas más probadas para llegar al público masivo con una historia aleccionadora y no desolarlo con sucesos demasiado desagradables.

      Esta es la quinta película del director finlandés Klaus Häró, quien entre otros films rodó Elina, título premiado en 2002 con el premio Ingmar Bergman y que mereció de parte del conocido cineasta sueco, todavía vivo por esos años, un caluroso elogio. En el papel protagónico de Nelis se luce el conocido actor, cantante y presentador televisivo Märt Avandi, al que acompañan la delicada intérprete Ursula Ratasepp y el excelente actor, recientemente fallecido, Lembit Ulfsak, al que muchos recordarán por su participación en la excelente película Mandarinas.  

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