Invencible

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Invencible. Autor: Torben Betts. Dirección y adaptación: Daniel Veronese. Intérpretes: Héctor Díaz, Valeria Lois, Carlos Portaluppi y Guillermina Valdés. Diseño de escenografía: Alberto Negrin. Diseño de iluminación: Eli Sirlin. Diseño de vestuario: Valeria Cook. De Miércoles a jueves en el Multiteatro.

Invencible no es el nombre de uno de esos superhéroes que solemos ver en las películas norteamericanas, sino el de un gato.  Pero no de cualquier gato, sino el de uno muy maullador y molesto, que se come a todos los pajaritos del vecindario y deja sus deyecciones en los lugares más insólitos de las casas ajenas. En una casa de un barrio de trabajadores al cual ha ido a parar un matrimonio de clase media por problemas de  enflaquecimiento de sus recursos económicos, ella y él charlan de las andanzas de ese felino, que ya ha usado como escenario de sus felonías ese lugar.  No se refieren al gato en buenos términos, sino con verdadera sed de venganza. Después se descubrirá que el micifuz es de unos vecinos cercanos con los cuales el matrimonio de clase media entrará en contacto.

    De ese contacto y de las dañinas consecuencias que pueden provocarse dos parejas de  vecinos de distinto estatus social y cultural, sobre todo cuando en su relación no reparan ni respetan sinceramente sus diferencias, trata a grandes trazos esta obra del autor británico Torben Betts (48 años), al que algunos críticos consideran el sucesor de otro dramaturgo famoso de ese país: Alan Ayckbourn. Ambos tienen una relación ya de años pues Betts ha trabajado desde 1999, y por pedido del propio Ayckbourn, como dramaturgo residente del teatro Stephen Joseph de Scarborough, localidad ubicada en Yorkshire del Norte, Inglaterra. Sin una obra tan prolífica como la de su impulsor, Betts ha escrito sin embargo una apreciable cantidad de piezas teatrales, entre otras: Muswell Hill, What Falls Apart, Lestening Heaven, Incarcerator, The Biggleswades y Clock Watching. Estas piezas, que van desde las comedias de humor negro hasta las tragedias de aliento poético, han hecho un exitoso recorrido por muchas ciudades del Reino Unido e incluso de otros países de Europa.

     Un ejemplo de esto último es Invencible, que atrajo el interés de unos productores españoles y fue montada en Madrid y Bilbao. La versión en ese país fue dirigida por el argentino Daniel Veronese en 2016, el mismo artista que la montó ahora en Buenos Aires, sobre una traducción de Jordi Galcerán, también dramaturgo. Antes de analizar aspectos de la obra y de la puesta que se hizo en Buenos Aires, es bueno recordar algunos datos. Bells comentó en una entrevista que le hicieron en una revista que en 2003 se había mudado con su mujer de Londres a Muswell Hill, una localidad cerca de la frontera de unos 8 mil habitantes, huyendo de la crisis financiera que hacía intolerable por su costo la vida en la capital. Vendió el departamento que tenía en Londres, revalorizado en los tres años que lo habitó, y con ese dinero logró comprarse una casa frente al mar en aquella localidad y vivir una existencia tranquila y feliz con sus hijos y su mujer, además de dedicarse de lleno a su profesión. 

         Y en 2003 precisamente, volviendo de una marcha en contra del envío de tropas inglesas a Irak, Betts entró en un pub donde se puso a conversar con el dueño del local y a despotricar contra la política de mandar chicos a la guerra a morir en nombre de una mentira que muy pronto quedaría al descubierto: se había ido a ese país para apoderarse de su petróleo y no a devolverles la democracia a sus habitantes. Y se encontró con que el dueño de ese pub era un ex combatiente en la guerra del Golfo que tenía dos hijos peleando en Irak de los que se sentía muy orgulloso. Y que defendía ingenuamente la invasión de la OTAN –de la que participaba el Reino Unido- por considerarla un gesto patriótico de los británicos. Sin la debida prudencia que se debe tener en estos casos, Betts sintió que por exceso de apego a la verdad había herido mucho al hombre al reclamarle tomar conciencia de lo que realmente pasaba. Y de esa anécdota surgió luego el núcleo de lo que sería la obra, escrita unos diez años después.

        El mismo autor británico confesó que consideraba esta obra como “muy inglesa” y difícil de trasponer a otros países. Pero viendo la insistencia de España, Polonia y la República Checa de ponerla en escena finalmente accedió a que se hiciera adaptándola.  Parte de la crítica española elogió la transposición hecha entre Galcerán y Veronese, afirmando que se había adaptado perfectamente al lenguaje, los modismos y los rasgos de la sociedad de ese país. En la versión de Buenos Aires, no aparece la firma de Galcerán y se habla solo de adaptación y dirección de Daniel Veronese, por lo que suponemos que la obra sufrió una nueva vuelta de tuerca para ajustarlas a las necesidades del público argentino. Difícil saber, sin haber leído el original en inglés de Betts, cuáles han sido las graduaciones del cambio y si en ese tránsito la obra perdió alguna de sus virtudes.

        Por lo pronto, habría que señalar que el retrato de la esposa del matrimonio de clase media está llevado al extremo de la caricatura. Se puede ser una persona con una adhesión absoluta a la verdad y a los principios políticos que se dice sostener sin llegar a un nivel de irrealidad que lleve a invisibilizar totalmente al otro. Todos conocemos hombres o mujeres que en su cerrazón purista son capaces de pedirle a los otros las cosas más disparatadas y alejadas de lo posible, pero un buen dibujo de personaje debería dejar casi siempre pequeñas hendijas por donde se puedan colar algunas contradicciones.  Valera Lois es una actriz tan talentosa que logra borrar de a ratos esa radicalidad, pero el personaje tiene ese estigma metido hasta la médula y eso le hace perder encanto humano. Como marido de ella, Héctor Díaz despliega con demasiada abundancia los recursos de su comicidad, restándole también a su criatura seducción y envergadura psicológica, lo cual lo torna a veces casi en un papanatas. ¿Cómo enamora a la mujer de su vecino con semejante alud de tics y vacilaciones?

    En el caso de Carlos Portaluppi, otro gran actor como el anterior, pero también en la línea de lo que hace con más facilidad, con más soltura, explota la risa a veces hasta el cansancio. De todos modos, es uno de los personajes de la historia más verosímiles en su composición y tiene pasajes ligados a lo emocional que son realmente convincentes. En cuanto a Guillermina Valdés no aporta nada interesante a su trabajo y por momentos se la ve muy envarada. Respecto de todas estas puntualizaciones que señalamos en la actuación su solución parecerían ser más responsabilidad del director que de los actores, pues debería ser él quien les indique –sobre todo si se encuentra con intérpretes muy dúctiles como éstos-  moderar esos derroches en beneficio de la sutileza. Es verdad que  Invencible es una comedia, aunque bastante oscura, pero eso no legitima los desbordes, sobre todo cuando no están justificados o solo lo están por la convicción de que hay que darle al público solo aquello que espera de los actores que conoce. Una sola cosa más y esto ya referido exclusivamente al texto. La escena donde se utiliza la estrategia del malentendido, para tapar con la charla sobre desaparición del gato el desliz que la mujer del trabajador tuvo con el hombre de clase media, es muy hábil en su construcción, pero tiene el defecto de resultar poco verosímil, tal vez por su duración, sobre todo porque no explota en ese momento y hay que esperar a otra escena más para desatar el destape. En cuanto a la escenografía de Alberto Negrin y la iluminación de Eli Sirlin son de lujo.

                                                                                         A.C.

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