Maximiliano Guerra, puro talento argentino



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Maximiliano Guerra es uno de los mejores bailarines clásicos del mundo y se destaca por su vigor y destreza física. Nació en el barrio de Mataderos, en la Ciudad de Buenos Aires, y su primera pasión fue el fútbol: jugó en el Club Atlético River Plate desde los cinco hasta los trece años de edad.  Descubrió la danza a través de su hermana, formándose en el Instituto del Teatro Colón. A los once años tuvo la certeza que quería bailar por el resto de su vida.
Numerosos escenarios del mundo han sido testigos del talento de Maximiliano Guerra, como las ciudades de Londres, Berlín, Milán, Moscú y Varsovia. Fue primera figura del Teatro Colón y en el año 1999 fundó la compañía de danza “Ballet del Mercosur” de la que es director artístico. En 2010 inauguró lo que él llama “la Fábrica de Arte”, una escuela y centro cultural para formar nuevos artistas.

Cabal Digital: ¿Cómo nacieron y convivieron sus dos grandes pasiones: el fútbol y la danza?
Maximiliano Guerra: Mis comienzos en el fútbol fueron a los cinco años cuando empecé a jugar en River. Era un chico muy inquieto, me gustaba mucho este deporte, era N° 9, así que corría, entrenaba y demás. A los diez años empecé a conocer otras cosas como por ejemplo la danza, y me fascinó por ser muy física, de saltos. Vi una clase con mucha gente y dije que quería probar, entonces a los diez años empecé a estudiar danza con el maestro Wasil Tupin, acá cerca en el barrio de Almagro, y sinceramente tuve mucha suerte porque a los once años me tocó bailar una obra en el Teatro Colón, y tener la posibilidad de estar en la magia de un escenario me hizo sentir internamente que eso era lo que yo quería hacer para toda la vida. El fútbol me acompañó hasta los trece años ya que seguí bailando y entrenando con River, hasta que decidí que lo mío era la danza, entonces dejé el fútbol y me dediqué exclusivamente a bailar.

 

¿Qué reacción tuvieron sus padres ante su interés artístico, lo apoyaron o intentaron hacerlo cambiar de opinión?
Mi familia me apoyó; en ningún momento me propusieron hacer otra cosa. Lo que sí hicieron, lo cual fue muy inteligente, fue proponerme diversidades, un montón de actividades que podía realizar. Como uno nunca sabe cómo te puede ir con la danza, en la adolescencia yo pensaba en la posibilidad de estudiar arquitectura o veterinaria porque me gustaban las dos cosas. Después cuando fui un poco más grande, a los 16 o 17 años, empecé a leer sobre psicología y me gustaba también esta disciplina. Mis viejos me mostraron un crisol de posibilidades pero adentro mío estaba la danza, yo quería bailar, y en eso me apoyaron absolutamente.  
 

¿Qué es lo mejor que le ha dejado su carrera hasta el momento?
Lo mejor que me dio mi carrera fue viajar, conocer el mundo, y sobre todo sentirme como un “pedacito” de mi país que viaja por diferentes partes del mundo mostrando lo que hacemos en la Argentina, en este gran país tan lleno de talento y posibilidades, y esa sensación de haber salido de Almagro, un barrio muy porteño, y llegar a estar en los mejores teatros del mundo…todo esto es algo que yo le agradezco mucho a mi carrera, a la danza y al arte.
 

Tiene una activa participación en acciones solidarias, ¿cuáles son  sus motivaciones?
La alegría que nos dio la vida de poder disfrutar de lo que nos gusta hacer y encima poder vivir de eso, creo que nos pone en un lugar de deber con respecto a cuándo uno tiene que dar una mano. Volver a pensar siempre que la ambulancia que pasa con la sirena encendida generalmente es ajena, pero no estamos exentos a eso, a que esa ambulancia sea para nosotros. Pensándolo desde ese lugar, que a vos también te puede pasar, te vas a dar cuenta de la necesidad interna que te nace de decir “chicos, vamos a dar una mano; vamos a hacer esta función a beneficio; vamos a esta cena a ayudar a la gente que ayuda a otros”. 
 

¿Qué tiene planeado para el resto de 2012?
A principios de abril de este año presentamos en el ND Ateneo “Iván el terrible”, la obra con la que ganamos el premio Estrella de Mar por la temporada en Mar del Plata. A futuro la idea es realizar, como todos los años y por el compromiso que tengo con mi país, una gira nacional presentando esta obra, intentando focalizarnos en este ser que fue el precursor de la democracia en Rusia y el amante de Anastasia, y en su locura que lo llevó a terminar su vida con mucho dolor e impotencia. Las metas son a corto plazo, nunca son a largo plazo porque creo que uno debe concentrarse en lo que está haciendo. Traducido al idioma del fútbol: nunca estaría pensando en el próximo partido mientras juego éste.

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