Atilio Borón "Vivimos atrapados en un sistema sin salida"

Entrevistas

El conocido sociólogo y politólogo argentino y director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del C.C.C. Floreal Gorini, realiza un penetrante análisis del actual panorama internacional, resaltando los hechos más rescatables y sus puntos más sombríos. Todo en un ilustrativo diálogo que mantuvo con Revista Cabal poco antes de partir a la República Dominicana a dictar un curso sobre temas de su especialidad y donde se refirió desde Chávez y Obama hasta la crisis en Europa y el Medio Oriente.

¿Qué importancia le atribuye al triunfo reciente de Hugo Chávez en Venezuela?
Lo de Chávez ha sido una victoria sensacional. Ganó no solamente contra la derecha venezolana, sino también contra el Imperio. Porque, la verdad, el aparato que montó Estados Unidos para derrotarlo fue impresionante en ayuda financiera, organización de campaña, logística, mercadotecnia, marketing político, todo. Se pensaba que, como el hombre estaba enfermo, no resistiría la campaña y si resistía igual no podría ganar. Y bueno, resistió y ganó por un margen muy grande. Sacó 11 puntos de diferencia, lo que es notable para un gobierno que ya lleva 12 años de gestión. Chávez cosechó dos grandes victorias este año. Primero, la del triunfo electoral, y segundo la de su incorporación al Mercosur. Porque este ingreso torna mucho más complicados los planes de Estados Unidos de provocar un golpe de Estado contra él. Con Chávez dentro del Mercosur es difícil que le pase lo que le ocurrió en 2002, cuando le dieron un golpe y de inmediato Estados Unidos salió a avalarlo. Es por lo tanto una victoria muy importante porque consolida un gobierno que tiene una visión estratégica sobre América Latina muy valiosa. Chávez es un hombre con grandes proyectos integracionistas para la región.
 

¿Se abre entonces un período con muchas posibilidades de profundización para el proceso integrativo?
Sí, es un avance muy grande, vamos a ver si los demás países acompañan, algunos de ellos tienen dificultades por cierto.
 

Ahora viene la elección de Correa en Ecuador. ¿Sus posibilidades de reelección son fuertes?
Correa tiene una intención de voto abrumadora. Se habla del 70 por ciento de apoyo de la población. Correa ha sido el mejor gobierno de la historia de Ecuador, sin ninguna duda.
 

Dada la historia de inestabilidad en América Latina, era difícil no mirar estos procesos sin sospechar en que la fragilidad podía amenazarlos. Y, sin embargo, han seguido avanzando.
Se han venido consolidando, aunque no están exentos de peligro, porque allí hay muchos intereses en juego que van a tratar de desmovilizar y de desmontar esos procesos, sobre todo en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, que son los blancos principales. Pero confío en que esto podrá continuar y que Argentina, Brasil y Uruguay continúen acompañando a esos procesos.
 

En cuanto a las elecciones en EE.UU., ¿Usted cree que no es indiferente que haya ganado Obama?  
Por lo pronto habría que aclarar, antes que nada, que quien gobierna en los Estados Unidos no es el presidente sino lo que un ex mandatario norteamericano, Dwight Eisenhower, llamó el complejo militar-industrial. Ese complejo es el que toma las grandes decisiones. Las decisiones de promover el ALCA, de instalar bases militares en  América Latina, de mantener el bloqueo a Cuba y otras, no las toma el presidente ni el Congreso, son decisiones de fondo que las toman los grupos dominantes de los Estados Unidos que permanecen más allá de los cambios en el elenco presidencial. Entonces, lo primero a decir es que no cambiará gran cosa la situación, porque para esos sectores no ha habido grandes novedades respecto de América latina, que sigue siendo para ellos la región más importante en el mundo. Esto lo digo y lo demuestro en mi nuevo libro, que se llama América Latina en la geopolítica del imperialismo, próximo a salir. Hay hechos que lo prueban claramente.
 

Cíteme algunos.
La primera doctrina de política exterior es de acá, el primer tratado militar después de la Segunda Guerra Mundial es para la región, que es el TIAR (después vino la OTAN), el primer Comando Regional en el cual se organizan las fuerzas de Estados Unidos es el Comando Sur, que corresponde a América Latina. O sea hay una serie de indicios que prueban que ésta es la región más importante para Estados Unidos. De manera tal que las decisiones para esta región se toman en un nivel que está por encima del presidente. Ahora si hubiera ganado Mitt Romney, la diferencia fundamental es que Obama representa al capital, y Romney es el capital. En un caso hay un representante que juega a favor del capital, como lo hace sin ninguna duda Barack Obama. Pero Romney hubiera sido seguramente una cosa mucho más brutal y desembozada. De cualquier manera, los grandes lineamientos no hubieran cambiado. Obama pudo haber cerrado no digo la base de Guantánamo, porque eso no lo decide él, pero sí la cárcel y no lo hizo. Podría haber indultado a los cinco cubanos presos en Estados Unidos y tampoco lo hizo.
 

Obama ha decepcionado a mucha gente.
Decepcionó a mucha gente que se había ilusionado ingenuamente. Pero de todas maneras lo que digo como tesis es: mejor que se quede Obama porque si hay alguna chance de un pequeño cambio, de una pequeña reforma en la relación entre Estados Unidos y América Latina, eso se lo da la continuidad de un presidente. El primer turno de un presidente norteamericano es casi siempre sumamente conservador, porque trata de desinflar la crítica de quienes dicen que es muy blando, que no tiene políticas fuertes de contención de los enemigos. Entonces para demostrar lo contrario puede hacer cosas realmente muy violentas y virulentas, como por ejemplo mandar a matar a Osama Bin Laden, que fue una barbaridad, o meterse en Libia como se metieron. En el segundo mandato, como ya las perspectivas de reelección están canceladas, algunos presidentes suelen animarse a algunos gestos más audaces, que desafíen en algo, un poquito, a la clase dominante imperial. En cambio, si Romney ganaba íbamos a tener cuatro años muy duros, y sin la posibilidad de que pudiera haber un giro después. Ahora, tal vez con Obama, como digo, pueda aparecer algún resquicio. No mucho más que eso.
 

En materia de política exterior, por ahora, como lo demuestra su actitud en Palestina, ha seguido en la misma línea.
Bueno, allí Obama respaldó en forma absolutamente incondicional a Israel diciendo que tiene derecho a defenderse. Palestina no, la Franja de Gaza tampoco. Bueno, ese es el peso enorme que tiene el lobby judío en la política norteamericana. Un  peso que ha sido denunciado incluso por muchos norteamericanos aliados al sistema por considerar que ata gran parte de la política exterior de Estados Unidos en Medio Oriente a las presiones de ese lobby. Fíjese usted que el renunciado jefe de la CIA, David Petraeus había declarado hace pocos meses ante el congreso de los Estados Unidos que la alianza incondicional con Israel se había constituido en un lastre en el diseño estratégico global de los Estados Unidos, siendo que le quitaba flexibilidad para hacer frente a una región en turbulencia tan importante como Medio Oriente, obligándolo a jugar siempre la misma carta y a descartar alguna política más inteligente. Y no habría que desechar la hipótesis de que la operación que le hacen a Petraus con esta supuesta biógrafa y amante, Paula Broadwell, tenga que ver con esos servicios secretos que vieron que este hombre ponía en cuestión la alianza con Israel. Por otra parte, eso que dijo Petraus lo dice mucha gente. Estados Unidos podría hacer una política más en provecho propio que en el de Israel, que es lo que ha sucedido hasta ahora.
 

Con un resultado que está a la vista.
Que es cada vez peor. Porque si se dijera que esta superioridad militar que Estados Unidos le otorgó a Israel le permitió pacificar la zona y estabilizar la situación, bueno, vaya y pase. Pero las relaciones son más violentas, agresivas y brutales y la situación lejos de estabilizarse se vuelve cada día más volátil.
 

¿Cuál es su diagnóstico sobre la situación europea?
Creo que es una situación que se está agravando porque están probando una medicina que no funciona. No hay ningún misterio, conocemos las recetas neoliberales. Y el Banco Central Europeo es mucho más liberal que el Fondo Monetario Internacional. Entonces están haciendo una política donde tratan de que se salve Alemania a expensas de todo el resto de Europa. Y el resultado es que, a la larga, tampoco Alemania se salvará. En otras palabras: allí entró en crisis todo un modelo de funcionamiento del capitalismo que revela contradicciones que ya son prácticamente insolubles y que hacen pensar a algunos en salidas que impliquen ir desmontando algunos de estos rasgos más característicos de la década de los noventa y principios de este siglo, el nuevo modelo de acumulación, de desregulación, de liberalización, de desmantelamiento del Estado de bienestar donde lo hubo. Y que como resultado desembocó en una recesión salvaje, aumento del desempleo y una economía que entró en un círculo vicioso. Y en un contexto donde la gran mayoría de los países europeos tiene un nivel de endeudamiento realmente muy significativo.
 

No es solo Grecia el país que está endeudado.
No, también Italia, Francia, Gran Bretaña, incluso Alemania. España ni digamos. Hay datos más o menos recientes del Banco Internacional de Ajuste de Basilea sobre el total de la deuda de cada país, diferenciando deudas de hogares, de gobierno, de empresas comerciales y de empresas financieras. Cuando se suma el endeudamiento de esos cuatro agentes se llega a tener en países como el Reino Unido un endeudamiento que equivale al 350 por ciento de su PBI. Y en países como Francia o Alemania al doble de su PBI. O sea que no es solo Grecia, lo que pasa que Grecia se cae porque es el eslabón más débil. El propio banco, que es muy convencional y ortodoxo, dice que esto es una situación insostenible a mediano plazo, o sea en tres a cinco años. Si esa deuda sigue creciendo en algún momento alguien tendrá que pagarla y ahí vendrá el completo descalabro.
 

El sistema parece estar atrapado y sin salida.
Es lo que dice el profesor Immanuel Wallerstein de la Universidad de Yale: el capitalismo ha entrado en una crisis terminal, sin salida. Y no se trata de un comunista ni nada de eso. Y antes que él ya lo había dicho nada menos que el magnate George Soros, en un libro que se llama La crisis del capitalismo global. Señalaba allí que el nivel de descalabro en el funcionamiento de la economía financiarizada es tal –en este momento la circulación de derivados financieros equivale a seis veces el producto bruto mundial- que se ha ingresado a una etapa de descontrol absoluto. Hoy, las variables del sistema no tienen ningún recorrido previsible, el sistema se salió de madre y no hay posibilidad alguna de recomponerlo. Esas dos opiniones coinciden en lo mismo: el sistema está agotado. Eso no quiere decir que se cae mañana, pero claramente entró en una fase de progresiva erosión. Y eso requiere cambios.
      
                                                                                              A.C.