Crítica de cine: Casi un gigoló



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Casi un gigoló. (En el original: Fading gigoló. Estados Unidos, 2013. Dirección y guión: John Tarturro. Fotografía: Marco Pontecorvo. Intérpretes: John Turturro, Woody Allen, Vanessa Paradis, Liev Schreiber, Sharon Stone, Sofía Vergara y otros. Duración: 90 minutos.

No es para nada extraño que John Turturro, director y guionista de la película, haya elegido a Woody Allen para ser, junto a él, uno de los personajes centrales de esta historia. Lo es no solo por la dimensión de su criatura, su importancia en el guión y algunos rasgos que hacen muy seductor a este pícaro, también porque el relato parecería por momentos haber nacido de la propia cabeza de Allen. Con lo cual se puede pensar que Turturro, además de escribir y dirigir algo que le gustaba, quería homenajear el extraordinario director de Manhattan. Claro, no es una película parecida a las otras cuatro que dirigió antes, entre ellas Mac y sus hermanos, de 1992, que es la única que se conoció acá.

     Casi un gigoló es una comedia liviana que, en alguna medida habla de la soledad, sobre todo en el personaje de Turturro, un florista que ha fracasado en una relación amorosa y, de  pronto, sin estar muy convencido, acepta la propuesta de su amigo Murray Schwartz (Woody Allen), de convertirse en amante ocasional de algunas mujeres casadas dispuestas a tener aventuras extramatrimoniales pagando. El proveedor de las candidatas es Murray al que el negocio le viene bien porque, al inicio de la película, se lo ve cerrando una librería que había abierto su abuelo y agrandado su padre y que él no puede mantener. Al parecer ya nadie compra libros.

    El guión se mete en las distintas aventuras amorosas que el florista tiene y que le reportan suculentos dividendos a él y su amigo. Las mujeres a las que accede son, entre otras, Sharon Stone, que a pesar de haber pasado los cincuenta sigue muy atractiva, y la colombiana Sofía Vergara. Pero, en el interín, el hombre (los amigos lo llaman Fior) conoce a una viuda jasídica (Vanessa Paridis) y se enamora de ella y entonces todo el negocio armado en torno al comercio sexual se derrumba. La última escena muestra a Fior y Murray en un bar donde el primero le anuncia que se va de viaje y Murray trata de convencerlo, con nuevas estratagemas, de que se quede. Queda el interrogante sobre lo que ocurrirá.

     Como decimos más arriba, toda la trama del film es liviana y puede encontrársele distintos puntos flojos, pero no hay duda de que los fanáticos de Woody o aquellos que buscan un pasatiempo amable se sentirán bien. Woody hace de su personaje favorito, un poco más controlado –no mucho- por un guión que no es el suyo, pero tiene infinidad de escenas para lucirse, sobre todo con chistes de toda clase, que no faltan, algunos muy graciosos. Tarturro, por su parte, además de filmar con fluidez (nunca la historia se hace pesada, todo lo contrario), compone un personaje interesante, que expone una de sus múltiples facetas de gran actor. Las mujeres actúan con talento y son, además, bellísimas en los tres casos mencionados.

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