Gertrudis

Entretenimientos

Gertrudis. Texto de Fernando Musante. Dirección: Santiago Doria. Con Stella Matute. Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo. Realización de vestuario: Titi Suárez. Realización de escenografía: Gustavo Di Sarro. Música original: Santiago Rosso. Diseño de luces: Carlos Rivadero. Maquillaje: Cholu Dimola. Teatro de la Comedia. Duración: 60 minutos. Martes y sábados a las 21 horas.

¿Quién es Gertrudis? Cualquier buen lector o espectador de la obra de Shakespeare recordará de inmediato -si otra evocación más familiar o próxima a su vida y memoria no se le adelanta- que en Hamlet ese es el nombre de la madre del protagonista y viuda reciente del rey muerto en Dinamarca. Cuando la obra comienza han pasado apenas dos meses de la muerte del rey y Gertrudis ya se ha casado, apenas treinta días después de enterrado su cadáver. Lo ha hecho con el nuevo monarca, Claudio, hermano menor del difunto. Enseguida se sabrá que el antiguo rey murió envenenado por quien lo reemplaza en el trono.
     
Gertrudis es un personaje fundamental de la pieza de Shakespeare, sobre todo por lo que significa para Hamlet. Shakespeare la hace aparecer en distintas escenas en las que sus intervenciones son más bien cortas, salvo la que se produce en el intenso y explosivo diálogo que mantiene con su hijo en su habitación, lugar en el que Hamlet mata a Polonio. También es vital su participación en el duelo a florete del hijo y Laertes, cuando bebe vino envenenado de la copa que Claudio le sirvió a Hamlet. Ese sacrificio de Gertrudis cambia el curso de los hechos. Sin embargo, el Bardo ha dejado para el lector o espectador ciertos huecos o incertidumbres respecto de quién esa mujer, cuál ha sido de verdad su conducta respecto de la muerte de su marido. ¿Ha ignorado ella, que se ha casado tan de inmediato con Claudio, que éste lo envenenó a su ex esposo? ¿Tuvo información y fue cómplice con su silencio? ¿Era amante de Claudio desde antes, aprovechando lo que se supone eran las largas ausencias de Hamlet padre en diversas guerras del reino? 
      
En aquel duro diálogo con su madre en su habitación, y ante la expresión “¡Qué locura criminal!”, que exhala Gertrudis al ver el cadáver de Polonio, Hamlet contesta: “Tan criminal querida madre como matar a un rey para después casarse con su hermano”. ¿Hamlet piensa realmente que su madre está complicada en el asesinato de su padre? Parecería, sin embargo, que no, que su reproche es más que nada un rapto de ofuscación. En rigor, si hay que orientarse por los indicios que proporciona la obra es poco y nada lo que  sabe y hay pocas pistas para responder a aquellas preguntas. Con lo cual, lo usual es pensar que Gertrudis, es una mujer que no ha tenido peso en el reino, más bien ingenua, y que, muerto el marido, con el cual su vínculo se había debilitado, se deja ganar por una poderosa pasión por su cuñado. 
      
Esta hipótesis es la que aborda el autor Fernando Musante para imaginar, en el monólogo que interpreta la actriz Stella Matute, un pasaje de su vida previo al casamiento con Claudio. Gertrudis cuenta algo de su historia con su ex marido. Ha sido entregada muy joven al rey por su padre para que cumpla la tarea de amante esposa ante un hombre al que no conoce y que la excede en edad. El monarca ocupa gran parte de su existencia en guerrear para mantener o ampliar el territorio de su reino y su poder. No tiene ojos ni atención para ella, salvo cuando vuelve de las batallas y se arroja sediento sobre su anatomía para saciar brutalmente su deseo carnal y luego abandonarla en el lecho, insatisfecha y temblorosa, tratada como un objeto. La felicidad no ha llegado nunca a esa mujer. En cambio, cuando Claudio la seduce, su cuerpo es colmado de caricias y ternuras y se funde en una estremecedora unión con el cuerpo del otro.
      
Lejos está este retrato de Hamlet padre de las descripciones que hace su hijo cuando exalta delante de su madre las virtudes de él o cuando evoca, en una escena en que está solo en escena, la repentina decisión que tuvo de casarse con su tío y el olvido que su cabeza sufrió de aquellos instantes en que ella se colgaba del cuello de su padre al verlo llegar, “como si su hambre aumentara con lo que es su alimento.” Pero esa es la visión del hijo, no hay palabras de la madre que avalen con certeza que ella lo amaba como la describe el príncipe. Por eso, la hipótesis imaginada por Musante -que tiene claras reverberaciones del modelo de mujer sometida y desvalorizada por las estructuras patriarcales- es totalmente válida, como lo sería cualquier otra que, ante el vacío y los enigmas que deja el texto shakesperiano, hubiera imaginado una mujer más libre y ambiciosa, tocada por el deseo de poder y cierta inescrupulosidad, como tantas otras reinas de aquel mundo poblado de dinastías sangrientas.
     
La ventaja es que en este texto de Musante, bien escrito y sanguíneo, Gertrudis no es solo una enamorada deslumbrada por su nueva experiencia, también es la madre preocupada por lo que puede pensar su hijo, por la reacción que él tendrá al enterarse del su precipitado casamiento. Esto coincide perfectamente con lo que pasa en la obra original. En una de las primeras escenas, y ante la duda de Claudio sobre cuál será la razón que perturba tanto a Hamlet, Gertrudis le dice: “Temo que no hay más que una: la muerte de su padre y nuestro apresurado casamiento”. Ella avizora el efecto que la información provocará en el alma de Hamlet y mientras celebra la inminencia de la boda y el descubrimiento del amor, se inquieta por lo que su hijo pensará de esas dos noticias. Ese ir y venir entre esa exaltación casi primaveral de Gertrudis y su decisión de escribirle a Hamlet para contarles los hechos en una carta -gesto que se frustra a cada momento por la preocupación de que el hijo tome a mal el anuncio- son dos espacios entre los cuales esa excelente actriz que es Stella Matute se mueve virtuosamente, poblando a cada uno de ellos de los ricos matices y tonalidades que requieren. Bajo la dirección atenta e inteligente del experimentado Santiago Doria, y en el marco de una cálida escenografía concebida por Alejandro Mateo (también autor del excelente vestuario), la actriz ofrece una hora de recordable interpretación. 

Notas relacionadas