Perfectos desconocidos

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Perfectos desconocidos. España 2017. Dirección: Alex de la Iglesia. Guion: Alex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría. Fotografía: Ángel Amorós. Montaje: Domingo González. Música: Víctor Reyes. Intérpretes: Belén Rueda, Eduard Fernández, Héctor Alterio, Juana Acosta, Eduardo Noriega, Dafne Fernández, Pepón Nieto y Beatriz Olivari. Duración: 87 minutos.

Los eclipses de luna o de sol han dado lugar a las más variadas leyendas en las civilizaciones  antiguas. Los mayas veían en los que se producían en el satélite de la tierra una señal de peligro, sobre todo para las mujeres encinta y la fertilidad. Los aztecas, por su parte, se representaban a ese fenómeno en la forma de un dragón que se devoraba la tierra. La historia de esta película que comentamos se desarrolla bajo un eclipse de luna en perigeo, o sea cuando el astro está en el lugar de su órbita más próximo a la tierra y en el que se la suele ver en tonalidades rojizas, como si sangrara. Un marco propicio, se diría, para una film de terror. Perfectos desconocidos, la producción española dirigida por  Alex de la Iglesia, el creador de largometrajes de tanto impacto como La comunidad, El día de la bestia, Mi gran noche o El bar es, sin embargo, una comedia. Claro que una comedia que se las trae, que no hace correr sangre, pero pone en peligro la estabilidad de varios matrimonios y clava algunos aguijones muy certeros sobre algunas hipocresías de las relaciones humanas.

     La película de Alex de la Iglesia es una remake de otra que con el mismo tema habían estrenado los italianos en 2016 y que se había estrenado también acá con el mismo título, que en italiano es Perfetti sconosciutti. Ambas producciones tuvieron en sus países un buen resultado de boletería. En España dicen que fue el film más taquillero del año pasado. El eje argumental, en ambos trabajos, es casi idéntico, si bien con pequeñas diferencias que ya señalaremos. Se trata de un relato con que por transcurrir en un ámbito único y ser muy dialogado tiene características teatrales, pero que ambos directores, el italiano Paolo Genovese, y ahora Alex de la Iglesia en el más reciente film, han tratado de hacer lo más cinematográfico posible, creemos que el último de los mencionados con más fortuna. Se trata de un grupo de siete amigos que se reúnen a cenar, precisamente en una noche de eclipse, en el departamento de una de las parejas, formada por Alfonso (Eduard Fernández) y Eva (Belén Rueda). Este matrimonio no está pasando por un buen momento y tampoco uno de los otros dos que llegan a visitarlos: el de Antonio (Ernesto Alterio) y Ana (Juana Acosta). Los cónyuges restantes son, en cambio, un mar de arrumacos y mimos: Eduardo (Eduardo Noriega) y Blanca (Dafne Fernández). Todo parece en ellos armonía. El séptimo es un solterón: Repón Nieto, que viene solo pues su supuesta media naranja está descompuesta.

        Los siete, luego de cambiar saludos y gastarse algunas bromas, comienza a probar las delicias del menú de esa cena y desean, como lo expresan cada uno de ellos, no pasar una noche aburrida ni tampoco tensa, sino lo más divertida que sea posible. Y a uno de ellos no se le ocurre mejor idea de lograrlo que proponer que tanto invitados como anfitriones dejen sus celulares abiertos y en altavoz para que se escuchen durante la cena el contenido de todos los mensajes, llamadas, whatsapps, notificaciones de las redes sociales que los dueños de los smartphones reciban. Una idea fatal porque, a pesar de las dudas iniciales, nadie quiere mostrarse temeroso de ser descubierto en alguna trampa o incorrección y los siete aceptan el juego. Lo que sucede durante esa cena y los secretos que surgen de los celulares es la sustancia más sabrosa de la película, que de paso que desnuda el nivel de engaño sobre las que se montan muchos vínculos humanos, satiriza la terrible dependencia que parte de la sociedad contemporánea tiene con esos aparatos de comunicación, que regularmente sirven como espacios de exhibición de una intimidad que a nadie le gusta en teoría ver vulnerada y sin embargo se tolera y más de lo debido. Pero, como en una comedia que privilegia sobre todo el humor, la sangre no llegará al río y un giro fantástico logrado gracias al eclipse de luna que tanto preocupaba a los mayas pone las cosas en su sitio. Se retrocede un paso para poder seguir adelante. Una pequeña treta india para que la reflexión se asiente solo en lo que ha ocurrido.

        La diferencia con la película italiana es que la de Alex de la Iglesia logra un clima de humor negro mucho más intenso y efectivo que la otra. Y tiene mejores diálogos. Desde el punto de vista de la narración le impone también al film un ritmo más sostenido y un timing cómico con más delirio. El elenco español no podría ser más sólido. Los trabajos de las mujeres son excelentes y lo mismo los de los varones Eduard Fernández y Ernesto Alterio, que son los que más sobresalen, pero sin por eso opacar el buen desempeño de los demás. Una buena oportunidad para entretenerse y también de mirarse en el espejo de algunas costumbres que, cada vez más, alcanzan ciudadanía global.

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