Entrevista al actor Carlos Portaluppi



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Viene del teatro, se hizo conocido en la tele y brilla también en el cine: la trayectoria de un actor que sin prejuicios se dispone a poner el cuerpo “allí donde haya una buena historia”. 

 


Es de Mercedes Carlos Portaluppi, una ciudad que queda en el centro geográfico de Corrientes y se destaca más que nada por su actividad agropecuaria. De hecho a los diez años el actor se las arreglaba para manejar un tractor, mientras que a los 16 estaba organizando un depósito de filtros y aceites en una estación de servicio. Pero de arte dramático poco y nada: en su casa ni siquiera tenían televisión, y es él mismo quien cada tanto recuerda que jamás lo convocaban para los actos escolares, en los que siempre eran otros los que hacían de San Martín, Belgrano o Sarmiento. Carlos era un adolescente cuando una profesora se enteró de esas ganas frustradas de actuar y lo invitó a participar en una obra de Florencio Sánchez, Nuestros Hijos. Así fue como por primera vez se subió a un escenario sin haber visto jamás una obra de teatro. Si bien la experiencia lo marcó, tampoco es que fue definitiva: para entonces ya había decidido que quería estudiar arquitectura y lo haría en La Plata.

Ahí fue. Concurrió a la universidad durante cuatro años durante los cuales empezó a conocer a otros jóvenes interesados en la actuación. Con ellos consiguió armar un grupo al que una vez por semana entrenaba un docente que viajaba desde la Capital, y entonces sí tuvo lugar “la” revelación: chau arquitectura, hola tablas. Se fue a estudiar con Lito Cruz y en 1990 empezaron a aparecer los primeros papeles tanto en teatro como en televisión, donde tuvo su debut en el set del célebre Atreverse junto a popes como China Zorrilla y Oscar Martínez. También pasó por programas como Fiscales y Gasoleros, aunque su salto a la fama vino de la mano del recordado Elvio Dominicci que compuso en Vulnerables. En la tira semanal dirigida por Daniel Barone el personaje de Portaluppi –un farmacéutico- no era en absoluto central, y sin embargo el particular triángulo que conformó junto a Leonor Manso e Inés Estévez contribuyó al fenómeno de popularidad que al actor solo le sirvió para seguir trabajando. Pasó por una enorme cantidad de programas como El sodero de mi vida, Jesús el heredero, Vidas robadas, Epitafios y Los exitosos Pells, mientras que La fuga, Whisky Romeo Zulu, Tiempo de Valientes, Una novia errante y El pasado se cuentan entre sus muchas participaciones en el cine. En teatro formó parte –entre otros- de los elencos de Calígula, La señorita de Tacna, Nunca estuviste tan adorable y Emilia, la obra de Claudio Tolcachir con la que recorrió el mundo.

Este 2016 se lo pudo ver en Hijos Nuestros, una pequeña gran película dirigida por Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez en la que se pone en la piel de un tachero bastante gris cuya única nota saliente pareciera ser su pasión por San Lorenzo hasta que Silvia (Ana Katz) se interpone en esa vida prosaica. Hasta Viggo Mortensen habló de su “soberbia” actuación en el film.

En la tira El Marginal –que hasta septiembre pasado se emitió en la televisión pública- le tocó interpretar al Morcilla, un carcelero bruto y bastante desagradable. Y en Bajo Terapia –la comedia teatral de Daniel Veronese que sigue en cartel en la calle Corrientes- su rol es el de un padre y esposo controlador que a pedido de su mujer llega a una sesión de terapia grupal. Si algo queda claro a esta altura es que a Portaluppi no le importa demasiado el formato, ni el género, mucho menos lo rutilante del elenco que le toque compartir los proyectos. Según él mismo dice, a cada papel le pone el mismo amor: “Mientras haya una buena historia para contar –asegura- la paso muy bien”.