Entrevista a Martín Salinas

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Creador de guiones de tanta calidad como el de Gaby, una historia verdadera, una película de Luis Mandoki con Liv Ullman y Norma Aleandro, y Embrujo, de Carlo Carrera, por nombrar solo dos de las muchas en las cuales intervino en su escritura, o de Ni un hombre más, el film que él mismo concibió y dirigió, el argentino Martín Salinas es una figura de referencia absoluta para toda América Latina e incluso Europa por su larga y sustanciosa experiencia autoral en México, Estados Unidos, España y nuestro propio país, lugares donde también ha ejercido por largos años la docencia. En esta nota que le hace Revista Cabal, este profesional con más de tres décadas de trabajos en distintos sets de cine y televisión, nos habla de sus próximos proyectos y de algunas de las cosas que ha hecho en los recientes años.

Prestigioso y muy requerido guionista de cine y televisión y calificado docente, cuya rica carrera profesional se desarrolló durante muchos años en México, Estados Unidos y España, el argentino Martín Salinas regresó definitivamente al país en 1991, que se fue convirtiendo en centro fundamental de su actividad profesional. Circunstancia que no le impidió seguir escribiendo a la distancia para compañías productoras de México y diferentes países o estudios como Warner Bros, Universal o MGM, entre otros. Al mismo tiempo que, por motivo de sus virtudes en el oficio y las relaciones construidas en sus tiempos de exilio, es convocado regularmente para intervenir como tutor de guiones o profesor de seminarios o talleres. O también para la producción de una película como Nicotina, comedia negra de su autoría que debía rodarse en la Argentina y no se pudo por la crisis de 2001, por lo cual se trasladó la filmación a México, donde la dirigió Hugo Rodríguez y se transformó allí en el largometraje más taquillero del año 2004, en que se estrenó.

       Pero Salinas, sin dejar de ser un autor para películas de otros, ha incursionado también en la dirección cinematográfica, llevando a la pantalla sus propios guiones. Así sucedió con el premiado cortometraje Bajo el cielo azul, dentro de la serie Historias Breves 7, o Ni un hombre más, una estupenda comedia muy en el estilo del libro que escribió para Nicotina, y en esa línea ha concebida otra cuyo nombre será Salud mental no incluida, que se filmará en coproducción entre Argentina, Brasil y México. Precisamente en este último país había estado en diciembre pasado donde simultáneamente dictó un taller intensivo de guion para diez profesionales locales y visitó a su hija María, que actualmente reside en territorio azteca. Precisamente a este nuevo proyecto y las dificultades para llevarlo a cabo, sobre todo en el plano económico; a su intervención como guionista en la miniserie televisiva Llámame Francisco, sobre el Papa argentino Jorge Bergoglio, escrita por él junto al director italiano Daniele Luchetti, y a las vicisitudes por las que atraviesa el quehacer de un guionista, Salinas dedicó la mayor parte de la entrevista que mantuvo con esta revista en su domicilio de Colegiales hace pocas semanas.

        El diálogo comenzó con Salud Mental no incluida, su más reciente propuesta de dirección cinematográfica. “Se trata de una comedia negra de las que disfruto escribiendo para dirigir yo mismo. La primera versión es de hace ya tiempo, pero su fue aggiornando siguiendo los cambios del mundo real –dice Salinas-. Es sobre un  presidente norteamericano que se llama Ronald Cramp (apellido que quiere decir calambre en inglés), que un día se sobremedica, se enfurece con los CEOs del FMI y sale a decir que los va a meter presos a todos en la cárcel de Guantánamo y ‘pobrecitos los terroristas.’ Y se desencadena un tsunami financiero mundial durante tres días.  La película registra lo que pasa en tres grandes ciudades de Latinoamérica con diversos personajes que son impactados por esa locura global.” Le preguntamos cuán avanzado está el proyecto y contesta: “Fue presentado al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) en marzo de 2017 y aprobado por el comité de preclasificación. Pero nos preocupa el anuncio de que este año no habrá más créditos. De todas maneras pensamos que lo van a reconsiderar. Para un proyecto en cualquier lugar del mundo, salvo Hollywood, si no hay plata del Estado no hay película. Es la base sobre la que armás el resto de la producción, y para que los coproductores de Brasil y México puedan gestionar los créditos y subsidios ante sus respectivos institutos de cine y eventuales inversores privados. Hay mucho entusiasmo por el proyecto, incluyendo a varios actores muy conocidos de los tres países. Como te imaginarás, es muy arriesgado mantener en stand by un proyecto en el que participan coproductores, actores y técnicos de los tres países de mayor tradición cinematográfica de Latinoamérica. Máxime cuando ya llevas invertidos algunos miles de dólares de tu bolsillo y del de tu productor local, para financiar la escritura del guion, las traducciones de los contratos, sinopsis, tratamiento, envíos por courier, legalizaciones, consultorías legales, etc., etc. Los coproductores te esperan, por supuesto, pero uno no puede pedirles fidelidad eterna y que dejen de interesarse por otros proyectos.”

        

Martin Salinas

 La realización de la miniserie sobre el Papa que se emite por Netflix y en la que intervino como guionista, fue, en cambio, menos compleja en lo económico, porque partió de una propuesta de Taodue, productora de la poderosa empresa de comunicación Mediaset. “Este emporio europeo-italiano, dueño de Telecinco de España y Canal Cinco de Italia, quería hacer dos telefilms sobre el Papa –cuenta Salinas-. Era obvio que alguien tenía que hacerlos y los italianos dijeron primero “nosotros”, tal vez por el olfato del productor Pietro Valsecchi, un hombre que ha hecho ganar fortunas a Silvio Berlusconi, el fundador y propietario de la cadena.

 

El director asignado al proyecto era Daniele Luchetti, uno de los cineastas más prestigiosos de Italia y hombre muy querido por los estudiantes del Centro Experimental de Cine de Roma.  "Tiene algunas películas que yo había visto y me encantaron como Mi hermano es hijo único, La nostra vita o Anni felici.  Las dos primeras participaron en el Festival de Cannes. Inicialmente me convocaron como consultor de cierta idea que querían desarrollar en base a una primera serie de entrevistas que habían hecho en la Argentina. Mantuvimos varias reuniones hasta que Luchetti me propuso trabajar en la escritura del guion.”

 

“Aunque me atraía mucho el proyecto, en un primer momento dudé –continúa-. El personaje central era nada menos que el Papa que estaba vivo y en funciones. Además de lo cual el productor me planteó que necesitaban los guiones completos en tres meses. Le contesté que eso era imposible. Por suerte Luchetti estaba en un ciento por ciento de acuerdo conmigo. La investigación y la escritura terminaron durante un año y medio, superpuesto, en la última etapa, al rodaje de lo que para entonces ya se había convertido en la serie que se ve en Netflix. Lo que le agregó un plus al proceso creativo, ya que tuvimos el privilegio de seguir escribiendo con Rodrigo de la Serna ya encarnando su interpretación de Bergoglio joven, junto a Mercedes Morán, Muriel Santa Ana, Sergio Hernández y el resto del elenco. El primer desafío fue cómo contar la historia de alguien que está vivo y accionando bajo la mirada permanente de los medios de todo el planeta, y qué contar de él. Durante las conversaciones con el director, él agnóstico y yo ateo, nos entusiasmó la idea de contar la historia de un hombre al que le tocó vivir y llegar a jugar un rol pastoral muy difícil en tiempos de la dictadura cívico- militar argentina. Un hombre que había crecido y abrazado el sacerdocio en medio de profundas divisiones y violencia ejercida por integrantes de las Fuerzas Armadas contra la población civil, en que la Iglesia argentina había tomado partido y estaba severamente cuestionada por algunos de sus amigos de adolescencia. Tras crear las escenas que dan cuenta de esto, recurrimos a su paso como maestrillo del Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe en el año en que se anunciaba el regreso de Perón del exilio y las divisiones ideológicas y políticas empezaban a calar en el estudiantado. Como sabemos, varios cuadros importantes del Movimiento Nacionalista Tacuara eran oriundos de Santa Fe y tenían la edad de los estudiantes a quienes educaba Bergoglio. La escena en que Borges visita el colegio a instancias del maestrillo Bergoglio existió.”

       “El siguiente gran paso en el que su historia personal y la escala épica se entrelazan, es cuando a los 36 años lo nombran Superior Provincial de los jesuitas en la Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay y se ve obligado a navegar las aguas ensangrentadas de la dictadura. Encontramos varios testimonios acerca de cómo ayudó a muchas personas, ya sea escondiéndolas o ayudándolas a salir del país, junto a testimonios de quienes afirma que no hizo las denuncias públicas que, dada su responsabilidad como Superior Provincial, y al igual que la jerarquía eclesiástica argentina, debería haber hecho. Una circunstancia que, desde el punto de vista dramatúrgico, se constituyó en la veta por la que la serie finalmente navega. Porque se trata de un protagonista que, paso tras paso, se va enfrentando a decisiones de las que, en la vida real, dependieron la vida y la muerte de quienes eran perseguidos y desaparecidos por la dictadura.  La decisión de no hacer una película religiosa, sino contar la historia de un hombre religioso, permitió tomar la suficiente distancia como para entender que se trata de un hombre de fe, que está convencido de que la Iglesia es la gran herramienta de Dios para enfrentar a Lucifer, y que cualquier acción que tienda a dividirla, iría definitivamente en contra de ese objetivo. Mi hipótesis en cuanto al piso ético del personaje (el dramático, no el real) es que, para él, la contradicción principal es el enfrentamiento entre Dios creador del universo y Lucifer, que según él cree viene desde el inicio de los tiempos, y no la de intentar o no intentar detener el exterminio de 30.000 seres humanos que estaba en marcha. Porque el costo de dividir a la Iglesia entre quienes colaboraban con el genocidio y quienes lo condenaban, iba a debilitar sin remedio a la principal herramienta de Dios para enfrentar a Lucifer en la Tierra.”

         En estos últimos tiempos, Salinas colaboró también en el guion de una coproducción uruguaya, argentina y brasilera, que se estrenará en la Argentina en ocasión del próximo Mundial de Fútbol. La película, que ya se estrenó en Uruguay, se llama Mi Mundial y está basado en un best seller que lleva el mismo nombre. Es la historia de un niño uruguayo, mezcla de Maradona y Messi, y con un padre laburante, a quien un día descubre un técnico brasilero. El director uruguayo Carlos Morelli, que vive en Berlín, había escrito una primera línea argumental y lo convocó primero como asesor, pero en el transcurso del desarrollo del trabajo Salinas terminó como colaborador autoral y de guion. También participó como colaborador autoral y de guion en La novia del desierto, de las directoras Cecilia Atán y Valería Privato, que participó en la sección Une Certaine Regard del Festival de Cannes. Y colaboró además con el director ecuatoriano Paul Venegas, en una película sobre la inmigración china en Ecuador y Latinoamérica.

         Sobre la razón de elegir asesorías puntuales o tutorías en talleres breves y laboratorios de guion como el de Sundance en Oaxaca, o el último que hizo en México en diciembre pasado, que por ser muy concentrado no le llevó mucho tiempo, comenta: “Es que para trabajar mucho, como suelo hacer en cada proyecto en el que me embarco, prefiero en estos días poner el esfuerzo en algo que responda al deseo que finalmente me ha llevado a escribir, y en los últimos 9 años, a dirigir. Hay algo que aprendí de los jesuitas mientras los investigaba para escribir la serie Llámame Francisco: la pregunta acerca de por qué hacés lo que hacés. Esa pregunta está bien formulada en el final de la serie. ¿Cuál es la verdadera razón de hacer lo que haces? Al no dirigir lo que escribe, el guionista trabaja inevitablemente al servicio de las decisiones de otros, ya sean productores o directores. Yo he tenido la suerte de trabajar con algunos directores con los que tenía una mirada y una búsqueda en común, y el resultado es que entonces tu mirada, tus personajes, tus subtextos, están definitivamente en la película. Por eso, cuando empezás dirigir experimentas que el trabajo es fundamentalmente con vos mismo. Y que, para bien o para mal, sos el mayor responsable de la obra que eventualmente surja de esa colaboración entre el autor de los personajes y la historia, y quien la dirige.”

                                                                                                                                   A.C.

 

Fotos: Sub.coop