Bulimia y anorexia: la lucha por el cuerpo idealizado

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Los trastornos de alimentación afectan a mujeres y hombres, aunque ellas son mayoría. Estas patologías, asociadas a patrones de belleza inalcanzables, requieren de tratamientos específicos. ¿Cómo detectarlas? ¿Cuáles son los tratamientos adecuados? Revista Cabal conversó al respecto con tres especialistas

Los trastornos de alimentación tienen en nuestra época una presencia cada vez mayor. La bulimia y la anorexia son dos de los trastornos más frecuentes y afectan en una mayoría a mujeres aunque los varones también pueden sufrirlas. La edad de mayor riesgo se ubica entre los 12 y los 25 años, cuando los jóvenes se ven más influenciados por los patrones de belleza que imponen la moda, la televisión, el cine y la publicidad.

  La pregunta fundamental es ¿qué son los trastornos alimentarios? Revista Cabal consultó a las licenciadas María del Carmen Alfonso y Viviana Cuezzo, ambas coordinadoras del Equipo de Trastornos de Conducta Alimentaria Centro Oro, centro de Salud Mental, con una trayectoria de  veinte años en la atención de estas patologías. “Nos referimos a síndromes o conjunto de síntomas o signos que no constituyen una entidad nosográfica en sí misma sino que se presentan en distintos cuadros clínicos y con diferentes grados de gravedad, por esto último es muy importante realizar un diagnóstico adecuado”, explican ellas.

Según la descripción que aportan las especialistas, estas son las principales manifestaciones de las patologías mencionadas:

Anorexia Nerviosa:

•Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla.
•Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal.
•Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales.

Hay dos subtipos:
-Restrictiva: el individuo no recurre regularmente a atracones o a purgas.
-Purgativa: el individuo recurre regularmente a atracones o purgas.

Bulimia Nerviosa:

•Presencia de atracones recurrentes.
•Conductas compensatorias inapropiadas (vómitos, uso de laxantes, ayuno, ejercicio excesivo).

Hay dos subtipos:
-Purgativa: provocación del vómito o uso de laxantes.
-No purgativa: ayuno y ejercicio intenso.

Es imposible desconocer o negar hasta qué punto los parámetros culturales imponen modelos de belleza muchas veces alejados de la realidad de los cuerpos. De todas formas también es importante saber que hay otros factores detonantes, explican los especialistas: las causas se asocian siempre a la historia de vida del paciente. 

Según Marcelo Bregua, Psicólogo y Coordinador General de ALUBA (Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia) las causas siempre son múltiples. “Estos trastornos son multicausales”, explica él. “Hay varios factores que influyen, como la herencia genética, la aprendida -características que surgen del seno familiar, por ejemplo: ciertas conductas, costumbres, gustos, preferencias a la hora de comer-, los grupos de pertenencia y de referencias y la autoestima, la fortaleza interna, las crisis vitales y más. Hay que remarcar que la anorexia y la bulimia tienen razones emocionales.”

¿Cómo se manifiestan estas enfermedades? Bregua responde: “Las pacientes con anorexia –en su mayoría son chicas- tiene una distorsión de su imagen corporal, que las lleva a creer que están aumentando cada vez más de peso. Entonces, se obligan a mantener una dieta cada vez más estricta, aunque en realidad estén adelgazando de manera alarmante. Esto les provoca caída del cabello, alteraciones de la piel,  trastornos gastrointestinales, ansiedad, depresión y aislamiento social. Por su parte, la bulimia se caracteriza por episodios de ‘atracones´ en los que se come en exceso, que luego tratan de compensar esas ingestas con vómitos, ayuno, uso de laxantes, etc. Parte del problema es que las pacientes no tienen conciencia de que les pasa algo ni de que deben tratarse con ayuda médica, ya que estas patologías pueden atentar contra sus vidas.”
Según datos de ALUBA, la gran mayoría de quienes sufren estos trastornos, generalmente, no presentan conciencia de la enfermedad que están padeciendo. Los jóvenes que llegan a tratamiento suelen hacerlo llevados por padres o familiares. Incluso llegan a negarse a recibir ayuda, lo que dificulta la posibilidad de superar la enfermedad. Cuando el entorno apoya y colabora con los profesionales, la posibilidad de salir adelante es mayor.

Marcelo Bregua, describe cuál es el tratamiento que ofrece  ALUBA, institución que lleva más de 30 años abordando estas patologías: “El modelo del tratamiento de ALUBA contempla un abordaje integral del paciente, teniendo en cuenta los aspectos psicológicos, psiquiátricos y clínicos, sin perder nunca de vista al paciente en tanto persona integrada en un contexto social determinado. Los pacientes atraviesan una etapa de diagnóstico y luego pueden ser derivadas al Hospital de Día (concurren todos los días de 8 a 17) o ir tres veces por semana a su grupo de 90 minutos. El programa de tratamiento en sus diferentes modalidades (Hospital de Día, Grupo Externo) estima controles periódicos. Está dividido en  Módulos o Etapas, cuya duración está sujeta a la evolución de cada paciente”.
Según explica el especialista, el Módulo I es la etapa más intensiva del tratamiento respecto a la asistencia e indicaciones que se le dan al paciente. Los objetivos de esta etapa son los siguientes: 1- Lograr la estabilidad clínica. 2- Normalizar las pautas alimentarias.3- Mejorar las relaciones familiares.4- Logro de una mayor estabilidad del estado de ánimo.
El Módulo II contempla la reinserción social del paciente, la estabilidad en los vínculos familiares y personales. Mientras que en el Módulo III se trabajan por el logro de un proyecto de vida en el marco de la salud, manteniendo hábitos sanos que mejoren la calidad de vida, enfatizando la comunicación eficiente.

Por su parte, en el Centro Oro el abordaje también incluye la participación de varios profesionales: “Dada la complejidad de estos cuadros es imposible su abordaje sin un encuadre interdisciplinario, en nuestro equipo contamos con la atención conjunta de médicos clínicos, psiquiatras, psicólogos, y licenciadas en nutrición”, explican ellos. “Priorizamos la atención médica o psicológica de acuerdo a la gravedad de cada caso. En este sentido, abordamos los tratamientos en la clínica de acuerdo al cuadro de cada paciente, siendo el psicoanálisis nuestro marco teórico. Centramos nuestra práctica en la escucha de los pacientes por lo que en todos los tratamientos sostenemos las entrevistas individuales además de los abordajes vinculares y familiares y los controles clínicos y nutricionales.” Y agregan: “En general cuando los consultantes llegan traen consigo un bagaje discursivo totalmente centrado en la comida, las calorías, el peso, el temor a engordar, los vómitos o el ejercicio. Durante un período importante del tratamiento todo el discurso gira en torno a estos temas, dado que toda la vida del paciente está invadida por estos y el espacio de análisis no queda al margen. Nuestro desafío consiste en ir provocando un cambio en la posición del paciente de modo tal que pueda empezar a hablar de los sufrimientos que están  ´anudados´ a la comida o al cuerpo pero cuyo origen está en otro lado. El espacio de análisis posibilita que estos trastornos empiecen a significar en relación a una historia, razón por la cual no acordamos con las reuniones grupales como único abordaje psicológico ya que consideramos a cada paciente único y particular. Cada uno con su historia personal, con un grupo familiar particular y con un componente biológico único.”

“Es fundamental que padres y madres se mantengan atentos a los signos que los adolescentes pueden presentar en relación a estas patologías, sobre todo cuando empiezan a interesarse por las dietas, por las calorías de los alimentos, muestran mucho interés por el peso y la imagen del cuerpo, no comparten la mesa familiar, o comen solas/os en su cuarto”, sostienen las Lic. María del Carmen Alfonso y Viviana Cuezzo. “Al mismo tiempo se aíslan –coinciden los profesionales-, alejándose de sus amigos, y dejan de salir o de hacer las actividades que desarrollaban normalmente. Pueden volverse agresivos, irritables, malhumoradas/os y toda su vida se ve afectada por su imagen corporal, que incide a su vez en su autoestima. La imagen de sí mismos es directamente proporcional a la imagen que les devuelve el espejo. Pero es una imagen distorsionada la que ven, y necesitan ayuda” concluyen.