Cómo dormimos los argentinos

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Una encuesta online busca determinar científicamente la calidad del descanso de los habitantes de nuestro país.

El proyecto de investigación se llama Crono Argentina y busca determinar cómo, cuándo y cuánto dormimos en nuestro país. Si bien hay antecedentes en la materia, este es el más ambicioso, ya que aspira a encuestar al 1% de la población a nivel nacional, esto es unas 450.000 personas. Los investigadores involucrados en el proyecto son los doctores Diego Golombek (UNQ-CONICET, Argentina), María Juliana Leone (UNQ-UTDT-CONICET, Argentina), ambos integrantes del laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, y Marina C. Giménez (Chrono@Work, Holanda). Los primeros datos podrían estar listos en los próximos meses.

Según se explica en el sitio donde se realiza la encuesta (www.cronoargentina.com), los únicos requisitos para participar de la misma son vivir en la Argentina y tener más de 13 años. El cuestionario, que se completa en alrededor de 20 minutos, consta de 20 páginas. Los datos que se ingresan son confidenciales y/o anónimos, a menos que se quiera ingresar una dirección de correo electrónico para ser contactado en futuros estudios. El sondeo comienza con los datos personales (fecha de nacimiento, género, peso, altura, ciudad donde vive, entre otros) y continúa con preguntas sobre hábitos de distinta índole: si fuma o no; si consume bebidas con cafeína y alcohol y en qué medida; uso general y específico de dispositivos móviles; si estudia o si trabaja, cuántos días a la semana y en qué horarios.

Las preguntas más específicas, casi todas diferenciando los hábitos de los días con ocupaciones a los de los días libres de ocupaciones, incluyen el horario en que se va a dormir; el tiempo que demora en quedar dormido; la hora en que se despierta; si lo hace con o sin alarma; la calificación de la calidad del sueño; si duerme siesta; las horas que pasa al aire libre; los hábitos de sueño durante el último mes; los problemas para dormir durante el último mes (no poder quedar dormido en la primera media hora, despertarse durante la noche, tener que levantarse para ir al baño, no poder respirar bien, toser o roncar ruidosamente, sentir frío o calor, tener pesadillas, sentir dolores, en una escala que va de ninguna vez y menos de una vez a una o dos veces y tres o más veces por semana). También se pregunta cuántas veces tomó medicinas para dormir, indicadas o no por un especialista; cuántas veces tuvo problemas para mantenerse despierto mientras conducía, comía, trabajaba, estudiaba o desarrollaba alguna otra actividad social; qué tanto problema le ha traído su estado de ánimo para realizar actividades como conducir, comer, trabajar, estudiar o alguna otra actividad social, y cómo calificaría en conjunto la calidad de su sueño. Y una parte final optativa, de corte menos estadístico y más psicológico, con preguntas sobre la mejor hora para despertarse si tuviera libertad de hacerlo y los horarios de mayor rendimiento intelectual y físico, entre otras.

 

Antecedentes

 

Si bien ningún estudio anterior se planteó el desafío de encuestar a 450.000 personas, el tema de cómo dormimos los argentinos ya fue motivo de estudio, tanto en el país como en el extranjero. A nivel local, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), realizó un estudio con 6.000 casos, en el que se relacionaban algunos hábitos del sueño con datos socioeconómicos de los encuestados, buscando determinar parámetros de pobreza con trastornos del sueño.

Por otra parte, el científico alemán Til Runeberg desarrolló en Múnich, con decenas de miles de casos, su Sleep Project, un test que tenía por objetivo identificar diferentes cronotipos. Esto es, las características que hacen que una persona sea más diurna o más nocturna (alondra o búho, en términos menos científicos). Además comparaba, como lo hace el proyecto Cronos Argentina, los hábitos del dormir durante los días hábiles y los días libres, con el fin de determinar la existencia de un “jet lag social”, la diferencia entre el horario de nuestro reloj biológico y el del mundo exterior. Entre otros hallazgos, Runeberg descubrió que hay una relación directa entre los hábitos de sueño y, por ejemplo, el consumo de nicotina o la obesidad.

 

 

Objetivos

 

Uno de las metas de la encuesta es determinar cuál debería ser el huso horario de la Argentina, que al parecer no responde a cuestiones geográficas sino políticas. Según Golombek, la información obtenida durante la investigación permitirá plantear el tema en términos científicos. Un cambio de huso horario podría producir mejoras no solo en el sueño, sino también en la productividad, la predisposición a ciertas enfermedades y el estado de ánimo de la población. Esto está directamente relacionado con las horas de exposición a la luz natural. “El objetivo de este estudio es que la gente sea más consciente de la biología y su relación con el medio ambiente. Si además de eso podemos sacar conclusiones que aconsejen, mejoren y ayuden a las decisiones de políticas públicas, mejor”, declaró Golombek.

“Lo primero que queremos saber –agregó– es si hay correlación geográfica: saber si en los ejes norte-sur y este-oeste hay variación de cronotipos. Y después relacionarlos con las variables que vayamos sacando de la encuesta y demográficas: población urbana y rural, grandes centros poblacionales, que sacamos de datos públicos”. Y se mostró optimista sobre el alcance de la encuesta y su posterior análisis: “En la medida que tengamos decenas de miles pero bien representados geográficamente, vamos a poder sacar conclusiones válidas”.

 

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