Cyberbullying: el acoso a través de las redes sociales

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Las víctimas son en su mayoría adolescentes de entre 12 y 17 años, y las mujeres son más propensas a sufrir ataques. El Cyberbullying –maltrato o agresión a través de mensajes de texto, de voz, o de fotos, videos, audios, subidos a las redes sociales- afecta a millones de jóvenes alrededor del mundo, y preocupa a profesionales de la salud, padres y docentes. La opinión de una especialista y algunos tips útiles para proteger a los menores.

Esto ocurrió en marzo de 2012, Víctor Feletto salió de la escuela y regresó a su casa, en  la localidad de Temperley, partido bonaerense de Lomas de Zamora. Allí se disparó en la cabeza con una pistola de su abuelo José. Tenía 12 años. Sus familiares denunciaron que la decisión pudo deberse a la presión que sentía el adolescente de parte de las autoridades de la escuela secundaria a la que asistía y a las ofensas de sus compañeros, que lo maltrataban sin darle tregua. En abril del año pasado, otro adolescente -Carlos Nicolás Agüero, de 17 años- se suicidó en la localidad de Chepes, provincia de La Rioja, vencido ante el hostigamiento que sufría a diario de parte de compañeros y vecinos, por su presunta homosexualidad. No se trata de casos aislados: los adolescentes y jóvenes que sufren el acoso de compañeros o conocidos tanto en la escuela como a través de las redes sociales son las víctimas de un fenómeno de consecuencias alarmantes que crece cada día.

Se define al Bullying a cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Cuando se utilizan las redes sociales como medio para la agresión, el fenómeno se denomina Cyberbullying. Una de las manifestaciones más frecuentes de este fenómeno es la publicación de fotografías, casi siempre poco afortunadas, que pueden ocasionar molestia a sus protagonistas, a los que se suele etiquetar para que sus contactos vean las imágenes. Es también muy frecuente la creación de páginas o grupos destinados a agredir, burlar o denunciar algún aspecto íntimo de la víctima.

En la actualidad, el Cyberbullying resulta relevante por la gravedad de sus consecuencias, la dificultad de prevención y el alto grado de prevalencia.

Según indican las estadísticas, los protagonistas de los casos de acoso suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia. Los chicos que resultan objeto de este tipo de agresiones, sufren las agresiones deliberadas de otros niños o jóvenes que se comportan cruelmente, con objetivo de someterlos, arrinconarlos, amenazarlos, intimidarlos o  marginarlos,  divertirse a costa suya u obtener algo de su parte.

El acoso suele ser sistemático y extenderse durante un período más o menos prolongado. Un dato llamativo es que las víctimas son en su mayoría mujeres, pero que también las agresoras son en su mayoría chicas.
“Los principales síntomas que puede presentar un joven o adolescente en el caso de sufrir cyberbullying son variados y van a depender de la personalidad previa a la situación de acoso por las redes, explica a Revista Cabal Digital, Virginia Ungar, médica psicoanalista, miembro didacta de APdeBA, consultora del Comité de Análisis de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Internacional. “Pueden presentar desde una negativa a concurrir a clase, signos de depresión, trastornos de ansiedad, retraimiento, aislamiento hasta somatizaciones varias, y otros. En mi experiencia, veo que hay niños y jóvenes que rápidamente hacen saber a sus padres del problema que están atravesando pero también hay otros que demoran en contarlo y presentan las manifestaciones a las que me referí, y los padres tiene que "llegar" a los hechos. A veces el cyberbullying es parte de un proceso que se da también en presencia, en la escuela. Puede ser una etapa preparatoria o acompañante de un acoso que a veces llega a extremos muy preocupantes.”
¿Qué deben hacer los padres, en el caso de detectar algunos de estos síntomas o notar cambios drásticos en la conducta habitual de sus hijos?
“Lo primero es participar a la escuela de los hechos y además demandar una actitud activa por parte de la misma”, sostiene la especialista. “Si no se diera esa posibilidad, insistir, porque la escuela debe tomar medidas que van desde observar el problema, a reunir al grupo, escuchar al chico afectado y a sus compañeros,  además de hacer participar al equipo o gabinete psicopedagógico y psicológico del establecimiento”. En cuanto a la posibilidad de fortalecer la autoestima del chico de modo que éste esté en mejores condiciones para defenderse por sí solo, frente a posibles ataques, Ungar puntualiza que “es posible hacer un trabajo con el niño o joven pero no creo que la familia pueda hacerlo sola. Como dije, la posibilidad de defenderse va a depender de la personalidad del niño o joven. El fortalecimiento de la autoestima se puede hacer ‘de adentro hacia afuera’, para decirlo de alguna manera. Es necesario un trabajo profundo  con un profesional entrenado y que no sea parte del escenario en que transcurre el problema. No todos los chicos sufren de este tipo de acoso, pero también es cierto que no todos los que lo sufren están enfermos o perturbados. Como siempre, tendría que estudiarse cuidadosamente la situación singular en el contexto de lo personal y lo familiar en interacción con el medio”.
Uno de los mayores inconvenientes que plantea el Cyberbullying es que los agresores que utilizan las redes para insultar o burlar a la víctima –también es frecuente que difundan rumores e incluso mentiras-se protegen casi siempre en el anonimato: a diferencia del hostigamiento tradicional, que habitualmente consiste en la confrontación cara a cara, las víctimas cibernéticas no pueden ver o identificar a sus acosadores, lo que los hace sentir aún más indefensos y vulnerables. El anonimato es uno de los factores que perpetúa, además este tipo de prácticas.
Según una encuesta realizada en noviembre de 2011 por Ipsos para la agencia de noticias Reuters el 12% de los padres (internautas) de todo el mundo asegura que sus hijos han sido acosados en Internet y casi un 25% conoce a un menor que ha sido víctima del denominado cyberbullying. El 3% de los padres definió el cyberacoso a sus hijos como una práctica “habitual”.

A raíz de esa investigación se supo también que el vehículo más frecuente para el cyber-acoso son las redes sociales como Facebook, citada por un 60% de los encuestados. Los dispositivos móviles y los chats figuran casi empatados en siguiente lugar, con un 42% y 40% respectivamente. A continuación se sitúan como medios el email (32%), la mensajería instantánea (32%), otras webs (20%) y otras formas de tecnología (9%).

La toma de conciencia sobre la especificidad del problema también es mundial: el 77% de los encuestados en este sondeo internacional consideran el Cyberbullying como un tipo de hostigamiento diferente de otros, requiere una atención y esfuerzos especiales por parte de padres y escuelas. En este sentido, es muy gráfica la definición que aporta la especialista  norteamericana Parry Aftab en su guía sobre Cyberbullying: “Después de dedicar años a proteger a los menores de los adultos en Internet, nunca pensé que dedicaría tanto tiempo a protegerles de ellos mismos”.

Los estudios más recientes confirman que  los más vulnerables son los niños de entre 12 y 17 años edad, de nivel socioeconómico medio-alto y que cuentan con dispositivos móviles y acceso abierto a redes sociales y correo electrónico.

Si se tiene en cuenta que, según los especialistas en salud mental, el abuso sexual y el acoso escolar son las agresiones más severas para los niños, está claro que resulta de vital importancia que los padres presten especial atención a posibles síntomas que puedan estar revelando que sus hijos sufren algún tipo de acoso o si ellos acosan a algún otro.

La conducta típica del acosador suele responder a las siguientes características: es intencional, persistente y agresiva. Se señala como elemento característico lo que se llama “la intención de daño”, es decir, la evidencia de que existe un definido propósito de perjudicar a la víctima, que puede terminar sufriendo un deterioro en su autoestima, y padeciendo efectos en su personalidad, como una mayor tendencia a la introversión, angustia, depresión, pérdida de interés en el aprendizaje, fracaso social, miedos de diversa naturaleza, cefaleas, nauseas, vómitos, adicciones, episodios psicóticos y pensamientos o intentos de suicidio, en los casos más dramáticos.

 
10 tips para proteger a sus hijos menores del Cyberbullying (acoso informático)

1. Evitar que, en lo posible, el chico tenga una cuenta propia en una red social. Aunque la mayor parte de los menores que viven en las grandes ciudades cuentan con una cuenta propia, la edad de 13 años es uno de los requisitos necesario para abrir una cuenta de correo electrónico o en una red social.

2. Sume a su hijo como su amigo en la red social. Eso le permitirá ejercer cierto grado de control sobre lo que hace, comenta o publica. Cuando él tenga su propio correo electrónico, el pacto puede ser que usted también disponga de la contraseña de acceso. Explíquele la necesidad de ser cuidadoso en el manejo de estas herramientas.

3. Establezca las bases para una buena comunicación con su hijo. Recuerde que usted está a cargo de su cuidado y educación, y explíquele que si alguien lo acosa -en persona o en Internet- él debe decírselo cuanto antes, para que usted pueda tomar las medidas necesarias para protegerlo. Es conveniente aclarar de ante mano que sufrir alguna agresión o acoso no es algo que a él deba avergonzarlo.

4. Limite el tiempo que su hijo emplea en Internet o chateando con sus amigos. Se pueden pautar determinadas horas por día o por semana. Lo importante es que no tenga acceso irrestricto a las redes, en cualquier momento y horario.

5. Evite que su hijo tenga computadora en su dormitorio. Cuanto más tiempo pasen los hijos en presencia de sus padres, menos probabilidades tendrán de meterse en problemas en Internet. Lo ideal es tener una computadora familiar, en algún lugar de la casa –como el living o el comedor- que todos utilicen, de manera que la privacidad quede acotada a otras prácticas y no al uso de las redes sociales.

6. Predique con el ejemplo. Si sus hijos lo ven enviando mensajes de texto o hablando por celular a toda hora, e incluso usando Facebook con excesiva frecuencia, esto les parecerá lo más normal del mundo. Internet es una gran fuente de información y socialización, pero es importante  aprender a equilibrar su uso.

7. Observe el comportamiento y la actitud de tu hijo. Aunque crea que su hijo le cuenta todo, no de esto por hecho. Si lo nota más triste de lo habitual, o percibe un menor rendimiento escolar, indague en las causas del cambio de comportamiento. Explíquele que no debe tener miedo de contarle si alguien lo está molestando o agrediendo.

8. Si su hijo es víctima de acoso, tome acción de inmediato. Hable con los maestros, cambie el número de teléfono de su hijo, cierre su cuenta de correo electrónico y su cuenta de red social, e incluso informe a las autoridades si es preciso. El bullying ha costado la vida a pre-adolescentes y adolescentes y hay que tomarlo en serio.

9. Involúcrese en su vida social. Conozca a sus maestros, a sus compañeros de escuela, a sus amigos y a los padres de sus amigos. Está muy bien lo de permitir que tenga privacidad, pero cuando sea adulto. La niñez, la pre-adolescencia y la adolescencia son momentos de saber siempre con quién anda y qué está haciendo.

10. Ayúdele a tener confianza en sí mismo. Los niños tímidos, acomplejados o con alguna diferencia física, étnica, o social, tienen más tendencia a ser víctimas del acoso escolar o cibernético. En caso de que su hijo pueda sentirse diferente a sus amigos, ayúdelo a desarrollar confianza en sí mismo mediante el deporte, la pertenencia a un club o la práctica de algún hobby que él disfrute.

No se trata de negar el acceso a Internet a los niños, sino de educarlos para crear una cultura de un uso responsable de las herramientas tecnológicas.

Es de vital importancia que los centros educativos no se vuelvan cómplices pasivos del acoso. De ahí la importancia que los maestros o profesores estén siempre atentos para su detección y prevención ya que las víctimas, en general, sufren de manera silenciosa.