El amor en tiempos del Mundial

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Cómo puede repercutir en el interior de la pareja el tremendo interés que despierta uno de los acontecimientos más convocantes a nivel global. Y qué hacer para no perder por goleada.

Cada cuatro años, un tsunami de atracción horizontal afecta a buena parte de la población del planeta. Un interés que puede llegar al fanatismo, no solo para quienes están al tanto cotidianamente de cuanto sucede en el fútbol a nivel local, regional o mundial, sino también para aquellas personas que hibernan futbolísticamente durante ese lapso y se despiertan para vivir a pleno ese mes de competencia que, esta vez, se disputa entre el 14 de junio y el 15 julio en Rusia.

Aunque probablemente aún sean más, e incluso muchos más, los hombres que están pendientes del Mundial, no es menos cierto que cada vez hay más mujeres que viven el fútbol como el fenómeno social que es, y también son más las que conocen a fondo el juego, las tácticas, los actores y todo lo que involucra a este deporte en tanto competencia, y no solo como proveedoras de alimentos y bebidas y copilotos al momento de sentarse frente al televisor o de atractivas y coloridas compañías a la hora del festejo.

Pero no siempre en la pareja esta pasión por el fútbol mundialista coincide en tiempo y forma (los deseos pueden ir de “quiero ver todos los partidos” a “no me interesan ni los partidos de Argentina”). No es lo mismo una semifinal con el equipo de Lionel Messi como protagonista que un Marruecos-Irán en fase de grupos, por citar solo uno de los partidos de la primera fecha de la fase de grupos de Rusia 2018. Cuando uno de los dos miembros de la pareja se toma virtualmente un mes sabático para ver los 64 partidos del Mundial, más sus previas, repeticiones, decenas de programas ad hoc, enviados especiales hasta en los programas de cocina y varios etcéteras más, es bastante probable que el otro, de algún modo, lo sufra. Y que esa dedicación full time al Mundial funcione como una grieta en la relación.

Así, es posible que los acontecimientos externos, de diversa índole, puedan afectar la relación de pareja o funcionar como disparador de una crisis, aunque se trate de un hecho o una serie de hechos ajenos a la relación entre dos personas. Para el doctor Pedro Horvat, psiquiatra y psicoanalista, “toda pareja está incluida en una serie de círculos concéntricos que la rodean y condicionan. En primer lugar la familia de origen, luego los amigos más cercanos, luego el ámbito laboral y más ampliamente la sociedad en general. Interactuamos con cada uno de estos planos y cualquier evento en ellos producirá un impacto en nuestra relación, a veces fortaleciéndola y otras desnudando debilidades previas”.

“Así, por ejemplo –explica– la separación de amigos queridos, cambios en el trabajo y a veces hasta acontecimientos políticos, pueden hacer emerger conflictos que hasta entonces estaban latentes. En ocasiones, un hecho externo lleva a comprender algo propio, otras la identificación con un tercero resulta movilizadora de cambios. No hay un mecanismo único por el cual lo externo genera crisis, pero toda pareja debe pensar que cuando se adoptan posiciones irreconciliables frente a ciertos acontecimientos, será necesario mirar dentro de sí mismos para detectar qué cuestiones personales se han disparado”.

Se trata entonces de un conflicto de intereses divergentes que a menudo se salda apenas terminado el torneo, pero que en otros casos dispara diferencias que habían permanecido ocultas o silenciadas. Por eso es que se hace necesario prestar especial atención a estas actividades de los que el otro miembro de la pareja no participa.

“El interés por el Mundial es un fenómeno masivo de escala planetaria, que goza de un enorme consenso social. Ver los partidos en casa, el trabajo o la escuela se ha convertido en una suerte de derecho adquirido difícil de discutir. Sin embargo, debe ser tratado dentro de la pareja con el mismo criterio con que se manejan todas las cuestiones individuales que no son compartidas por el otro. Los vínculos se construyen sobre un sistema de pactos y acuerdos, tanto explícitos como implícitos, que incluyen temas tan variados como lo doméstico, el dinero, la educación de los hijos y –por qué no– el fútbol. Es un sistema que, para que sea equilibrado, debe contemplar lo que cada uno está en condiciones de conceder, sin daño para sus necesidades o valores personales”, agrega el especialista.

De lo que se trata es que un hecho relativamente banal, como un Mundial de fútbol –más allá de la pasión que despierta y del negocio que significa– no afecte la comunicación, el interés por el otro, la intimidad, etc. De no suceder esto, la salud de la pareja puede verse afectada. Dice Horvat que “ignorar los acuerdos logrados, o simplemente no considerar los deseos del otro, genera siempre un efecto de violencia. Tal vez esta estalle en forma de pelea, tal vez no. Esto dependerá de la personalidad de la pareja, pero estas situaciones nunca son gratuitas, siempre tendrán un costo”. Y agrega: “Tal vez lo mejor que pueda ocurrir en estos casos, es que genere una discusión que permita restablecer alguna forma de equilibrio. El verdadero peligro para los vínculos está en el efecto de deterioro silencioso que se produce cuando esto no se logra. Muchas parejas transitan por este camino y encuentran –con el tiempo– que perdieron parte de la intimidad y el diálogo que tenían inicialmente”.

También puede ocurrir que un hecho como un Mundial desate una crisis que se encontraba oculta o silenciada, y que al revelarse resulte de alguna manera beneficioso para la pareja. “Es conocido el dicho que afirma que crisis es oportunidad. Si ambos tienen el coraje y la honestidad necesaria, todo lo que emerja en el conflicto, aun siendo incómodo o doloroso, les permitirá llegar a nuevos entendimientos, mucho más sólidos y reconfortantes. Lo peor que puede pasar con una crisis es que sea inútil. Que por falta de decisión a transitar juntos nuevos caminos, tapen el desacuerdo en un intento de regresar al statu quo anterior. Tarde o temprano, este mecanismo solo generará nuevas crisis.

¿Son útiles las compensaciones del tipo “dejame ver el Mundial tranquilo/a y después nos vamos de viaje a ese lugar al que querías ir”? ¿Es una negociación positiva? ¿Qué otro tipo de negociaciones podrían hacerse? “Todas las negociaciones son útiles. La propuesta a cambio de lo que uno recibe, es también una forma de reconocer el esfuerzo del otro. De esta forma, si ambos se sienten reconocidos en sus deseos, el acuerdo será eficaz”.

 

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