Estudios de opinión: variables para una mejor comprensión

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Martín Romeo, licenciado en Ciencias de la Comunicación de la UBA y docente de Técnicas de Investigación en Opinión Pública y Mercado, habla sobre la fiabilidad o no de las encuestas electorales. La importancia de los buenos muestreos.

 La figura del consultor o analista de opinión ha cobrado, en la Argentina de los últimos años, un espacio creciente en los medios de comunicación, en virtud de la relevancia que se les atribuye a las encuestas y los análisis de opinión, que parecen regir buena parte de las acciones que implementan los gobiernos, los partidos y agrupaciones, públicas y privadas.

Los datos que arrojan los sondeos o encuestas -que se obtienen a partir de una serie de preguntas normalizadas, dirigidas a una muestra representativa o al conjunto total de una determinada comunidad- permiten el diseño de políticas o propuestas que se ajusten con los intereses y necesidades de la comunidad representada, ese es su sentido y su función. Ahora bien, más allá de lo evidente, estos estudios siguen despertando sospechas en buena parte de los lectores, que desconocen las características técnicas de este tipo de investigaciones y el modus operandi que guía el trabajo de los especialistas.
¿Es posible confiar en esas investigaciones? ¿A qué elementos debe atender el público de los medios gráficos, televisivos y radiales ante la publicación de cierto resultado?  Convocado por Cabal Digital, Martín Romeo, Licenciado en Ciencias de la Comunicación de la UBA y docente de Técnicas de Investigación en Opinión Pública y Mercado, aporta algunas claves interesantes.

“Para que los resultados de una encuesta sean extrapolables al conjunto de la población, el investigador debe elegir cuál es la mejor estrategia de muestreo. El muestreo es la operación por la que la opinión de un grupo reducido de personas se convierte en la opinión de todos - explica Romeo-. La calidad de un estudio de investigación deriva en el resultado de quien debe representar en una `muestra’ las características generales del grupo estudiado. Y sólo estos muestreos probabilísticos nos permiten hacer inferencias sobre la población a partir de la observación de porciones de la misma”.

Además de haber realizado distintas investigaciones para la UNESCO, Romeo se desempeñó como investigador y asesor de la Dirección de Investigación del Conicet, y es además director de investigación de la Consultora Chi Square y de la Consultora Equis

¿Qué busca un investigador cuando construye una muestra?

Que sea representativa de la población que intenta estudiar; una suerte de réplica en miniatura. Los autitos de colección que replican a sus originales son un buen ejemplo de esto. Lo que se busca es que se ajusten a escala a sus originales. El investigador buscará controlar un conjunto de variables que puede contrastar con los parámetros poblacionales. Si quisiéramos hacer un estudio sobre la Ciudad de Buenos Aires -que sabemos, según el último censo, tiene un 54% de mujeres y un 46% de hombres- el investigador buscará reproducir esa distribución al interior de su muestra. Para que se entienda, el investigador deberá encuestar esa misma proporción según sexos al interior de su muestra y considerarla al momento de la elaboración de los resultados,  afirma nuestro entrevistado.

¿Cómo explica entonces, el hecho de que, menudo, puestas a evaluar una misma realidad, dos consultoras arrojen resultados completamente distintos, contradictorios incluso?

Es habitual que llame la atención la disparidad o contradicción entre los resultados de distintas encuestas. Esto se hace más notorio en los procesos electorales y la publicación de encuestas preelectorales. Alguien puede sorprenderse de que distintas empresas o consultoras presenten resultados que a simple vista parecieran ser contradictorios, aunque existen ocasiones en las que esa supuesta contradicción no es tal. Cuando se publica una encuesta que dice que tal candidato tiene una intención de voto de 40%, en rigor la encuesta está diciendo que ese candidato tiene una probabilidad de 95%, por ejemplo, de obtener un resultado comprendido entre 35% y 45%. Pensemos la siguiente situación: se publican los resultados de la consultora 'Uno' diciendo que el candidato A tiene 40% de intención de voto contra el 35% del candidato B y al mismo tiempo se publican los resultados de la consultora 'Dos' diciendo que el candidato B tiene un 42% de intención de voto contra el 37% del candidato A. El lector podría sorprenderse de cómo dos empresas pueden diferir tanto en sus resultados, habida cuenta de que una da ganador al candidato A y la otra al candidato B. Lo que sucede es que estos resultados no son tan diferentes como parece si entendemos que ambas encuestas tienen un margen de error del 5%. Si observamos los tramos de la estimación se superponen entre sí tanto entre los candidatos A y B como entre las empresas 'Uno' y 'Dos. Con lo cual no puede asegurarse ni que A le esté ganando a B, ni que B le esté ganando a A; y por supuesto, tampoco puede decirse que las consultora 'Uno' y 'Dos' estén diciendo cosas diferentes. Están diciendo lo mismo, cuando aparentan decir cosas distintas, incluso, contradictorias.

De acuerdo a esta afirmación: ¿Qué elementos piensa usted que debería tener quien consume estos estudios a través de los medios de comunicación  para evaluar la calidad y confiabilidad de las encuestas se que publican?

Para evaluar la calidad de los resultados de una encuesta, debemos prestar atención al tipo de muestreo –si es probabilístico o no probabilístico-, al margen de error, al nivel de confianza, al tamaño muestral, así como también a las fechas de realización de los estudios. Es decir, todo aquello que compone la ficha técnica de un trabajo y que no siempre se publica completa.

Por otro lado: ¿Cuál es el papel de los partidos políticos con respecto a los sondeos de opinión?
Rara vez son los partidos políticos como tales los que encargan sondeos de opinión. En rigor, son los dirigentes de los partidos quienes consumen este tipo de estudios con mayor o menor asiduidad.
En su opinión, qué rol o qué roles asumen los medios para con los sondeos de opinión?

En principio hay que distinguir entre los sondeos de opinión pública en general;  y los sondeos de opinión pública electoral.
La relación de los medios de comunicación con los sondeos de opinión electoral ha ido modificándose al punto que hoy son muy cuestionados por los mismos medios que los consumen con avidez. En una primera etapa y en el marco de presentar las demandas de la población, eran utilizados como “dadores de confianza”. En los años 80 con el retorno de la democracia, comenzó a expandirse la realización de sondeos. Incluso eran utilizados como una forma de contrastar con otros indicadores de opinión pública como podía ser las manifestaciones sociales o políticas. Por caso, por esos años la cantidad de personas que asistían a una marcha, movilización o  acto político eran considerados, y de hecho lo son, una manifestación de opinión pública.
La aparición de los sondeos de opinión pública entonces constituyeron una forma de medir el pulso de la población de una manera científica que era de utilidad para los medios comunicación por cuanto contribuía a la construcción de veracidad que intentan transmitir.
En la actualidad, los sondeos de opinión pública electoral son cuestionados y sospechados por los medios de comunicación por manipulación de la información, tendenciosidad de los resultados vinculada a la cercanía con los clientes, la falta de transparencia acerca de para quién se realiza el sondeo y hasta falta de pericia de las empresas que los realizan.
La relación es al menos esquizofrénica. Los mismos medios que los critican solicitan con frecuencia el envío de resultados para su difusión  En el marco de sostener el lugar de veracidad de la emisión de la información, algunos medios destacan la contratación de “encuestas  exclusivas” que suponen eliminar los señalamientos críticos antes señalados. Es interesante ver que las críticas que se realizan desde los medios de comunicación para los sondeos de opinión pública electoral  tienen la misma matriz de lo que se critica.  Es decir, se manipula la información haciendo comparaciones incorrectas (intenciones de votos vs. votos positivos) lecturas equivocadas (comparar la brecha de candidatos en los pronósticos con la brecha del escrutinio), omitiendo la presentación de los datos de las fichas técnicas e incluso, en  la mayoría de los casos, omitiendo la firma del periodista que realiza estas críticas que también habilitan a pensar que son intencionadas.
Por último: las encuestas y los sondeos pueden asimilarse como pronósticos?

Los sondeos de opinión son una gran herramienta de diagnóstico.  Es un error exigirles y evaluarlas como herramientas de pronóstico;  más aún si ellos son electorales.  Los sondeos son una suerte de “fotografías” de una coyuntura pero no la “película”. Exigirles capacidad predictiva a modo de pronóstico requiere de mediciones de tipo longitudinales; es decir, que realicen un monitoreo a lo largo del tiempo para comprender el modo en que las opiniones se van consolidando. De este modo puede emularse una aproximación a la  “película” que se quiere medir.
Requiere además de muestreos de tipo probabilísticos que son aquello que permiten hacer inferencias sobre una población a partir de la observación de un recorte de la misma (muestras). Requiere que los muestreos no superen los 5 días de antigüedad para  con aquellos que se pretende comparar; situación que en sí es un escollo casi insuperable para los sondeos electorales como consecuencia de la veda electoral que rige para los comicios. Es decir, el último sondeo de opinión pública electoral publicable puede ser “antiguo” mientras que el último sondeo actualizado puede ser ya  “no publicable”.