Gino Tubaro, el inventor solidario

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Una combinación de creatividad, humanidad y marketing lo convierten, a los 21 años, en un emprendedor consagrado. Sus prótesis ortopédicas impresas en 3D son, hasta el momento, su mayor logro. Pero hubo, hay y habrá más. Esta es su breve, productiva y apasionante historia.

Le gusta contar que a los 6 años, mientras otros chicos jugaban quizá con muñecos articulados o, en el mejor de los casos, bloques de plástico para armar figuras, él desarmó la plancha de su madre para hacer un robot. También le gusta hacer saber que desde entonces no paró. Siempre curioso y atrevido, su paso por las Escuelas Técnicas ORT, donde se recibió de técnico electrónico, no hizo más que confirmar su vocación. Buena parte de lo que vino después, que aun continúa y que, en algún sentido, recién empieza, comenzó con una impresora en tres dimensiones que él mismo inventó. Una técnica que pronto le permitió crear prótesis ortopédicas a bajísimo costo.

La historia de su creación más trascendente hasta el momento empezó a contarse en 2014 tras conocer el caso de Felipe Miranda, un chico de 11 años de la localidad bonaerense de Tres Algarrobos que nació sin su mano izquierda a causa de una enfermedad genética llamada focomelia. Enterada la familia de la posibilidad de conseguir una mano mecánica, fueron en busca de ella. La prótesis, diseñada y desarrollada por Gino y por el emprendedor Rodrigo Pérez Weiss, arribó por encomienda a este pueblo a 406 kilómetros de Buenos Aires. “Cuando llegó la caja, me puse muy contento. Hacía tres meses que la esperaba. Es liviana y muy práctica. Puedo agarrar una pelotita de tenis y hasta el mate dulce que tomo con mi mamá. Me siento más seguro, me cambió la vida”, dijo Felipe en su momento.

Y así lo contó Tubaro en una entrevista reciente en la revista bilingüe Alta. “Empezó con lo de Felipe y con la impresión 3D. Había hecho talleres y, después de dar la primera charla en TEDx Río de la Plata, me gustó mucho lo que estaba relacionado con la tecnología y necesitaba ‘algo’ para hacer mis prototipos. Empecé a crear máquinas y a trabajar con ellas. Mi mamá me llevó a un taller de inventiva en Colegiales. A raíz de lo de Felipe, conocimos muchísima gente que necesitaba este tipo de prótesis. Se me ocurrió desde crear manos de superhéroes hasta crear manos de equipos de fútbol. Mientras tanto, trabajaba en la Jefatura de Gabinete”. En estos dos últimos años, al tiempo que cursa la carrera de Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), fabricó más de 350 prótesis.

Gino Tubaro

Pionero en la materia, Gino produjo cuatro prototipos de prótesis de mano en su emprendimiento Atomic Lab, donde se están diseñando nuevos modelos, a partir de un sistema también creado por él y denominado mecanomiografía, que permite “escuchar” el movimiento de los músculos y, a través de ese sensor, estimular un músculo antagonista (opuesto al que se esté usando para accionar la prótesis). Así, quien use la prótesis tendrá la sensación de estar sujetando un objeto. Según explica, este modelo no necesita cirugía en el usuario para que se le coloquen los electrodos a los nervios y su costo es menor a 5 dólares.

 

La evolución

Además del impacto mediático que significa un joven inventor que ayuda a mejorar la calidad de vida de numerosos niños, sus logros empezaron a trascender las prótesis… y las fronteras. En realidad, la cosa había comenzado un tiempo antes, en 2008 (a sus trece años), cuando la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por su sigla en inglés), una entidad avalada por la ONU, lo premió como el “mejor inventor joven” por unos dispositivos de seguridad para hogares y mini robots que había desarrollado. Dos años después ganó las Olimpíadas de Inventiva de la WIPO. Y en 2013 fue seleccionado para participar en el Campamento Nacional de Ciencias para Jóvenes (NYSC), un programa patrocinado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, el estado de West Virginia y la National Youth Science Foundation. Ya con su primera mano mecánica en funcionamiento, y en gran parte gracias a ella, fue seleccionado como uno de los 10 jóvenes sobresalientes de la Argentina por la JCI TOYP. Además, en 2015 fue destacado como Alumni del mes a nivel mundial por el Departamento de Estado norteamericano y la Embajada estadounidense en la Argentina, “en reconocimiento a su liderazgo en crear soluciones innovadoras para ayudar a las personas con discapacidades a vivir sin límites”.

Todos estos pequeños grandes triunfos derivaron en un rotundo cambio de vida: dejó su trabajo en el Estado (donde lideraba el programa nacional Argentina en 3D) para crear su propio emprendimiento, Atomic Lab, y volcarse de lleno a su vocación y a su pasión: “Me fui de la Jefatura (de Gabinete) y me puse a trabajar con una impresora 3D que había armado cuando tenía 16 años (a la misma edad en la que creó el Sound Cube, un instrumento musical similar al mítico Theremin, aunque más pequeño y de mucho menor costo), más otra que había conseguido por Internet. Empecé a trabajar, diseñar, armé un tallercito en mi casa hasta volver a crear manos y entregarlas. Así nació Atomic Lab, un nombre más elegante para lo que ya venía haciendo”.

Poco después ganó, hasta el momento, el premio mayor: Una idea para cambiar la historia, un concurso de History Channel que galardona a los emprendedores que trabajan en la búsqueda de soluciones para problemas cotidianos. Una recompensa de 60 mil dólares para poder tener un taller, máquinas, materiales y todo lo mínimamente indispensable para poder seguir fabricando manos y desarrollando otros proyectos, con un objetivo inicial de un millar de prótesis.   

Y después se le ocurrió el Manotón (que no es de ahogado, sino un neologismo que combina el recurso de las manos mecánicas con la solidaridad del teletón), una jornada para ayudar a conseguir financiamiento para prótesis destinado a quienes más lo necesitan y que se replica en varias ciudades del mundo. La idea surgió “durante una cena en la Embajada de los Estados Unidos, que organizó Microsoft. Quedamos en contacto pensando cómo podíamos avanzar con un evento con voluntarios y así nació. Gracias a haber entregado las primeras 20 pudimos entregar otras 20 en Uruguay y ahora 50 en México”.

Además, es cofundador de Darwin Research, una empresa-fundación que tiene por objetivo experimentar con las nuevas tecnologías que están produciendo grandes cambios en la sociedad, como la impresión 3D, la realidad virtual, las criptomonedas (bitcoin, litecoin) y la educación 2.0, entre otras. Al mismo tiempo (tiempo que, en su caso, parece infinito), trabaja en otras creaciones, como un “Braille dinámico” que permite leer libros sin digitalizarlos, o nuevas impresoras 3D a partir de pantallas de celulares, para poder así reciclar la chatarra electrónica.

 

Fotos: Facebook personal de Gino Tubaro