Isol, ilustradora, narradora y cantante

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Recibió en Suecia el premio Astrid Lindgren, que otorga el gobierno de ese país y es el equivalente a un Nobel de Literatura Infantil. Es la primera argentina en obtener ese reconocimiento. Sus dibujos son considerados obras de arte, pero además canta muy bien y también escribe. Revista Cabal habló con ella.

   Dice que ella misma se siente a veces adentro de un cuento extraordinario, y no es para menos, sobre todo después de haber sido elegida como mejor ilustradora por el gobierno sueco, en el marco de un certamen internacional al que se presentan artistas de todo el mundo. El premio Astrid Lindgren, equivalente a un Nobel de literatura para niños, trajo aparejados viajes, entrevistas, una agenda cargada al punto que a veces siente que no podrá cumplir con todo. Además, sigue escribiendo, canta, dibuja, y cuida de su casa y de su pequeño hijo Antón. Acaba de llegar de México. Hay noches, dice, en que no pega un ojo.


“Mi próximo libro es acerca de los recién nacidos, todavía está en proceso. Será un poco más largo que otros y con más texto también”, cuenta ella a Revista Cabal. La idea es explorar y expresar, entre otras cosas, el modo en que los bebés van descubriendo el mundo, así ella misma se asoma al extrañamiento que supone ver y retratar las cosas como por primera vez.


“Tengo bastantes recuerdos de mi infancia, emocionales y anecdóticos, y me redescubro con las historias que elijo para mis libros, me doy cuenta que tienen que ver con situaciones actuales que me interesan, pero llevadas a un prisma de infancia”, cuenta. “En la infancia ciertas preguntas, miedos y deseos se anuncian de una manera más concentrada y desembozada que en la adultez, cuando damos más vueltas. Entonces los personajes de mis cuentos tienen una impunidad que me encanta”.


Si hay algo que no le gusta a Isol Misenta son los libros con moraleja. Prefiere los finales abiertos a la interpretación o la bajada de línea del autor, y como autora también se inclina por proponer situaciones y miradas, antes que ahorrarle al lector la interpretación de la lectura. “¿Cómo le voy a decir a un chico lo que tiene que hacer? Me sentiría una irresponsable”, explica. “A lo sumo puedo proponer lo que me parece bueno o malo, nunca limitar sus descubrimientos. Trato de mantener cierta apertura en los cuentos, que no se cierren en una sola idea o moraleja, eso lo mantiene vivo e interesante. Para mí también es más interesante lo que deja algunos hilos sueltos, me invita a seguir pensando o imaginando. Y la sorpresa es importante, en el sentido de no ofrecer algo que es previsible, pero más que nada espero ofrecer algo original y misterioso, a la vez comprometido y lúdico. Libre de prejuicios o ideas rígidas.”


  Está claro que prefiere que sus libros provoquen o disparen y que cada lector pueda hacer su propia lectura, incluso múltiples lecturas. Porque si hay algo que le atrae es la posibilidad de ver las situaciones, los personajes, las historias desde distintos puntos de vista, no desde un solo ángulo. En definitiva, la apertura, la flexibilidad y la libertad, definen en buena parte el enfoque de sus obras, que celebran a su modo esa capacidad –más evidente en los chicos que en los adultos- de poder cuestionar las interpretaciones lineales o excluyentes.
“Los chicos tienen una mirada fresca y se permiten mirar o cuestionarse cosas que los adultos ya no se preguntan”, piensa. “Eso es lo que a mí me parece más divertido de la mirada que tienen, y es lo que intento reproducir en mis cuentos y mis dibujos”.


Isol es menuda, de contextura pequeña, y tiene una voz muy dulce (la voz con que acompaña a su hermano músico, Zypce cuando se presentan juntos, como en diciembre pasado, por ejemplo, en el marco de sus recitales en el Malba). Tiene una mirada penetrante y su presencia que no pasa desapercibida; cuando habla dice cosas divertidas o serias, pero siempre interesantes.


Mi interés principal es contar historias y evocar a través de mis libros, no hacer sólo dibujos bellos”, se define. “Mi estilo tiene cierto desparpajo, y trato de ir cambiando según cada proyecto. Me gusta investigar en el formato, como en Tener un patito es útil que es como un acordeón, o en Nocturno, y elegir la técnica que uso en cada libro, que tiene que ver en cómo funciona en la narración, por eso cambia a menudo, además de que yo cambio en cada libro también.”


Estudió Bellas Artes e ilustró decenas de libros -entre ellos, uno de Paul Auster-, pero además escribe y canta. Sus trazos, que pueden ser dulces o imponentes, sutiles o explosivos, y ella misma se muestra como una mujer que le escapa a las clasificaciones, un poco misteriosa o inquietante, dispuesta a correr riesgos.
“Es difícil definir un estilo sin encasillarlo. Podría decir que tengo una línea suelta, un estilo de humor que combina algo ingenuo con algo oscuro, pero con mucha empatía siempre por mis personajes”, dice.


En general los libros salen de una imagen y van “pidiendo su texto”. Siempre que dibuja siente que imagen y texto van juntos, en el sentido de que ambos completan un concepto, aunque digan cosas diferentes. Su criterio principal a la hora de hacer literatura para niños, es hacer libros que también le gusten a ella, y “eso implica que pueda disfrutarlo un chico pero también un adulto: “No sabría hacerlo de otro modo, hago cosas que a mí misma me convocan.”
Desde que, en 1997, dio a conocer su primer libro para niños: Vida de perros, publicado por Fondo de Cultura Económico, hasta la fecha, Isol lleva publicados, entre otros títulos, Cosas que pasan (1998), Un regalo sorpresa (1998), Intercambio cultural (2000), El globo (2002), Secreto de familia (2003), Piñatas (2004), Petit el Monstruo (2006), Tener un patito es útil (2007) y Nocturno, además de Recetario de sueños (2011). Ha ilustrado, además, textos de otros creadores, como El cuento de Auggie Wren (2003), de Paul Auster, Tic Tac (2002), Ser y parecer (2005), Numeralia (2006) y Pantuflas de perrito (2009), de Jorge Luján.


En los años 2006 y 2007 obtuvo una distinción como finalista en el Hans Christian Andersen Award (IBBY), así quedó entre los cinco ilustradores más reconocidos por esta entidad de entre todo el mundo, por dos años consecutivos.
“Lo que más me gusta es integrar imágenes y textos, siempre tengo muchas ideas que disfruto”, dice. Y parece que es cierto. Leerla es alegrarse y celebrar.
                                      
                                                                                                                                     Verónica Abdala