Iván Kerner, (Ivanke): arte para incluir

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Ilustrador y docente, encara por estos días un proyecto por el que trabajó durante años: un viaje que lo llevará por los cinco continentes dando clases de arte a chicos carenciados del mundo. La idea es que, además, los niños representen con dibujos la niñez y puedan ver lo que han expresado otros miles de chicos.

Hace diez años que Ivanke trabaja como ilustrador en forma independiente, dibuja para libros, revistas, obras de diseño. “Lo que más disfruto es el acto creativo, desde pensar la idea hasta plasmarla”, cuenta él a Revista Cabal. “Disfruto de ver cómo una idea se va transformando, cómo va creciendo; y dar talleres: el contacto con las personas, el avance de los alumnos, incitarlos a jugar y experimentar, a perderle el respeto a la hoja en blanco para poder expresarse. En definitiva, disfruto cuando veo que otros también pueden comunicar algo a través de las imágenes y, lo primordial, que disfrutan de ese camino”.


Por estos días, Ivanke encara el proyecto más ambicioso de su vida profesional: “Pequeños grandes mundos”, un sueño en el que viene trabajando hace años, lo llevará, a partir de marzo de 2014 y durante un año y medio, por los cinco continentes, dando talleres de ilustración, libres y gratuitos, para chicos de diferentes culturas y realidades. Las actividades se desarrollarán en escuelas, hospitales de niños, jardines de infantes, centros culturales, parques, en la calle. En grandes ciudades, pequeños pueblos y zonas rurales. El trabajo se realizará en sociedad con organizaciones locales, que serán seleccionadas y contactadas previamente.


“Se sumarán ilustradores de cada país y artistas de otras disciplinas como la música, la fotografía, la literatura y el teatro, que no sólo permitirán ampliar el horizonte creativo de la propuesta, sino también adaptar las actividades a temas y problemáticas de interés local”, relata Ivanke. “El proyecto surgió con la idea de conocer las diferencias y similitudes del imaginario infantil de distintos rincones del mundo y poder acercar la ilustración a chicos y chicas como herramienta de expresión de lo que sienten de sí mismos y del mundo que los rodea.  A partir de consignas divertidas, los chicos y chicas plasmarán sus emociones y reflexiones en ilustraciones, muñecos, máscaras, etc.”


Al concluir el proyecto, Kerner espera tener una gran cantidad de registros audiovisuales, digitales y en papel, de al menos 5.000 niñas y niños de 37 países, 120 ciudades de los cinco continentes, que servirán como fuente de información, investigación y difusión.
Además, la experiencia se publicará periódicamente en una página web creada especialmente para el proyecto:  www.pequeniosgrandesmundos.org A través de esta herramienta, niños y adultos de diversos países y ciudades podrán entrar en diálogo directo, promoviendo el intercambio y comunicación de diversos contextos y generando lazos que van más allá de las actividades propuestas en el marco de Pequeños Grandes Mundos.

 

-¿En qué suponés que se traducirá la suma de esos miles de dibujos de los chicos?
- Como resultado de toda esta experiencia haré un libro y un documental. También habrá muestras itinerantes para que mucha gente pueda ver la mirada que tienen los niños sobre sí mismos y el mundo que los rodea. Este mes arranca la aventura en Jujuy y luego, siempre hacia el norte, hasta llegar a México y luego los otros continentes.

 

-¿Qué instituciones y personalidades colaboran con este sueño?
-Mucha, muchísima gente. O por lo menos, mucho más de lo que alguna vez imaginé. Para empezar, parte del proyecto se financió por Idea.me, que es una plataforma de financiamiento colectivo. Allí, más de 36 mil personas vieron el video y más de 700 personas hicieron su aporte. También participé en un concurso donde le destinaban dinero a tres proyectos y  Pequeños Grandes Mundos recibió 81 mil votos en una semana. Para mí fue una verdadera locura, de más está decir, me llenó de alegría y de emoción ver como tanta gente abrazó esta movida como si fuera propia. Finalmente, tengo el honor de poder decir a viva voz que Pequeños Grandes Mundos fue declarado de interés cultural por parte de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación y de interés educativo por parte del Ministerio de Educación de la Nación. También cuenta con el apoyo de UNICEF y de la  OEI - Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

 

-¿Qué otros proyectos te gustaría concretar?
-Me encantaría llevar el proyecto por todo mi país. Como hizo alguna vez León Gieco, de Ushuahia a la Quiaca. Estar con chicos de cada rincón de Argentina. Siento que de ningún modo esto termina acá. Tengo un montón de otras ideas en la cabeza para mi regreso y de hecho, estoy juntándome con gente amiga y con una búsqueda afín, para formar lo que quiero de ahora en adelante: que Pequeños Grandes Mundos sea una ONG. Sueño con proyectos que tengan que ver con pintura, teatro comunitario, música, danza, fotografía, cine, radio... ¿sigo?

 

-¿Creés que el arte puede ser una herramienta para la inclusión social, y en ese caso de qué forma? ¿Podés aportar ejemplos concretos al respecto?
-Por supuesto, así como el acceso al trabajo y a servicios de salud, el arte es una herramienta muy valiosa para la inclusión social. Podría ser una frase hecha si no fuera porque se ha comprobado con creces en todos los proyectos serios que se han hecho al respecto. La ciudad colombiana de Medellín y su disminución de la violencia a partir de la proliferación de bibliotecas y talleres de música, es un ejemplo de ello. Actualmente en Tijuana, México, se están impulsando proyectos en donde se convoca a la comunidad y sobre todo a los jóvenes, a participar  por ejemplo para pintar murales y así, transformando los espacios públicos, generar un sentido de pertenencia e identidad. Las orquestan infantiles que con tanto suceso se han desarrollado en Venezuela y otros países de nuestra Latinoamérica, son otra muestra increíble de como el arte puede ser una nueva posibilidad, una puerta hacia otras realidades. De hecho, algunos de los profesores de hoy, en algún momento fueron alumnos. La Fundación ph15, también es un gran ejemplo de este tipo de iniciativas. Hace 13 años realiza talleres de fotografía con chicos y adolescentes de Ciudad Oculta y otras villas del país. Tuve la suerte de participar y ver el poder de transformación que ejercen estas cosas.

 

-¿Y en qué medida entendés que la expresión artística puede mejorar la realidad de los niños carenciados?
-Siento a la expresión artística como un gran canalizador, un modo de vehiculizar sentimientos, sentires. Esas ganas de decir, de gritar, de bailar. Es al mismo tiempo, un modo de afianzar la propia identidad. Un niño que se puede expresar es infinitamente más saludable que uno que no pueda hacerlo.

 

-¿Quiénes fueron tus referentes en la profesión y cuáles son hoy los dibujantes que más respetás?
-Hace muchos años, tuve la suerte de asistir al taller de  Daniel Roldán y por supuesto, fue una huella muy importante en mi formación. Hay muchísimos colegas que admiro. Para no hacer una lista eterna, de acá podría mencionar a Isol, Cristian Turdera y Diego Biankin. Algunos de mis ilustradores favoritos son Rebeca Luciani (Argentina), Paloma Valdivia (Chile), Sara Fanelli (Italia), Marc Boutavant (Francia) y Oliver Jeffers (Irlanda) y Junzo Terada (Japón).

                                                                               Verónica Abdala