La hora de los cuerpos reales

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Las siluetas presuntamente perfectas, pero muchas veces al borde de la enfermedad, marcaron la moda, la publicidad y la alimentación de las últimas décadas. La tendencia está empezando a cambiar con modelos de dimensiones y pesos diversos, un alerta rojo contra las dietas que atentan contra la salud y campañas contra el uso excesivo del retoque digital en las fotografías.

“¿Ya podemos dejar de hablar de mi cuerpo?”. El título en la tapa de la influyente revista Time de enero de 2016 acompañaba la imagen de una nueva y voluptuosa muñeca Barbie, muy diferente de la silueta casi raquítica que presentó durante décadas. Estrategia de marketing o no, lo cierto es que el gesto se suma a una serie de acciones colectivas, campañas de concientización y decisiones personales, cuyo único objetivo es recuperar aquello que en las últimas cinco décadas la moda, la publicidad y los avances tecnológicos en materia de manipulación de la imagen habían escondido: los cuerpos reales.

El Día Internacional sin Dietas (International No Diet Day, INDD), por ejemplo, pone el acento cada 6 de mayo en la aceptación del cuerpo que nos tocó en suerte y la amplia variedad de formas y tamaños que puede tener. La iniciativa también advierte sobre los peligros de algunos métodos de adelgazamiento poco o nada saludables, con ingestas ridículamente bajas de calorías o el uso de productos cuya eficacia no está debidamente comprobada o directamente no están autorizados por desconocer sus características, ingredientes u origen. La movida se inició cuando la feminista británica Mary Evans Young, que había sufrido de anorexia, se enfrentó a la industria de productos dietéticos advirtiendo sobre los peligros de caer en algún tipo de trastorno alimentario. Para ello, utilizó el eslogan Fat Woman Bites Back (La gorda devuelve el mordisco). Las premisas de Young fueron, y siguen siendo, cuestionar la supuesta “normalidad” o idealización de un único tipo de cuerpo; concientizar sobre la discriminación por peso o apariencia física; declarar un día libre de dietas y obsesiones por el peso corporal; alertar sobre la ineficacia o peligro de muchas de las dietas que se promocionan, especialmente las que se hacen sin control médico, y homenajear a las víctimas de desórdenes alimentarios y cirugías para perder peso.

La hora de los cuerpos reales

En tanto, empresas que durante décadas alimentaron la fantasía de que todas tenían que ser como sus propias modelos –en muchos casos víctimas de la tendencia a la delgadez extrema que conlleva el peligro de sufrir trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia– hoy proponen una mirada menos estandarizada de la belleza y buscan salirse de los estereotipos en los que incurrieron durante años. 

 

 

 

 

 

La compañía Dear Kate, por ejemplo, respondió a la campaña del “cuerpo perfecto” de Victoria Secret, con su propia versión de la foto, protagonizada por activistas de género de diversas formas, tamaños y colores. Y lo mismo hizo la escritora y cineasta australiana Taryn Brumfitt, fundadora de The Body Image Movement (Movimiento de la Imagen Corporal), en su película Embrace: My Story from Body Loather to Body Lover (Abrazo: mi historia, de odiar a amar mi cuerpo), basada en su propio libro, donde puede verse a una amplia gama de mujeres modelando ropa interior. Brumfitt llamó la atención cuando en una típica imagen de “antes y después” se mostró primero musculosa y bronceada y luego con su cuerpo real, blando y blanco, como una especie de antimodelo a seguir. Después de tener a su tercer hijo, había pensado apelar a la cirugía estética pero optó por el fisicoculturismo, hasta que no se reconoció en su nuevo cuerpo y decidió volver a la realidad.

Por su parte, la modelo inglesa Charli Howard lidera la campaña All Woman Project, después de haber sido presionada para bajar de peso “diciéndome que con 1,72 de altura y talle 34 soy demasiado grande o no estoy en forma para trabajar en la moda”. El proyecto rápidamente involucró a varias colegas de Howard, entre ellas Clémentine Desseaux, la primera modelo de talle grande que fue contratada para protagonizar una campaña de publicidad para el diseñador francés Christian Louboutin. Poco después, en mayo de este año, la voluptuosa modelo Ashley Graham protagonizó un impactante desnudo para la revista V Magazine, donde contó cómo sufrió en su adolescencia por no encajar en el molde corporal asignado unilateralmente y aceptado mayoritariamente por la publicidad y la moda en particular, y por la sociedad en general.

También la revista estadounidense Women’s Running llevó a su tapa, habitualmente ilustrada por alguno de los llamados “cuerpos perfectos”, a una modelo large, Erica Schenk, que opinó que “correr es para todos los cuerpos, en todo momento”. Además, el año pasado una de las firmas deportivas más grandes del mundo, Nike, dio lugar a dos mujeres de talle grande – la modelo y escritora Paloma Elsesser y la instructora de yoga Claire Fountain– en una de sus campañas, que promocionaba sostenes para practicar deportes. Al mismo tiempo, la empresa de lencería Lonely lanzó una acción en el mismo sentido protagonizada por Lena Dunham y Jemina Kirke, actrices de la serie televisiva Girls.

Para la activista Sara Cerami, la cara más visible del movimiento Body Positive (Cuerpo positivo), “en la escuela secundaria la presión para encajar se entrelaza con la estigmatización, creando una experiencia de vergüenza corporal y culpa en muchos estudiantes. Desafortunadamente, muchos no escapan de la ansiedad y los sentimientos de inadecuación creados por la estrecha percepción de nuestra cultura de la belleza. La escuela secundaria sirve para ampliar esta toxicidad cultural. El juicio y la comparación constante impregnan la atmósfera de mi escuela, haciendo difícil ver y declarar la auténtica belleza. Experimenté este tipo de juicio y lo interioricé, lo que condujo al odio corporal y a la autodesvalorización”. Y agrega: “Entendí que no necesitaba adaptarme a un estándar de belleza maleable y cambiante. Mi confianza creció y comencé a ser auténticamente yo sin vergüenza. Aprender sobre el autocuidado intuitivo me hizo reconocer lo importante que es tratarme amablemente y con cuidado para poder lograr todo lo que es posible en mi vida”.

 

Sin retoques

Otro frente de combate es el de quienes se ven afectados por el uso desmesurado de una herramienta útil pero, como se verá, peligrosa: el Photoshop.  Es que este software, concebido para corregir errores de toma o iluminación y así lograr imágenes finales de mayor calidad, comenzó a ser utilizado para convertir la imagen real en una aspiracional y, por tanto, irreal. El mayor problema fue no haber seguido usando el programa como al principio, esto es, en su medida y armoniosamente. La ya mencionada Lena Dunham, por ejemplo, fue muy crítica con el suplemento Tentaciones, del diario español El País: “Estoy genuinamente agradecida por aparecer en vuestra portada (…) PERO así NO ha sido ni será nunca mi cuerpo. La revista ha usado Photoshop más de lo normal”. Lo que la llevó a no permitir más retoques digitales sobre su imagen: “La distancia entre lo que creo y lo que permito que hagan con mi imagen se tiene que cerrar ya. Y si eso significa que no hay más portadas en revistas de moda para mí, que así sea”.

Pero la cosa viene de antes. Ya en 2003 la actriz había denunciado que su foto en la tapa de la revista GQ había sido alterada por demás: “El fotógrafo me dio una polaroid de la sesión y puedo asegurar que han adelgazado mis piernas casi un tercio. El retoque es excesivo. No soy así y, lo más importante, no quiero serlo”. Ella tampoco permite alteraciones digitales de su imagen: “Es algo importante para mí, porque siento que tenemos una responsabilidad con las generaciones de mujeres más jóvenes”, opinó. Muchas otras famosas se manifestaron en contra de este recurso, entre ellas la actriz española Inma Cuesta o la cantante Lady Gaga, que no lograron reconocerse en sendas fotos publicadas en tapas de revista. En tanto otras actrices, como Sofia Vergara, Gwyneth Paltrow, Cameron Diaz o Salma Hayek, a través de la etiqueta #NoMakeUp promueven subir a Instagram fotografías sin maquillaje.

También la compañía American Eagle Outfitters, dueña de la marca de lencería Aerie, que en 2014 lanzó la campaña Aerie Real, se comprometió a no volver a usar programas de retoque digital en las imágenes de sus modelos. No fue lo que sucedió con Madame Figaro, la revista del diario francés Le Figaro, que modificó una fotografía de la actriz y modelo estadounidense Emily Ratajkowski para reducir el volumen de sus labios y levantar y alinear sus pechos. “Todos tenemos inseguridades sobre las cosas que nos hacen diferentes a un ideal típico de belleza. Yo, como tantos de nosotros, intento cada día superar esas inseguridades”, dijo. Y concluyó: “Todo el mundo es hermoso a su manera”.

 

Fotos: Istock