Las mascotas como integrantes de la familia

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Dejaron de ser solo nuestros mejores amigos para convertirse en miembros plenos de la organización familiar. La vida diaria, las salidas y hasta las vacaciones se planifican teniendo en cuenta también sus necesidades. Qué nos dan y qué les damos para que nos una un amor indestructible e incondicional. Y qué hay que tener en cuenta para no “humanizarlas” en exceso.

La enorme variedad de servicios y cuidados ofrecidos para nuestras mascotas son la evidencia de que el lugar que ocupan en nuestras vidas creció y se solidificó en las últimas décadas. Alimentación balanceada, atención médica cada vez más especializada (con alternativas como homeopatía o tratamientos holísticos), guarderías y hasta psicólogos demuestran que los cuidados actuales para ellas —particularmente hacia perros y gatos— no se resuelven con una vacuna o un hueso. Una combinación de ciertas necesidades afectivas humanas insatisfechas, en especial en las grandes urbes, y un trabajo intensivo de marketing que aprovecha esa y otras circunstancias confluyeron para ubicar a las mascotas en ese lugar que, por otra parte, seguramente merecen.

La frutilla del postre mascotero la pusieron las redes sociales, donde en muchos casos todos los aspectos de la vida se hacen visibles y eso, claro, incluye a nuestros animalitos. “Creo que ahora todo es más visible y además mucha gente gusta de demostrarle a los demás el tipo de vínculo que tiene con sus mascotas. Si hablamos de 25 años a esta parte también podemos hablar de un cambio en la humanización de las mascotas por parte de la gente que vive en grandes ciudades, principalmente. Hay estudios que demuestran que en las grandes ciudades cada vez hay más gente que vive sola y eso lleva a que las mascotas cubran carencias afectivas en muchas personas”, explica a Revista Cabal el doctor Ricardo Bruno, veterinario especializado en conductismo animal.

Pero además de afecto y agradecimiento, que es lo más notorio, ¿qué le da una mascota a una persona para generar vínculos tan poderosos y qué busca una persona en una mascota? Para Bruno, “lo que le da, principalmente el perro, es sensación de compañía y ‘afecto’ sin ningún tipo de cuestionamientos a la personalidad y estilo de vida de su propietario. También creo que es un momento muy especial en la comunicación humana donde una persona puede pasar todo un sábado a la noche sentada sola frente a una pantalla e irse a dormir sintiendo que ha tenido una noche con una vida social y comunicacional enorme gracias a las redes sociales. Tener este tipo de sensaciones predispone aun más a que una persona se sienta acompañada por un individuo perteneciente a una especie animal distinta a la humana”.

Entre las múltiples combinaciones y “modelos” de familia que se dan en las sociedades con mayor apego al respeto por los derechos individuales y la libertad de elección, muchos incluyen a la o las mascotas como integrantes de las mismas. Y como tales, gozan de derechos equivalentes a los de los miembros humanos de esas familias. Así, además de los cuidados médicos (mayores controles veterinarios, alimentación balanceada), la actividad física (paseos diarios, en muchos casos de varias horas), el entretenimiento (juguetes, juegos con los otros habitantes de la casa), también son muy tenidas en cuenta sus necesidades cuando la familia se va de vacaciones: viajan con ellas o las alojan en guarderías especializadas, en compañía de otros en su misma situación. Hay quienes creen que es una “humanización” exagerada. “No creo que sea una exageración —dice el especialista. Una mascota puede sentirse, y en realidad lo es, parte de la familia, pues ese es un sentimiento humano y depende exclusivamente de quienes lo sienten de ese modo. Lo importante es aceptar que uno quiere como a alguien de la familia a un perro o a un gato y no tener que darle una categoría de humano (humanización del animal) para permitirse tener ese sentimiento”. Sin embargo, advierte que “es una mochila muy pesada, sobre todo para un perro, que su dueño lo ‘humanice’, pues en algún momento esa persona esperará respuestas humanas del animal y ahí comienzan a surgir problemas en el vínculo con su mascota.

Pros y contras

Este vínculo cada vez más estrecho con las mascotas suele incluir hábitos humanos como dejarlas dormir en la cama, ir a todos lados con ellas sin importar distancias u horarios (viajes urbanos o interurbanos pero también largos viajes en avión), etc. Más allá de que en apariencia sea saludable y hasta placentero para ambas partes, ¿son hábitos recomendables para las mascotas? Según señala el doctor Bruno, para los gatos no es muy recomendable porque son animales que sufren mucho estrés al ser sacados de su ambiente conocido. En el caso del perro, si el animal fue habituado desde cachorro a ese estilo de vida, no lo es tanto pues los perros son animales pertenecientes a una especie gregaria y que cuando generan un buen vínculo con los miembros de su grupo disfrutan bastante de la compañía de los mismos sin importar demasiado el ambiente donde ello ocurra.

Otros hábitos que parecen beneficiosos desde el punto de vista humano, no lo son tanto para nuestros perros y gatos. Por ejemplo, que se los bañe todas las semanas, un tema en el que parece más conveniente un tratamiento más “animal” de las mascotas. “No es aconsejable desde el aspecto médico clínico. Los gatos no deberían bañarse y en los perros se aconseja un máximo de 8 baños anuales para no disminuir exageradamente la flora microbiana que habita en la piel y el pelaje de los perros, que es de ayuda para la mantención de una piel sana. Es aconsejable el cepillado semanal pero no bañarlos con champús o jabones en forma excesiva”, explica Bruno.

Respecto de la relación entre las mascotas y los niños, que genera situaciones cotidianas e imágenes de ternura explícita, un estudio de la Fundación Affinity entre chicos de 9 a 13 años llegó a conclusiones como estas: el 94% se siente mejor con un animal cerca; el 75% se identifica más con los perros; en orden decreciente, creen que las mascotas dan compañía, brindan alegría, nos divierten y entretienen, nos dan cariño, nos enseñan a ser responsables y nos enseñan a dar cariño, tratar bien a los demás y respetar al que es diferente. También, dicen los niños consultados, el 90% estaría dispuesto a utilizar parte de su tiempo para cuidarlos, el 80% daría uno de sus juguetes por su mascota, el 75% se levantaría temprano para pasearla y el 50% dejaría de jugar con sus amigos para estar con ella. El 99,5% de ellos cree que los perros tienen sentimientos (94% en el caso de los gatos) y el 98% cree que los perros son bastante o muy inteligentes (95% en el caso de los gatos).

Sin embargo, para el especialista ese vínculo también implica cierto nivel de riesgo: “El principal peligro es que un animal, por más bueno y educado que sea, no deja de ser un animal y actúa como tal, con lo cual su conducta puede ser imprevisible. Es cierto también que esto mismo también es válido para los humanos, pero nosotros tenemos más mecanismos de control sobre nuestras emociones primarias (al menos la mayoría de los seres humanos). Lo recomendable es que cuando estén juntos los niños de al menos hasta 6 o 7 años y las mascotas, sea siempre bajo la supervisión de una persona adulta”.

 

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