Mariano Sigman: neurociencias aplicadas a la educación

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Formado en París y Nueva York –tuvo el privilegio de trabajar con dos premios Nobeles, uno de ellos el neurobiólogo sueco Torsten Wiesel-, el neurocientífico argentino trabaja activamente en el estudio de las Neurociencias Cognitivas y sus aplicaciones en el campo de la docencia y la pedagogía, entre otros ámbitos. Es autor de numerosos textos de divulgación científica y acaba de publicar La vida secreta de la mente, de editorial Debate. En un momento en que los libros de neurociencias son un boom editorial, conversó con Revista Cabal.

“Todo esto apunta a conocernos mejor a nosotros mismos: por qué somos como somos, qué procesos y mecanismos determinan nuestros sueños, nuestras emociones y pensamientos, de qué manera aprendemos, qué dinámica rige la toma de decisiones”. Así define Mariano Sigman las razones que impulsan su vocación y su necesidad de seguir profundizando en sus conocimientos. Se decidió muy joven por el estudio de las neurociencias y a sus 44 años –y dos hijos- posee una formación y trayectoria que le permiten posicionarse como uno de los referentes argentinos de esta disciplina. Parte de su formación transcurrió en el extranjero: obtuvo su doctorado en neurociencias en Nueva York y fue investigador en París, después regresó a la Argentina. Actualmente trabaja explorando los procesos de toma de decisiones, comunicación y educación, y experimenta con magos, cocineros, ajedrecistas, artistas y músicos para relacionar las neurociencias con distintos aspectos del pensamiento y la cultura humana. Hoy está al frente del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad Di Tella y del Laboratorio de Neurociencia Integrativa del departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires.

  Acerca del libro La vida secreta de la mente, define: “Se trata de una exploración de nosotros mismos, es un libro que intenta explicar cómo pensamos, recordamos, nos emocionamos, soñamos. Está basado en mi propia experiencia como neurocientífico, en un camino muy amplio que recorrí en Neurociencias y arte, en el estudio de las neuronas, en mi relación formativa con premios nobeles y en el trabajo de laboratorio. No es un libro para leer en dos días sino para tener en la mesa de luz y al que se puede regresar muchas veces, porque tiene profundidad. Partimos del conocimiento del cerebro y las neuronas pero para luego vincularlo con la biología, con la percepción, la razón, los sueños, las emociones y el lenguaje, todo eso que conforma el pensamiento. La psicología se encuentra en ese punto con la neurociencia y en ese cruce se revela lo que somos, la forma en que forjamos las ideas y tomamos decisiones, la forma en que soñamos e imaginamos.”

  En el primer capítulo, el autor se remonta a la etapa de la niñez, y analiza el origen del lenguaje, la construcción de nociones básicas relativas a la moral y la justicia, la cooperación y la relación con los otros. En el segundo capítulo, profundiza en la toma de decisiones, la forma en que se combinan la razón y la emoción y los pilares sobre los que se asienta la confianza en los demás y en nosotros mismos. El tercer y cuarto capítulo abordan la cuestión de la conciencia, los sueños y el inconsciente –incluso los distintos estados de conciencia bajo el efecto de la marihuana o las drogas alucinógenas-, a partir del cruce inédito entre la teoría freudiana y las neurociencias de vanguardia.
  
  En esta entrevista reflexiona, puntualmente, sobre algunas cuestiones vinculadas al aprendizaje en los chicos y a las aplicaciones concretas que las neurociencias pueden aportar al campo de la Educación formal, y explica  por qué la curiosidad y la creatividad sirven como motores del crecimiento personal, mientras sigue proyectando, de cara a un futuro que promete grandes cambios.
- Los chicos están actualmente muy estimulados, por la información que reciben a través de Internet y las redes sociales. ¿Esto potencia o condiciona sus posibilidades del aprendizaje?
- El aprendizaje tiene dos facetas, una vinculada a la adquisición de conocimientos y otra vinculada a la selección y organización, a la capacidad de priorizar lo importante. Esto último resulta  muy complicado, tanto para los chicos como para los adultos, y sucede en todo el mundo. El sólo hecho de “cortar” un rato con las redes sociales y la tecnología nos resulta difícil, y a ese hecho se suma que la organización de ese volumen de datos que recibimos no es algo sencillo para todos. En este sentido, los chicos pueden ser los más perjudicados, porque no siempre saben hacer esa selección del material que llega a ellos. El aprendizaje necesita de un marco normativo y que permita seleccionar la información, de manera que la Educación debe tener en cuenta su necesidad de aprender a priorizar. También es importante también ayudar a los chicos a persistir durante una determinada cantidad de tiempo en aquello que se proponen hacer, esto es algo que muchas veces no logran y atenta contra sus posibilidades.

- La dispersión parece ser un signo propio de estos tiempos.
- Sí, lo es, y es un problema porque si uno no puede enfocarse no podrá resolver situaciones,. Esta capacidad debe entrenarse. Hay aspectos de la educación antigua, vinculadas a la idea del trabajo y el esfuerzo que son muy valiosas y convendría recuperar. Hay que entrenar a los chicos en su capacidad de enfocarse. Como decía, hoy es fácil acceder a los conocimientos pero no tan sencillo ordenar y ser creativos, a partir de lo adquirido.

- ¿Los docentes y formadores valoran el aporte que pueden hacer desde las neurociencias?
- Sí, y eso es muy bueno, porque las dos partes están predispuestos a charlar. Nosotros tenemos una actitud comprensiva, respetuosa, no venimos con todas las respuestas ni con un supuesto saber que barre con lo que sabe el profesor o el maestro. La ciencia no tiene todas las respuestas ni todas las soluciones, lo que aporta son procedimientos de búsqueda, pistas, resultados provenientes de los experimentos que realizamos, y desde ese lugar puede aportar mucho, cuando se establece un diálogo interesante con docentes y los directivos de escuelas. Además, muchos de nosotros formamos parte de la Escuela de las neurociencias en Educación, una iniciativa que se concreta una vez por año y de la que participan científicos y actores políticos de la Educación, docentes y maestros. No son encuentros masivos sino de una pequeña comunidad que piensa que las neurociencias aplicadas a la Educación pueden redundar en un sinfín de beneficios. Las neurociencias son una disciplina amplia, por un lado estudia el cerebro, las neuronas y sus conexiones, etc. pero también se vincula con la lingüística, la psicología, la pedagogía y busca interrelaciones entre estos campos.

-¿Podría aportar un ejemplo concreto de algún dato o idea resultante del trabajo en el laboratorio que haya redundado en un avance a nivel educativo?
- Una cosa que estudiamos es la capacidad de los chicos de enseñar conocimientos, de convertirse ellos mismos en docentes para otros. Cuando los chicos están en una instancia de examen, responden con inhibiciones, pero nosotros descubrimos que cuando pueden enseñar se expresan de manera fluida, florida, y asimilan mejor los conocimientos que poseen. Para saber realmente cuánto sabe un chico es mucho más útil ponerlo a enseñar a otro que hacerle preguntas. Además, cuando enseña está necesariamente obligado a reorganizar los datos que posee e incluso su manera de pensar. También aprende o debe fijarse en cómo está aprendiendo el otro y eso afina su capacidad de observación y de empatía, mejora en su comprensión del otro. Enseñando aprendemos, esa es la idea. Esos descubrimientos son los que nos permiten avanzar u optimizar las posibilidades de enseñanza, y estas ideas son las que aportamos al campo de la educación para actualizar las prácticas de educación formal.

- Asumir un rol activo probablemente también potencie la confianza del chico en sí mismo. ¿La confianza es determinante para aprender?
- No necesariamente. Probablemente un chico más confiado o extrovertido tenga más tendencia a la exploración, pero aprender tiene que ver más que con la posibilidad de sumar conocimientos y con ordenar ese conocimiento de la manera apropiada. Cuando uno enseña hace ese ejercicio de ordenamiento interno. Hay que pensar qué es lo importante, con qué otros temas se relacionan, como transmitirlo; de eso de trata el aprendizaje.

- ¿Cómo imagina la Educación del futuro, digamos 5 o 10 años?
-Lo primero que va a ir variando es el tema de la incorporación de la tecnología en las aulas.  Es cierto que está entre nosotros pero no de una manera convincente, porque  no interactuamos con ella aprovechando todas sus posibilidades. En un futuro cercano, los chicos podrán acceder al material que precisen desde el aula, contrastar opiniones sobre lo que están aprendiendo, consultar o verificar en tiempo real la información e interactuar entre ellos y con el docente aprovechando todo lo que esté en juego. Habrá mayor equilibrio, los chicos serán receptores, gestores y productores del conocimiento. Tenemos que guiarlos en ambos roles, el receptivo y el activo. Suele creerse que los chicos deben hacerse ‘su propio camino’, pero ahora sabemos que eso no funciona, lo que funciona es un mix en el cual los chicos recorren su propio camino pero de manera asistida, con pautas y límites. Creo que el panorama actual va a cambiar mucho y se va a optimizar el uso de la tecnología, el intercambio de información, y la capacidad de recibir y producir información simultáneamente.

- ¿La curiosidad de una persona puede potenciarse o es en sí misma una cualidad psicológica o biológica inalterable?
- La curiosidad puede promoverse, aunque también es cierto que hay cierto componente innato. Los chicos más extrovertidos salen a la búsqueda de conocimientos nuevos (exploración), mientras que hay otros que se quedan en su zona de confort y echan mano a aquello que dominan (explotación). La exploración tiene que ver con la búsqueda de los caminos nuevos, y esto se contrapone a la explotación de los mecanismos o recursos ya adquiridos. Es conveniente favorecer y promover la exploración, y eso puede lograrse, por ejemplo, flexibilizando la idea de error. Si pensamos que habrá castigo ante el error, nos costará más explorar y tenderemos a explotar lo que ya dominamos.

- ¿Y qué ocurre con la creatividad, es innata o puede aprenderse y ejercitarse?
- Es una pregunta difícil porque suele creerse que la creatividad es algo que se trabaja o se entrena, y es cierto que en parte puede hacerse, aunque no proponen ejercicios o juegos puntuales: lo efectivo, lo verdaderamente creativo, no es ser rupturista –porque de eso se trata- en una situación puntual y acotada, sino apropiarse de la ruptura como un mecanismo que se incorpora y puede aplicarse en cualquier circunstancia. En este sentido, y retomando la respuesta anterior, para ser más creativos también tenemos que tener un marco de cierta flexibilidad y estímulo. Ni la represión ni el miedo ayudan. Y a las pautas hay que sumarle el dominio de ciertas herramientas adecuadas. La libertad sin herramientas y recursos no sirve para nada. En definitiva, necesitamos conocer los recursos que nos permitirán en cierto marco explorar posibilidades nuevas.
                                                                                                         Verónica Abdala


¿Qué opinás de las ideas que comparte nuestro entrevistado? ¿Te interesa el campo de las neurociencias y su vinculación con otras disciplinas?