Origen y razones de la Homeopatía

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La homeopatía es un tipo de medicina alternativa -no se considera una ciencia- que se sustenta sobre dos principios dogmáticos promulgados por su creador, Samuel Hahneman, hace 200 años. El primero de ellos afirma que una sustancia que provoca los mismos síntomas en el cuerpo que una enfermedad posee propiedades curativas de la misma. El segundo afirma que un principio activo es más efectivo cuanto más diluido esté en agua. 

Si bien en nuestros días es una alternativa cada vez más extendida la práctica de la homeopatía (del griego homoios, ‘similar’ y pathos, ‘sufrimiento’), no se trata de una nueva disciplina, más bien todo lo contrario. Su historia se remonta a más de 200 años atrás.

El médico alemán Samuel  Hahnemann (1755-1843) fue quién desarrolló esta disciplina. Hahnemann propuso la homeopatía como una alternativa moderada a la medicina de la época, que estaba basada aún en la teoría de los humores hipocrática y utilizaba la sangría y la purgación como herramientas principales. En 1810 publicó el “Organón del Arte de curar” donde quedaron establecidas las bases de esta doctrina.
Es el segundo sistema médico más utilizado, después de la medicina tradicional. La mayoría de los pacientes no suele reemplazar totalmente la medicina tradicional por este tipo de terapéutica, sucede con frecuencia que se realizan consultas de manera complementaria.

Básicamente, la homeopatía consiste en  el uso de cantidades muy pequeñas de sustancias que en dosis elevadas producirían síntomas similares a los de la enfermedad que se está tratando. Su lema fundamental es: “Similia, Similibus, Curantur”, que quiere decir que los semejantes se curan con los semejantes y responde  a la Ley de la similitud. 

La Asociación Médica Homeopática Argentina, fundada en 1933, define la homeopatía como un método terapéutico unicista y Hahnemanniano. Se define como unicista porque propone una visión holística, totalitaria o sistémica del ser humano y se aplica de un solo medicamento por vez. Para esta concepción el ser humano es uno solo en cuerpo y mente, y en materia y energía. Por último, se denomina Hahnemanniano en honor a su creador.

Respecto al modo de tratamiento, la filosofía de la homeopatía es que se tratan enfermos y no enfermedades. Esto implica tener en cuenta la situación del paciente en un todo y no su enfermedad de forma aislada. Con este objetivo, en la consulta homeopática se recogen  datos del paciente como sus antecedentes personales y familiares, se realiza una revisación médica y se piden exámenes de laboratorio, con el objetivo de analizar la historia personal de la vida del paciente del modo más exhaustivo posible. Esto se denomina “historia clínica biopatográfica”. A diferencia de la medicina tradicional, este tipo de consulta implica un encuentro emocional comprometido, entre médico y enfermo. Esta terapéutica enfatiza la necesidad de tomar conciencia de quiénes somos y qué sentido tiene lo que nos sucede, apunta a una comprensión del ser humano, la totalidad de todos los aspectos necesarios a tener en consideración en el proceso de curación.

Para la homeopatía, la salud se concibe como un estado de armonía y homeostasis, de cuerpo y mente e incluso con el universo circundante. La enfermedad, por el contrario, sería la presencia de un disturbio que altera la armonía. El medicamento homeopático es administrado para producir un disturbio similar y así poder destrabar el bloqueo que impedía la homeostasis. La cura no se produce de un momento para otro: es un proceso, un camino que el paciente transita y que varía en su duración.

El médico homeópata seguirá las pistas que le brinda el estado general del paciente, así como la respuesta del síntoma que el paciente traía al momento de la consulta o, inclusive, la aparición de nuevos síntomas para comprobar si la curación se ha puesto en marcha y si el paciente ha iniciado su transformación. Cuando ya no quedan síntomas ni orgánicos ni emocionales el tratamiento llega a su fin.

El medicamento homeopático apunta a modificar la predisposición a enfermar, no sólo la supresión de los síntomas de forma pasajera, de allí que se requiera de un intensivo abordaje de reconocimiento del paciente. Se busca modificar su idiosincrasia respecto del proceso por el que, se supone, enferma. Para ello, a través de la mencionada Ley de la similitud, se administran medicamentos extraídos de la naturaleza, totalmente libres de toxicidad.

A diferencia de la medicina tradicional, no se utiliza el principio del anti -es decir, el de provocar la reacción contraria a la que está presente-, porque, se cree que estos métodos solo consiguen enmudecer los síntomas produciendo sólo un alivio momentáneo sin resolver el disturbio de base que ha dado lugar a la enfermedad.

En nuestro país, la práctica homeopática se remonta a tiempos del cruce de los Andes de San Martín: en 1817 aparece el primer botiquín homeopático. San Martín sufría de una ulcera gastroduodenal y de artrosis severa. Había recibido el botiquín de un amigo personal, Ángel Correas, y fue utilizado por el Libertador y su ejército.
Actualmente, en la Argentina, quiénes ejercen la homeopatía son médicos homeópatas formados especialmente en esta doctrina luego de haber obtenido su título médico. 
La homeopatía es una práctica médica difundida, aprobada y legislada tanto en nuestro país como en el resto del mundo, que gana cada vez más adeptos.