Papás maduros: hombres que se animan

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Los hombres que se animan a ser padres después de los 50 años se multiplican alrededor del mundo. La tendencia responde a razones sociales y también al avance de la medicina y el aumento de la expectativa de vida. En inglés hay una sigla que refiere al fenómeno: SOD: "start-over dad", papá que empieza otra vez.

Cada vez son más los papás que cambian pañales en la madurez de sus vidas. Sólo en la ciudad de Buenos Aires, más de 600 al año son padres después de los 50. Los hombres de esa edad también son el 15% de los padres que hicieron tratamientos de fertilización asistida.
La lista de papás mayores famosos es larga: en Argentina, Marcelo Tinelli -que en abril tuvo a Lorenzo, su quinto hijo, a los 53 años-, Dady Brieva, el ex manager de Maradona, Guillermo Coppola, el actor Jorge Marrale y el conductor y músico Roberto Pettinato, son algunos de los que se atrevieron a reincidir en la paternidad, en la mayoría de los casos, contando ya con otros hijos de matrimonios anteriores. Mientras que, entre los casos de extranjeros famosos, cobraron más relevancia pública los de Rod Steward, Paul Mc Cartney -tenía 61 años cuando nació su último hijo-, Clint Eastwood –padre a los 66-, Steve Martin –a los 67-, Kevin Costner -papá por séptima vez, y Charles Chaplin -que, en su momento, tuvo a su último heredero a los 78-.

El aumento de la expectativa de vida explica que los hombres de 50 ó 60 años ya no se sientan “viejos”, y que se den la oportunidad incluso de rehacer sus vidas tras relaciones fallidas, a la par de sus hijos a veces. Una de las ventajas de los primeros sobre los segundos es que, mientras que los de 30 y 40 a menudo están dedicados a progresar en el trabajo, ganar status social, construir una familia, una casa, etc. los segundos ya se sienten liberados en algunos sentidos y pueden concentrarse en disfrutar en tiempo presente.


El estado físico no es un impedimento
Si bien es cierto que en la segunda mitad de la vida  los hombres ven condicionadas algunas de sus funciones orgánicas -los niveles de testosterona inician su lento descenso luego de los treinta-, no es menos cierto que los varones pueden seguir siendo tan vigorosos y fértiles como en sus años mozos, aunque espacien sus encuentros sexuales por una disminución del deseo. A diferencia de las mujeres, que a partir de la menopausia quedan imposibilitadas de concebir, en el caso de los hombres  no existe un hito que marque el término de la fertilidad.
Además, la medicina aporta lo suyo: nunca hubo tantos procedimientos como ahora para garantizar embarazos saludables, hasta el punto de ofrecer soluciones para los hombres de mediana edad con problemas reproductivos, como medicamentos para la disfunción eréctil y tratamientos de inseminación intrauterina.


Los motivos histórico-sociales
En el plano de lo social, y a nivel planetario, la decisión de ser padre se pospone muchas veces por razones profesionales, eso explica que muchos hombres se decidan a ser padres a una edad más avanzada de la que elegían generaciones anteriores. Por otro lado, el aumento de las tasas de separaciones y divorcios habilita segundas oportunidades para quienes aspiran a volver a formar pareja. Esto determina que los casos de padres mayores se multipliquen en el mundo.


Algunos de los cuestionamientos posibles, para quienes no consideran que esto sea lo mejor para los hijos es que los menores puedan estar más desprotegidos, de algún modo, en relación a aquellos que tienen padres jóvenes, si sus padres se jubilan, por ejemplo, y ellos no tienen edad todavía como para ingresar al mercado laboral. Sin embargo, también podría pensarse que la conexión emocional de estos papás más grandes muchas veces es mayor, y desde ese punto de vista pueden compensar las limitaciones de su edad -más paciencia y dedicación, o una decisión tomada exclusivamente a partir del deseo, pesa más que cualquier otra cosa, y un mayor aplomo puede redundar en mayor serenidad para afrontar la paternidad-.
¿La paternidad tardía conlleva riesgos para la salud de los hijos?
A la hora de evaluar los riesgos comprobables para la salud de los hijos de madres y padres maduros, un estudio reciente publicado en la revista Nature expuso las implicancias genéticas en el embarazo y demostró que con padres más añosos existe un riesgo significamente mayor de que los bebés padezcan autismo o esquizofrenia, debido a mutaciones en el esperma (se calcula que los riesgos se duplican por cada 16 años y medio que un hombre envejece).


Esta investigación le siguió a un estudio de abril del 2012, también publicado por Nature, que encontró que los padres mayores tienen cuatro veces más posibilidades que las madres de transmitir autismo.
Entre estos dos informes salió un estudio en el American Journal of Men’s Health, que analiza la relación entre la edad del padre con los nacimientos prematuros, el bajo peso al nacer y los fetos que nacen sin vida. Estos y otros trabajos, algunos que muestran las posibles conexiones entre estos padres y las apariciones de labios leporinos y algunos cánceres, llevan a la conclusión de que la paternidad tardía también tiene una implicancia de riesgo en la salud de la descendencia.


De todos modos, hay pruebas de que vale la pena arriesgarse y de que los hombres grandes, incluso, pueden ser mejores padres que los jóvenes.
“Un hijo puede ser educado tanto por un padre joven como por uno mayor. La diferencia radica en las experiencias vividas”, explica a Revista Cabal la Lic. María Angélica Pacheco, Psicoanalista. “Lo importante es lo vivencial de la transmisión, es decir que las experiencias vividas por un padre permitan ser un sostén o un marco respecto de su hijo. Entonces, ser demasiado permisivo o demasiado severo no es cuestión de edad. Por ejemplo, tal vez un padre joven pueda compartir experiencias más relacionadas con alguna cuestión deportiva y en cambio, un padre mayor puede transmitirle experiencia de vida, laborales, sociales. Desde mi experiencia clínica la cuestión de la paternidad es un tema que trasciende lo generacional. El devenir ‘padre’ no es una cuestión de edad, sino que tiene relación con el deseo (deseo que puede transformarse en cada hombre en un deseo singular). La paternidad podría ser pensada más allá de la biología.”


Acaso, los mejores padres
Decididos a concretar un experimento interesante, biólogos comandados por el doctor Megan Head, de la Universidad de Exeter, Inglaterra, publicaron una investigación  la revista especializada en Biología Proceedings of the Royal Society B en la que analizaron la conducta de una especie animal, los “escarabajos enterradores” y demostraron que los especímenes maduros pasaban más tiempo realizando actividades paternales que sus homólogos más jóvenes. De ese modo, arribaron a una conclusión inquietante: así como en el reino animal los machos maduros invierten más esfuerzos en la paternidad que los jóvenes porque tienen menos probabilidades de reproducirse de nuevo, los humanos estarían mejor preparados y más predispuestos a brindarles lo mejor de sí a sus hijos una vez superada la primera mitad de la vida.


Así como, entre los escarabajos, los machos de menor edad -que tienen más probabilidades de volver a reproducirse- tendían a ser menos cuidadosos con las crías, particularmente cuando estaban inseguros sobre su paternidad, los hombres más jóvenes, con más incertidumbre respecto de su paternidad serían más propensos a ser peores padres, expresó el coordinador de los investigadores: “Según lo observado, parecería haber cierto incentivo para que las hembras favorezcan el apareamiento con machos de mayor edad", comentó Head.


Más allá de los riesgos que implica la paternidad a una edad avanzada, las ventajas parecen estar dadas, sobre todo, porque el hombre maduro está muchas veces en condiciones de aportar al ambiente familiar mayor serenidad, seguridad y equilibrio emocional, lo que redunda, cuando esto ocurre, en una mayor estabilidad en la crianza de los hijos y en un clima familiar más acogedor.
Las manifestaciones de cariño y el control de los impulsos son dos variables fundamentales entre los que permiten al niño crecer en un marco favorable, y quienes se deciden a ser padres grandes seguramente estarán en iguales o mejores condiciones de manifestar su amor por los hijos y a su vez demostrar mayor capacidad de contención.