Qué hacer con la Basura Electrónica

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El “boom” del consumo masivo de aparatos eléctricos y electrónicos que se disparó en el país en la última década tiene, como principales efectos secundarios, la acumulación de toneladas de  basura electrónica contaminante  y el desaprovechamiento de materiales valiosos como el oro, plata, el platino o cobre en ellos contenido, que redunda en pérdidas millonarias. En este marco, Greenpeace impulsa un proyecto de Ley que podría dar solución al menos parcial al problema. Se calcula que, en el país, cada habitante genera tres kilos de basura electrónica por año. La Argentina -donde sólo se recicla el 15% de los residuos electrónicos que se generan y se calcula que cada habitante produce un promedio anual de 3 kilos anuales de basura electrónica- aún no cuenta con una infraestructura de recolección, reutilización y reciclado de este tipo de desechos.

La innovación tecnológica ha tenido en el último medio siglo un impulso sin precedentes. A eso se suma el abaratamiento progresivo de los artefactos y dispositivos electrónicos, que en la actualidad permite a millones de usuarios de todo el mundo acceder a costos relativamente bajos a tecnologías de uso doméstico, que en un principio resultaban caras y estaban disponibles a grupos acotados. El desarrollo de la tecnología y la expansión del mercado, tienen, sin embargo un costado más sombrío: el permanente recambio de estos aparatos –computadoras, celulares, televisores etc-, cuyo descarte produce, en el mundo, millones de toneladas anuales de residuos contaminantes.
Solamente en la Argentina se descartan, cada año, diez millones de celulares en desuso y decenas de miles de computadoras, que aportan a la gigantesca masa de residuos contaminantes de basura electrónica. Se calcula que cada argentino genera alrededor de 3 kilogramos de basura electrónica por año, lo que representa 120 mil toneladas anuales.
Alrededor del 50% de estos residuos están arrumbados en oficinas, hogares, entes públicos o depósitos, más del 40% es arrojado a basurales y rellenos y cerca del 10% ingresa en esquemas informales o formales de gestión de residuos.

Para acotar los daños ambientales que produce el manejo irracional de estos recursos es que Greenpeace reclama la sanción de una “Ley de Basura Electrónica” que, según la organización, serviría para dar solución a un problema creciente y preocupante.
El descarte de la llamada basura electrónica trae aparejada, como consecuencia, la pérdida de toneladas de minerales, que se descartan, y que podrían ser reutilizados, lo que redunda en pérdidas millonarias. Se sabe, por ejemplo que sólo durante el 2011 se descartaron 228 kilos de oro -considerado un “metal noble”, el oro puede ser reciclado una infinita cantidad de veces- contenido en los celulares de descarte, cuyo valor ascendería a nada menos que doce millones de dólares.

La Ley de Basura Electrónica lleva cuatro años en el Congreso de la Nación -en 2011 el proyecto fue aprobado por el Senado, aunque por cuarto año consecutivo, el texto quedó descartado de la agenda de la Cámara baja-. Ahora Greenpeace se ha propuesto darle un nuevo empuje al tema, a través de comunicados específicos que denuncian el manejo irracional de los recursos.
Según el último reporte de la organización ambientalista, difundido el pasado mes de abril, sólo considerando tres de los metales presentes en un teléfono celular (oro, plata y cobre) y teniendo en cuenta los 10 millones de celulares descartados en Argentina en 2011, se estima un desperdicio de: 228 kilogramos de oro equivalente a 12.462.480 dólares; 1.750 kgs. de plata por 1.855.000 dólares, y 81.000 kgs. de cobre equivalente a 664.200 dólares; lo que representa un total de 14.981.680 dólares.
Greenpeace apuesta a que la sociedad y sus funcionarios comprendan  la urgente necesidad de reciclar y recuperar los minerales –oro, plata, cobre, pero también níquel y acero, entre otros- que ya fueron extraídos y utilizados en la etapa de producción de un aparato que posteriormente es descartado. Asimismo, en su informe denuncia  la irracionalidad de los beneficios fiscales otorgados a la actividad minera frente a las trabas y la falta de promoción de una industria del reciclado.

 

En el país, el mayor flujo de ventas de aparatos electrónicos se registró luego de la crisis económica de 2001-2002: primero, se disparó el consumo de computadoras personales y después, más precisamente a partir del 2004, la venta de teléfonos celulares. De mantenerse las cifras actuales, se estima que este año serán descartadas más de 1 millón de computadoras y alrededor de 10 millones de celulares, de los cuales alrededor de un 30%  terminará directamente en rellenos o basurales.
Con el mundial de fútbol de Sudáfrica y los planes de financiación ofrecidos a los clientes por las grandes cadenas comerciales de electrodomésticos, el 2010 fue el año de los televisores, y se espera que la irrupción de la televisión digital genere una masa de volumen de venta de aparatos que a su vez producirá un  recambio proporcional y, por ende, una auténtica ola de nueva basura electrónica.
La ley nacional de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos que impulsa Greenpeace extendería la responsabilidad al productor de aparatos, lo que de promulgarse obligaría a los fabricantes a hacerse cargo de los residuos de sus propios productos.
Además, impulsa un sistema de mejora en la fase de producción que elimina las sustancias tóxicas en los aparatos de este tipo.
En los países desarrollados, los productores son responsables, financiera y legalmente, por la gestión y tratamiento de sus propios residuos, y están obligados a adoptar tecnologías más eficientes y planificar estrategias que apunten al reciclado de materiales.