Sobre los 190 años de la Universidad de Buenos Aires

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Al cumplirse 190 años de la creación de la Universidad de Buenos Aires, Cabal Digital conversó con Carlos Mas Velez, Secretario General de la UBA, para conocer la importancia de esta institución en nuestro país.

 

¿Qué significación tiene para nuestro país el 190 aniversario de la UBA?

La Universidad celebra sus 190 años en el período más largo de pleno funcionamiento de su autonomía y su cogobierno desde su fundación, en sincronía con la recuperación y consolidación democrática iniciada en diciembre de 1983. Pero esto no es solamente simultaneidad en paralelo, sino integración y acción recíproca.

La UBA tiene, no solamente la responsabilidad, sino también – y esto es, de algún modo, novedoso – la posibilidad de devolverle a la sociedad lo que ésta invierte, mediante múltiples acciones:

• La incentivación de nuevos paradigmas de conocimiento con base transdisciplinaria.

• La promoción de los derechos humanos, la inclusión social y la construcción de ciudadanía.

• La defensa de un medio ambiente sano y el desarrollo de tecnologías que aporten a un desarrollo sustentable.

• La modernización pedagógica y  la promoción del acceso cada vez más amplio a estudios superiores.

• La producción de proyectos y soluciones para  los grandes problemas nacionales, el incremento permanente de sus trabajos de investigación y la ejecución de intervenciones conjuntas, con el Estado y organizaciones sociales, en actividades de aprendizaje-servicio y de mejora de la calidad de vida.

• Y el fortalecimiento de la educación pública.

En su dilatada historia, cuáles cree que fueron los períodos de mayor desarrollo y cuales las épocas más oscuras?

En el siglo XIX hubo una etapa de consolidación que podríamos dividir en dos períodos. El primero comienza en 1865, bajo la conducción del rector Juan María Gutiérrez, cuando se organizó la división por facultades y se hicieron los primeros concursos docentes. El segundo es partir de la Ley Avellaneda, de 1885, cuando las universidades nacionales – en ese momento Córdoba y Buenos Aires – accedieron  a formas iniciales  de autonomía. En 1886 la UBA aprobó su primer estatuto.

Los veinte años siguientes fueron escenario de conformación y reorganización de facultades y carreras, de demandas de los estudiantes por mayor calidad educativa y mayor participación, y de fermento de las ideas reformistas que, finalmente, estallarían en 1918 con foco en Córdoba, a menos de dos años de instalado el primer gobierno surgido del sufragio universal, obligatorio y secreto.

Aquí, con la Reforma, la UBA y el resto de las universidades argentinas generan la gran emancipación del conocimiento de las tutelas tanto económicas como ideológicas, y ese movimiento que alcanzó una inercia mundial sin duda tiene una marca histórica indeleble.

Luego tenemos la gran universidad de la excelencia académica y científica, de la democratización del saber, de la pluralidad, la UBA de 1958 a 1966. bajo la conducción de Risieri Frondizi, época en que, entre otros hitos singulares, se crea Eudeba.

Por supuesto, los momentos más oscuros de la UBA corresponden a las dos últimas dictaduras. La que tomó por asalto la UBA en 1966, en la noche de los Bastones Largos, expulsó y envió a una diáspora a un enorme contingente de profesores de prestigio mundial en las ciencias naturales y sociales.

La última se apoderó de todas las universidades públicas a sangre, fuego y muerte. Como dijimos al crear la Comisión para la memoria del terrorismo de Estado en la UBA, en el ámbito universitario se abolió la autonomía, se prohibieron y destruyeron textos y se censuraron teorías y hubo profesores, personal no docente y estudiantes desaparecidos, bajo una  represión que se  instaló en los claustros mediante la censura y la violencia criminal, lo que se reflejó en una caída vertical de la matrícula y el imperio de un modelo educativo arcaico previo a la Reforma de 1918.

Volviendo al siglo XIX, un período oscuro fue el del gobierno de Rosas, especialmente porque se suprimió la enseñanza gratuita y durante veinte años no hubo fondos públicos para los sueldos de los docentes.

Es un lugar común señalar que en  la década del 90 del siglo pasado, la UBA sufrió los embates del neoliberalismo gobernante. como evalúa el contexto actual?

Desde la recuperación de la democracia, como toda la Nación, la UBA ha estado pari passu reparando lo que estaba destruido y diseñando y construyendo herramientas e instrumentos nuevos. No ha sido un proceso rectilíneo y, efectivamente, en los 90 se intentó subordinar a la universidad a las exigencias de un mercado globalizado y ahogarla financieramente.

No lo lograron, pero quedaron las secuelas. El contexto actual es diferente. No por eso fácil, pero sí más claro. Con los avances y los acuerdos internacionales de enorme gravitación que consagran a la educación superior como un bien público no transable, ya resulta muy difícil decir sin sonrojarse que la autonomía, la gratuidad y la masividad son caprichos de los “nostálgicos de la Reforma”.
 La UBA, y las universidades nacionales en general, ya no son simples instituciones de enseñanza; son usinas de conocimiento, de tecnología, de soluciones con base interdisciplinaria, son socios del desarrollo local, de los emprendimientos regionales, de la modernización productiva. Somos más fuertes y, entreotras causas, lo somos porque hemos logrado consensos plurales de largo aliento, acuerdos estratégicos que expresan a un amplio marco político democrático.

¿Cuál es la reputación de la UBA en esta etapa de internacionalización de la educación superior?

Estamos entre las cuatro universidades más prestigiosas de América Latina y somos la universidad argentina más elegida por estudiantes extranjeros, y a la vez participamos de una cantidad y una variedad crecientes de acuerdos de cooperación científica, académica y de gestión en el plano internacional.

¿Cuáles son los principales desafíos de la UBA en la actualidad?

Por un lado, desde lo programático, hay un consenso explícito para el logro de siete grandes objetivos comunes: la reforma del Estatuto, las Políticas de presupuesto, académica, de ciencia y técnica y de extensión universitaria, la reparación y reestructuración del sistema de salud de la UBA y la orientación general del gobierno, y en todo esto nuestro grado de avance es enorme, quizás el más continuado y sostenido desde la recuperación de la democracia.

Por el otro, los desafíos a gran escala, el siglo XXI nos confronta con una mezcla de sueños incumplidos y de descubrimientos científicos no imaginados.

Del lado de los sueños incumplidos, es claro que las grandes desigualdades no han desaparecido e incluso se han agravado, y que la democratización de la información no ha alcanzado para distribuir el conocimiento. Pero, a la vez,  han confluido dos fuerzas irrefrenables.
Una es la ruptura de la barrera entre las ciencias, al caducar la racionalidad mecanicista que dominó la Modernidad. La otra es la expansión de una red de comunicaciones que le confiere al drama humano una inédita visibilidad, que traspasa las barreras geográficas, idiomáticas y culturales.

Nuestro mundo sigue fragmentado por intereses, mezquindades y exclusiones. Pero el conocimiento, las ciencias y las utopías sociales ya superaron la fragmentación y se integran en ideas y propuestas.

En este escenario, la educación superior puede y debe ponerse a la vanguardia de los cambios y de las anticipaciones. La universidad – y, en particular, la universidad pública – ya puede superar la ficticia opción entre preparar profesionales para el mercado o formar líderes para el cambio. La universidad forma hoy líderes con alta capacitación profesional y, simultáneamente, nutre de conocimiento a las grandes decisiones estratégicas.

La UBA, integra una vanguardia mundial de la educación superior que investiga y educa para el desarrollo científico, tecnológico, económico y social. Y que se orienta, desde la pluralidad, a la inclusión, la justicia, la resolución pacífica de los conflictos, la protección del ambiente, el respeto por la diversidad y la promoción de los derechos humanos.