Uso y abuso de ansiolíticos

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En la Argentina, el consumo de ansiolíticos creció más de 5% el año pasado, y su uso es considerado abusivo por los especialistas. Las cifras de consumo de clonazepam (Clonagin y Rivotril) por número de habitante en la Argentina es uno de los más altos del mundo. 

Una curiosa paradoja, en materia de salud mental, es que los argentinos batimos al mismo tiempo el récord en el uso de ansiolíticos y cantidad de psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras  por habitante. No deja de ser curioso que, mientras los profesionales alertan sobre los riesgos del abuso de los fármacos, los médicos sigan recetando medicación para paliar síntomas de ansiedad, estrés y angustia y los consumidores se provean incluso sin recomendación ni receta estos remedios, bajo la falsa creencia de que son inofensivos o que podrán regular su uso.

Según un informe de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) --informe que analiza la cantidad y tipo de medicamentos que circulan por la red comercial, en laboratorios, droguerías y farmacias de distintos países-el consumo de este tipo de fármacos creció más de 5% en 2013 en la Argentina: los medicamentos más consumidos son las benzodiazepinas, que actúan sobre el sistema nervioso central, con efectos sedantes, ansiolíticos, anticonvulsivos y relajantes. Más de tres millones de argentinos consumen ansiolíticos. Es una práctica que, con o sin recomendación médica, creció más de un 40% en los últimos diez años.

El negocio de la venta de medicamentos moviliza unos 50.000 millones de pesos anuales. Según el estudio mencionado, la medicación más vendida con receta simple es el Actrón 600 (analgésico antiinflamatorio de rápida acción, cuyas ventas crecieron un 25,2% en una año), mientras que, entre los psicofármacos, el Alplax lidera el ranking de medicamentos que más se consumen. Le siguen Clonagin, Rivotril, Tranquinal y Neuryl.

El problema es que muchos de ellos se consiguen sin indicación médica –aunque deberían venderse bajo receta archivada-, lo que pone en riesgo la salud del paciente que desconoce la dosificación y frecuencia correcta de las tomas. Las consecuencias más riesgosas son la dependencia y la intoxicación por sobredosificación, lo que en casos críticos puede poner en riesgo la vida. Incluso, se toman cuando no contrarrestan los síntomas que se buscan eliminar o amortiguar: una de las razones más frecuentes por las cuales los argentinos consumen ansiolíticos son los desórdenes del sueño y la ansiedad, ambos trastornos que no suelen curarse con este tipo de fármacos.

“La mayoría de los síntomas de angustia que aquejan a millones de personas no son producidos por causas médicas sino por problemas laborales, económicos, sociales o familiares y con frecuencia requieren de tranquilizantes,  pero lo recomendable es buscar las soluciones pertinentes antes que medicalizar al paciente con la receta de un ansiolítico”, explica el psiquiatra E. Norberto Abdala, Profesor Consulto de Psiquiatría de la Facultad de Medicina USAL, consultado por Revista Cabal. “El criterio de resolver los problemas laborales o familiares con psicofármacos es ‘pan para hoy y hambre para mañana’, sin embargo muchas veces médicos y pacientes eligen la vía más rápida, sin evaluar los riesgos a futuro. Lo adecuado, para abordar la angustia generada por las causas mencionadas, antes que hacer desaparecer un síntoma con una pastilla, son los tratamientos psicoterapéuticos que permiten destrabar y optimizar los recursos personales y disponer así de herramientas más eficaces para superar el o los problemas.  Muchas veces el médico precisa contener al paciente, y en ese caso sí se justifica el medicamento para poder planificar un tratamiento global, pero éste tarde o temprano debe ser puesto en práctica y ser abarcador de la sintomatología y de las causas que la generan.”

En el 2012 la intoxicación por ingesta de medicamentos fue la segunda causa de atención en las guardias de los hospitales porteños: en la división de Toxicología del Hospital Fernández fueron atendidas en un año 3105 personas, de las cuales 271 estaban descompuestas por haber consumido medicamentos (el alcohol justificó la atención de otros 1107 casos).  Las cifras de consumo de clonazepam (Clonagin y Rivotril) por número de habitante en la Argentina es uno de los más altos del mundo. Otros medicamentos como Diocam, Somit y Lexotanil, y el Viagra, del que muchos hombres abusan, se ubican alto en el ranking de las drogas más vendidas y mal utilizadas. Cuando se combinan con alcohol u otras sustancias, sus efectos pueden potenciarse o alterarse y el riesgo del paciente aumenta. El mayor riesgo es la automedicación.

Según un relevamiento del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, la ingesta de psicofármacos - sobre todo ansiolíticos- combinados con bebidas alcohólicas, es consumida más por mujeres que por hombres. En la provincia, la droga que más se consume de forma inapropiada –es decir sin seguimiento médico-, es el clonazepam. En una encuesta que el organismo concretó el año pasado, el 53 % de los consultados admitió consumir habitualmente clonazepam, mientras que el 30% asumió un consumo problemático o síntomas de adicción.

“El mayor consumo de tranquilizantes es una tendencia que se da a nivel mundial y aún en sociedades con bonanza económica, lo que hace presuponer que la cultura occidental tiende a negar cada vez las emociones y las sensaciones dolorosas, interpretando, muchas veces, vivencias normales como ‘enfermedad’ advierte Abdala. “Los tranquilizantes son medicamentos seguros, eficaces y con baja toxicidad, siempre que estén indicados y controlados de manera racional por un médico especialista. En sí mismos, no son ni buenos ni malos, sino que están bien o mal indicados”.