Volar sin angustia

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En el mundo globalizado es cada vez más frecuente la necesidad de trasladarse de un país a otro, por motivos personales o profesionales.  Sin embargo, y a pesar de que estadísticamente el avión es uno de los medios de transporte más seguros, para muchos el miedo a volar –aerofobia-  termina truncando esta posibilidad. 

Según la empresa Boeing una de cada tres personas puede viajar con malestares de diversos calibres y una de cada cinco personas podría llegar a decidir no volar en avión debido a los padecimientos en vuelo. Un resultado similar dio un estudio hecho por Röemer & Asociados, en conjunto con la UBA, la Universidad Torcuato Di Tella y la institución Alas y Raíces (www.alasyraices.com.ar): sobre 900 pasajeros de micros de media y larga distancia, el 20% elegía ese medio de transporte por no tolerar el avión.
“En la Argentina y en el mundo, la prevalencia de casos de fobia a volar es del 12%. Algunas fuentes indican que la cantidad de personas que sufren esta fobia es del  60%”, afirma Verónica Tamburelli, especialista en ansiedad del centro IMA, que hace 17 años trata pacientes con este trastorno.
“Hablamos de fobia cuando la persona evita volar. Mayoritariamente nos consultan personas que aún están volando pero con mucho sufrimiento y ansiedad”, dice el doctor Claudio Plá, médico psiquiatra y titular de Poder Volar (www.podervolar.org) una organización que desde el año 1995 ayuda a personas que tienen mala calidad de vuelo, evitan volar o no pueden hacerlo.
Tamburelli completa: “La aerofobia es una fobia específica, de tipo situacional, que se encuentra comprendida entre los trastornos de ansiedad. Es definida como un miedo irracional y exagerado frente a una situación u objeto, con la consecuente evitación del mismo. Se da cuando la persona experimenta miedo exagerado a viajar en avión, con síntomas de ansiedad y pensamientos de tipo catastróficos. Hay personas que directamente no viajan en avión y otras que lo hacen con intenso malestar, generalmente ingiriendo alcohol o ansiolíticos. Las causas se relacionan con cierta predisposición genética, estilo de personalidad, vivencias (haber tenido algún viaje complicado, enterarse por medios de comunicación o comentarios), crianza y al grado de estrés al que estén expuestos”. 

Acerca de las causas que generan miedo a volar, Plá dice que éste se va gestando a través de malas experiencias en vuelo, las noticias de los medios sobre accidentes, el entorno familiar, si la persona tiende a magnificar los peligros y el stress laboral o personal.
Para  la psicóloga Liliana Aróstegui, fundadora de Alas y Raíces, que también ofrece tratamientos para superar estas dificultades, la sensación de falta de control es una de las causas  más frecuentes. “Muchas veces se compara con el manejar autos. Es común la defensa de quien piensa: `Yo manejo mi auto a 180 km por hora pero tengo el control´. Falacia. Nunca se controla a los demás ni se pueden contemplar todos  los imprevistos.  También se suele decir: `Si voy en el auto o en micro me bajo cuando quiero´. Si hay tiempo, si. Un accidente es eso en cualquier situación, pero está presente la creencia de que  es menos probable sobrevivir en un avión. Digo creencia, porque lejos de lo que se piensa hoy por hoy hay más sobrevida de lo que se cree después de un accidente. Claro está que nadie quisiera pasar por esa situación”.  El miedo al sufrimiento,  a la muerte, a las tormentas, la claustrofobia y el vértigo son otras de las causas recurrentes. Y a esto se suma, claro, según la psicóloga, las experiencias personales: “Hay situaciones traumáticas que dejan huellas y contribuyen para que los miedos aniden, por ejemplo: asaltos, robos, choques,  situaciones familiares complejas, sobreprotección o excesiva desprotección o abandono, por citar algunas. Además hay estilos de crianza donde impera el miedo como común denominador de todas las experiencias”.

Para combatir esta fobia hay varios tratamientos. De acuerdo a cada institución y a la necesidad de la persona –o la empresa que contrata- , se trabaja individualmente y en grupos con un abordaje que incluye psiquiatras, psicólogos, coach y pilotos. También se realizan simulacros de vuelos y vuelos programados con acompañantes a distancias que van aumentando gradualmente.
“Si la persona ya ha volado el primer consejo que le doy es que no evite volar, aunque sea con cierta dificultad: enfrentar. Si uno se da permiso para evitar volar, se autoriza a seguir haciéndolo y sólo se consigue que el miedo crezca. Si la persona ya ha dejado de volar lo invitaría a hacerse amigo del avión para poder volver a subirse, tal vez acompañado la primera vez. Para ello está indicado informarse y con expertos. Un piloto, por ejemplo para que despeje las dudas y creencias acerca del volar y alguien del ámbito de la salud mental para trabajar los miedos específicamente.  Si la persona no ha volado nunca, seguramente se guía por los dichos de terceros, películas, cuentos, información de los diarios, etc. Mi consejo es que busque información si es que duda. Y, si no, simplemente que se anime a vivir la experiencia”, afirma Aróstegui, quien trata a cerca de 500 personas al año.

Para Plá, reconocer el problema e iniciar una actitud de solucionarlo y consultar es el primer paso. “Con la combinación de información sobre aviación comercial, ejercicios corporales de afrontamiento y medicación, la mayoría suele mejorar la calidad del vuelo”.  Según su experiencia “consultan un poco más mujeres que varones, de edad media, con hijos y con fuerte stress laboral o personal, o atravesando alguna crisis vital o con alguna situación de duelo” y la demanda –de unas veinte personas por semana en promedio- aumenta antes de las vacaciones de invierno y verano. 
Tamburelli, por su parte, sostiene: “La motivación, es decir las ganas de superarlo, es fundamental y es el primer paso para pedir y buscar ayuda. Luego realizar un tratamiento adecuado y específico, la terapia psicológica cognitivo conductual es la más eficaz para superar la aerofobia.
La verdadera clave para superar esta fobia, coinciden los especialistas, es llegar al tratamiento con ganas y predisposición anímica para superarlo.”
 

Factores externos

De acuerdo a los especialistas hay situaciones relacionadas con el entorno que hacen que el problema de la aerofobia se incremente.

“Luego de la caída de Las Torres Gemelas se dió un incremento de consultas significativo. Lo mismo ocurrió luego de junio de 2009, tras el accidente de Air France, o hace apenas un año con el ocurrido en nuestro país por Sol líneas Aéreas”, dice Liliana Aróstegui, fundadora de Alas y Raíces.
“Es muy común –continúa la psicóloga- que el impacto de eventos de esa magnitud reactive en ciertas personalidades preguntas del estilo: `¿Y por qué no me puede pasar a mi? ¿Estarán bien mantenidos los aviones? ¿Y si una tormenta o un rayo rompen el avión?´. Este estilo de pensamiento, denominado Pensamiento Automático o catastrófico,  puede rebatirse respecto de otras fobias pero en relación al avión, nadie puede asegurar que jamás ocurrirá un accidente. Sí podemos afirmar que si hay un medio de transporte seguro, ese es el avión”.