Epistolario

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Uno de los libros recomendados de este mes es Epistolario de José Bianco publicado por Ediciones de Eudeba

Ricardo Piglia, que además de un narrador extraordinario era un crítico fuera de serie, decía que la literatura argentina había encontrado en José Bianco (1908-1986) y sus dos novelas cortas (Sombras suele vestir y Las ratas) a su Rulfo nacional. Y llegó a decir que, a pesar de su breve producción (una novela más, La pérdida del reino, los cuentos de La pequeña Gyaros y distintos ensayos y artículos), este autor podía no sentirse mirado por encima del hombre por Borges, como solía decir, sino ser él quien lo mirara de esa manera. Exagerada o no, esa afirmación de Piglia revelaba una admiración por Bianco que compartían muchos otros colegas. Bianco fue una figura que, con sus trabajos, pero también con sus lecturas y opiniones sobre la literatura tuvo fuerte influencia de distintas generaciones de escritores del país. Eso se explica porque su pensamiento sobre el mundo de las letras, además de la difusión que conseguía a través de la revista Sur, de la que fue muchos años jefe de redacción, se expresaba en las largas charlas y tiempo que dedicaba a otros pares a quienes estaba ligado por un fuerte sentimiento amistoso. Porque Bianco era un claro cultor de la amistad, rasgo que estaba intensamente reforzado por una correspondencia regular y muy nutrida con distintas personalidades de la literatura del país y de América Latina. Este epistolario, que publica en estos días Eudeba, completa, sobre todo para quien ha incursionado ya en su narrativa, un panorama bastante exhaustivo de lo que era la cultura de este artista, sus reflexiones, sus lecturas, su preocupación por la experiencia de otros amigos. Recorrerlo es un placer. Allí están, en ese diálogo con él, monstruos como Enrique Larreta, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Carlos Fuentes, Virgilio Piñera, Mario Vargas Llosa, José Donoso y otros más. Imposible mencionarlos a todos. Lamentablemente no están las cartas dirigidas a Julio Cortázar y a Manuel Puig o a Enrique Pezzoni, éstas últimas quemadas. Un material imperdible y un homenaje necesario al gran Bianco.