La calidad de la Misericordia

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Uno de los libros recomendados de este mes es La calidad de la Misericordia Peter Brook publicado por La Pajarita de Papel

Peter Brook, de quien Buenos Aires tuvo la oportunidad de ver una de sus maravillosas puestas en uno de los festivales internacionales de teatro realizados en esta ciudad, es un extraordinario director, pero al mismo tiempo uno de los creadores que mejor reflexiona sobre la actividad escénica propia y de otros artistas. Como se sabe ha escrito infinidad de libros dedicados a meditar sobre su experiencia sobre los escenarios del Reino Unido y el mundo. Y siempre lo hace en un estilo sencillo pero profundo que evita el tono académico o el empleo de jergas que puedan entorpecer el entendimiento del lector. Una de las grandes pasiones de su vida la despierta sin duda William Shakespeare, del que ha montado gran parte de su producción teatral y al que conoce en detalle y con hondura, producto este conocimiento no solo de su lectura sino del meticuloso trabajo de análisis e investigación que ha hecho para las distintas puestas que ha hecho de sus piezas. Este pequeño, pero muy sustancioso libro, despliega una verdadera clase magistral sobre el autor de Romeo y Julieta a través de riquísimas anécdotas que ha ido cosechando en su vida durante los montajes de su obra, en esta ocasión de títulos como Tito Andrónico, El Rey Lear, El sueño de una noche de verano, Medida por medida, Hamlet, La tempestad y otras. Lo interesante es que Brook no solo indaga en las posibilidades que en cada momento ofrece Shakespeare al artista contemporáneo, sino que polemiza con determinados criterios en la forma de llevarlo al escenario de otros colegas, opiniones que pueden no ser todas compartidas pero son siempre inteligentes. Y que vienen además acompañadas de una cantidad de detalles sobre las actuaciones de intérpretes tan geniales como John Gilgud, Paul Scofield, Laurence Olivier y otros, que son realmente reveladoras y plenas de sabor. Una idea fundamental de este ensayo es que Shakespeare siempre debe presentarse de una manera nueva, distinta. Y dice al respecto Brook: “La excepcionalidad de Shakespeare radica en que, si bien cada producción se ve obligada a buscar sus propias formas y figuras, las palabras escritas no forman parte del pasado. Son fundamentos que siempre pueden crear y habitar nuevas formas. No hay límites que podemos hallar en Shakespeare.” Tal vez el rasgo más excepcional de este pequeño pero valioso libro no es que establezca verdades irrebatibles, al contrario son siempre, y como dice Brook, impresiones, experiencias y conclusiones provisionales. Lo que sí suscita como un efecto inevitable e irresistible es las ganas de leer cada vez más a Shakespeare y a debatir y reflexionar, con el apoyo de trabajos como éste y otros, cada vez más sobre la luz que ese autor arroja cada día sobre la vida cotidiana de los humanos.