Los programas que cambiaron el mundo (y ya dejamos de usar)

Tecnología

¿Cómo se puede pasar en tan poco tiempo de dominar un mercado a prácticamente desaparecer? Solo la tecnología lo puede explicar. Aquí, cinco casos de empresas y proyectos que fueron furor pero que duraron poco.

El tiempo, todos lo sabemos, es implacable. Pero en materia de tecnología lo es mucho más aún. Basta con echar un vistazo hacia un pasado no tan lejano para comprobar enseguida cuántos aparatos y dispositivos han pasado a mejor vida casi sin que nos diéramos cuenta: el walkman, el disquete, el CD, el fax, la palm y un larguísimo etcétera que los amantes de lo retro seguramente se divertirían mucho completándolo. Pero más allá de estas tecnologías “físicas”, la breve historia digital también tiene sus cadáveres exquisitos, empresas, programas y aplicaciones que parecían haber nacido para cambiar el mundo pero que más pronto que tarde dieron las hurras, aun cuando no hayan bajado del todo la cortina. A continuación un recorrido por algunas de ellas.

 

El viejo y querido ICQ

El caso de este simpático y pionero programa para chatear (otro verbo ya en desuso) despierta en muchos de los que llegaron a utilizarlo una alta dosis de ternura y nostalgia. Y es que de alguna manera fue el primer programa de mensajería instantánea en alcanzar una gran masividad. Aunque cuando apareció en escena en 1996 ya existían las “salas de chat”, el ICQ fue una revolución: a los dos años de su creación fue adquirida por America On Line (AOL, ya nos ocuparemos de ella) en 287 millones de dólares y en 2001 alcanzó su pico más alto de popularidad con más de 100 millones de cuentas registradas. ¿Pero qué era lo que lo hacía tan especial? En primer lugar, sus distintas funcionalidades, que aunque hoy pueden parecer básicas por aquel entonces eran una gran novedad, como un perfil personalizable, el status de conexión, la posibilidad de transferir archivos (como fotos, por ejemplo), juegos y demás, el sonido y la cartita amarilla que aparecía sobre su ícono cuando llegaba un mensaje de alguien eran francamente irresistibles. Hace 20 años, recibir un “hola” que daba inicio a una conversación era tan emocionante como recibir un llamado telefónico o una carta. En 2010, AOL vendió ICQ a Digital Sky Technologies (ahora conocida como Mail.ru) en 187,5 millones de dólares. La actual propietaria mantiene activo al ICQ, que se ha convertido en un mensajero moderno bastante popular en países de Europa del Este.

 

El CD maldito de AOL

 

Una de las primeras grandes empresas que dominó el mercado en la provisión de servicios de internet en los 90 fue sin duda America Online, que aunque hoy sigue activa ya no tiene esa posición hegemónica de antes. Y es que la compañía debió hacer frente a una gran cantidad de juicios. Una de las controversias judiciales más recordadas tuvo que ver con el software AOL 5.0 que la empresa lanzó en el 2000. Acá en la Argentina, el CD-ROM de AOL llegó de manera gratuita a muchísimos hogares. En plena edad de la inocencia en lo que a internet se refiere, CD que se recibía era CD que se metía en la computadora. Y ante los diferentes carteles de instalación, la respuesta elegida siempre era “sí”. Así fue como miles de usuarios de repente se encontraron con una serie de contenidos y herramientas que casi tapaba el sistema operativo, dificultaba la contratación de otros proveedores de internet y el cual era bastante difícil de desinstalar, máxime en aquellos tiempos donde lo más común era ser un novato digital. La cuestión es que la jugada no le terminó saliendo muy bien: en Estados Unidos debió enfrentar importantes demandas y el prestigio de la compañía cayó en picada.

 

Antes del streaming

 

El éxito de Spotify, Netflix, YouTube y tantos otros muestra cómo ha cambiado el paradigma en lo que a consumo de música, películas y series respecta. Lo que antes se descargaba, ahora se consume en vivo, lo que se guardaba se descarta. Muchos son los factores que pueden explicar este cambio, pero uno fundamental es la búsqueda de las grandes compañías por impedir que los usuarios de internet compartan archivos. Cuando Napster debió cerrar su servicio a mediados de 2001 por las demandas judiciales que recibía por parte de artistas y discográficas, el modelo P2P de intercambio de archivos ya era un monstruo de mil cabezas. Uno de los programas más populares para descargas fue el e-Mule, o la mulita electrónica. El proyecto empezó casi un año después de la desaparición de Napster y pronto se convirtió en uno de los más buscados. Gratuito, fácil de usar y super completo, prácticamente no había película o disco que no fuera posible bajar desde ahí. Incluso podían encontrarse archivos que contenían toda la discografía completa de una banda. Si pensamos en una banda como The Rolling Stones, el e-Mule permitía descargar más de 70 discos, todos ordenados en su carpeta correspondiente, con las canciones bien rotuladas y ordenadas y hasta con las carátulas de la obra. Pero el proyecto dejó de ser actualizado. La última versión estable se lanzó en 2010 y aunque descargarla sigue siendo posible es bastante difícil hacerla funcionar, por lo menos para usuarios comunes. Y la realidad es que servicios de streaming como Spotify y Netflix permiten escuchar música y ver películas por un monto muy bajo aunque, claro está, sus contenidos son mucho más limitados que los que solía ofrecer el e-Mule.
 

El origen de la nube

 

Quienes tienen Windows 10 habrán notado que a la hora de guardar un documento, la primera opción que ofrece el sistema operativo es hacerlo en OneDrive, un servicio de alojamiento de archivos del tipo “nube”. De esta manera, Microsoft acompaña la tendencia (que ya vimos al hablar del streaming) a no almacenar en la propia computadora. Además de no ocupar espacio, una de las grandes ventajas de estos servicios es que los documentos pueden ser compartidos y descargados con otros usuarios con la simple función de habilitar ese permiso. Aunque todavía tiene millones de usuarios (el año pasado anunció que eran 500), Dropbox ya no es lo que era: el servicio más utilizado para almacenar y sincronizar archivos en la nube. Hasta no hace mucho tiempo, cada vez que uno recibía un mail donde alguien nos compartía documentos casi seguro era de Dropbox. Pero con la batería de herramientas que hoy ofrece Google para todos los que usan Gmail han ido perdiendo terreno. En realidad, Dropbox está hoy más orientada a las empresas, que necesitan un mayor espacio de almacenamiento y pueden pagar por él, mientras que Google Drive tiene un uso mucho más personal. En la medida en que muchas tareas salen de la órbita de las grandes compañías para ser realizadas por trabajadores independientes o empresas pequeñas, el servicio de Google tiene la victoria asegurada.

 

Un smartphone no tan inteligente

 

Este último caso, el de BlackBerry, podría pertenecer a esa categoría mencionada pero no desarrollada de dispositivos que han ido quedando en el camino: en tanto smartphone es un artefacto, es cierto. Pero de alguna manera también puede rozarse con estos otros virtuales, ya que uno de los factores más importantes por los que la compañía cayó en desgracia fue su sistema operativo propio, ese que primero le dio la posibilidad de dar un gran salto hacia adelante para convertirse en el teléfono más codiciado y que luego no pudo hacer frente al embate de Android y iOS. El primer dispositivo de la empresa canadiense fue la BlackBerry 850 y salió a la venta en 1999. Permitía enviar mensajes y ver los mails. Por entonces competía con los pagers y las palm. La época dorada comenzó en 2004, con los modelos 7100, que traían la novedad de poder funcionar con cualquier operador telefónico. Y según los números de la industria duró hasta aproximadamente 2011, un año récord para la empresa. Pero a partir de ahí todo fue caída, aún abandonando su sistema operativo para pasarse a Android.

El mundo de la tecnología no suele tener piedad con las malas decisiones. Pero el éxito también tiene que ver con interpretar mejor que nadie qué prefieren los consumidores. O más duro aún: con saber manipularlos. ¿Cuál será el próximo rey en caer? ¿Escribiremos en algunos años una nota parecida sobre Facebook, Instagram, Twitter o algunas de las otras aplicaciones hoy indiscutidas?