Nono, un pueblo manso y tranquilo

Turismo

Visita a esta villa serrana de Córdoba, un destino ideal para alejarse del vértigo urbano, recuperar el silencio y disfrutar de su microclima.

En una provincia donde la calma y la relajación no son una quimera, salvo en las ciudades más grandes, el valle de Traslasierra se presenta como una de las opciones más indicadas para quienes buscan cierta paz en un ambiente afín, lejos del mundanal ruido. Entre otras localidades de la zona con estas características, a 140 kilómetros de la ciudad de Córdoba y después de recorrer el impactante Camino de las Altas Cumbres se llega a Nono. Con poco más de un millar de habitantes, esta villa serrana llama la atención de los visitantes por motivos que ya se explicarán. Y por su microclima.

Según detallan los locales, esta característica particular del clima se debe a que se encuentra en un valle, el de Nono, más pequeño que el que lo contiene, el de Traslasierra, a lo que se suma que está franqueado por dos cordones montañosos que funcionan como barreras naturales que impiden el paso de las distintas corrientes de aire, por ejemplo las del Atlántico que llegan cargadas de aire húmedo y de elementos contaminantes. Además, los macizos montañosos que lo rodean tienen una carga eléctrica muy baja, con ionización negativa, y a su vez la descomposición del granito va liberando átomos de oxigeno que en la atmósfera se convierte en ozono. Por otra parte, los dos ríos y numerosos arroyos que la rodean, sus 896 metros sobre el nivel del mar, su temperatura promedio que no supera los 25° (28° en verano, 12° en invierno, promedio) y sus 320 días de sol al año otorgan una infrecuente sensación de bienestar. La presencia del sol, explican, y una adecuada distribución del oxígeno hacen que se produzca una carga energética particular que se suma a los iones negativos y logran a la vez un efecto de sedación, relajación y fortificación en las personas.

En ese ámbito envidiable, Nono (del quechua “ñuñu”, que significa “senos”) tiene mucho para ofrecer. Por empezar, el paisaje, atravesado por sus dos ríos: por un lado, el Río de los Sauces, de aguas cálidas y cristalinas, poca profundidad y extensas playas; por el otro, el Río Chico de Nono, que baña grandes rocas y vegetación frondosa, generando a su paso una serie de ollas donde se puede nadar. Ambos ríos se unen a la altura del Cerro Los Nonos hasta desaguar en el Dique La Viña. Con este marco, las caminatas y cabalgatas (hay varios puestos de alquiler de caballos y de paseos guiados por baqueanos) son de las actividades más disfrutables al aire libre, del mismo modo que lo son en verano las jornadas en alguno de los balnearios ribereños en ambos ríos, que cuentan con gran variedad de servicios, o simplemente a la vera de otros cauces de agua más pequeños pero igualmente atractivos. A pocos kilómetros de Nono se encuentra el cerro más alto de la provincia, el Champaquí (2.884 metros sobre el nivel del mar), donde se puede practicar trekking, hacer cabalgatas y, para los que extrañan el rugir de los motores, travesías en vehículos 4x4.

También son interesantes de conocer el centro del pueblo, fundado a finales del siglo XVIII, con la Iglesia San Juan Bautista, de 1908, la Plaza José de San Martín y algunas pintorescas construcciones de finales del siglo XIX y principios del XX donde hoy funcionan distintos comercios. Un circuito autoguiado permite hacer un recorrido de ocho de estas construcciones llenas de historia.

El municipio también ofrece un circuito fotográfico con ocho paradas (cerro Los Nonos, Museo Rocsen, la plaza principal, los balnearios Los Remansos y Paso de las Tropas, la Juntura de los Ríos, el paraje Los Algarrobos y el barrio de las casas históricas) y una visita al proyecto Poesía Mural. Se trata de una construcción colectiva de la que participan poetas, artistas plásticos, vecinos y autoridades locales. Iniciado en 2012, el proyecto cuenta hoy con 65 poesías emplazadas en todo el pueblo. La letra poética y la imagen plástica se convierten en murales realizados por ceramistas, enmarcados en una estructura de hierro y colocados en los frentes de las casas, previa autorización de sus propietarios.

Otro de los atractivos es la Feria de Artesanías, que funciona en torno a la plaza, con unos 60 artesanos locales, de otras localidades de Traslasierra y de otros puntos del país, más unos 15 puestos de productos regionales. Se ofrecen trabajos en cuero, tejidos, cerámica pintada, cuchillos, madera, juegos didácticos, indumentaria, bijouterie, joyería de plata y piedras, entre otros rubros.

A cinco kilómetros de Nono se encuentra el Museo Polifacético Rocsen, una institución muy particular creada en 1969 por el inmigrante francés Juan Santiago Bouchon, con más de 50.000 piezas de diferentes regiones del mundo, distribuidas en ocho salas. Entre otros objetos hay artesanía criolla; una colección de estatuas de bronce; automóviles y carruajes; instrumentos musicales; iconografía católica; arqueología americana; una exposición marítima; máscaras; piezas arqueológicas americanas; avisos antiguos; juguetes; vestimenta de época; una diligencia; cámaras fotográficas y cinematográficas; imprentas, etc. En fin, un inventario que justifica la denominación “polifacético”.

El Circuito Gastronómico Sabores de Nono propone uno de los grandes atractivos del lugar, tanto en cantidad como, especialmente, en calidad. Por un lado, hay una buena oferta de comidas tradicionales y autóctonas (cabritos a la llama, asado con cuero, empanadas fritas, truchas rellenas) para los amantes de los sabores criollos. Pero también hay alternativas de consumo gourmet tanto en el pueblo como en zonas aledañas, sobre los caminos que llevan a atractivos naturales como senderos y ríos, al Museo Rocsen, etc. Hay restaurantes de estas características cerca del balneario Paso de las Tropas y del Campo de Golf La Quebrada; un criadero de truchas en un ambiente natural; un local de cata de licores en la zona del Perchel; una cervecería artesanal cerca del balneario Los Remansos, entre otras opciones.