Uruguay: amabilidad y belleza

Turismo

Como siempre, las playas del vecino país aguardan a nuestros turistas con la hermosura de sus entornos y la deferencia proverbial de su gente. Una buena oportunidad para visitarlas por primera vez o reincidir en una experiencia inolvidable.

Una vez más, como cada verano, las costas del Uruguay se ofrecen al turista argentino como una opción posible por su particular encanto, su cercanía y su viabilidad económica. Es extraño que alguien que haya ido alguna vez a visitar las playas uruguayas y sus deliciosas ciudades o pueblos que les sirven de asiento, no sienta el impulso de ir otra vez. Un secreto fundamental del buen recuerdo que provocan es la tradicional amabilidad y calidez de su gente. Como es conocido, los tres puntos más atractivos y que concentran las mayores demandas del viajante son Punta del Este, Piriápolis y las más silvestres playas del departamento de Rocha. Veamos uno por uno estos enclaves.

Punta del Este

Punta del Este es reconocido internacionalmente como el principal balneario de América. Se ubica en el departamento de Maldonado, a tan solo una hora y media de la Capital del país. Divide el mar entre el Río de la Plata y el océano Atlántico. El balneario creció hacia el oeste formando Punta Ballena y hacia el este creando La Barra y José Ignacio. La extraordinaria variedad de ofertas como la belleza natural que rodea la península hacen de Punta del Este un sitio único.
Entre los deportes más destacados podemos mencionar el surf, windsurf, jet-ski, motonáutica, vela, pesca, yachting, polo, golf, tenis y rugby. Restaurantes, pubs, discotecas, tiendas de antigüedades, galerías de arte y miles de personas día y noche llenan las calles de la ciudad en busca de diversión.
Dentro de ese cuadro, Punta Ballena es uno de los lugares más particulares de la costa uruguaya. Casapueblo es el símbolo de la región y, para muchos, la esencia de Punta del Este. Por su parte, el Arboletum Lussich es una reserva forestal única, donde se pueden encontrar especies autóctonas y foráneas. A escasos kilómetros de Punta del Este, está también La Barra, que se caracteriza por el colorido arquitectónico de sus casas, las galerías de arte, las tiendas de antigüedad y la movida nocturna. El puente de La Barra, que permite atravesar el arroyo Maldonado, es uno de los mayores símbolos de la región y del turismo del Uruguay.
San Ignacio, por su parte, con el aire de pueblo de pescadores intacto, es el destino elegido con frecuencia por un variado y selecto grupo de turistas. La oferta especializada en los frutos de mar, fue lo que llevó a San Ignacio a la popularidad de la que hoy goza. Su faro, de 121 escalones, construido en 1877, le da al visitante una panorama hermoso del lugar y sus alrededores.


Piriápolis

Piriápolis fue creado por el esfuerzo, tesón e imaginación de un visionario, don Francisco Piria Grossi, hijo de un marino mercantil que nació en Montevideo en 1847, un 21 de agosto. Enviado a Diano Marina, Italia para ser formado por su tío, un monje jesuita, volvió a Uruguay al cumplir 13 años. Su madre y su padre ya habían muerto, por lo que debió enfrentarse solo a la vida. Estuvo en la milicia, fue peón rural y vendió chucherías que pasaban por buenas joyas. En 1890, compró tierras a una heredera de Leonardo Olivera y comenzó con el sueño de hacer de ellas un “balneario del porvenir”.
Puntos turísticos de mucho interés en Piriápolis son la Reserva de Fauna Autóctona y la estación de cría reconocida a nivel mundial, donde se cuidan y reproducen animales en extinción. Hay allí un serpentario, un parador municipal y parque con mesas y juegos para pasar el día. Ella es un lugar de visita insoslayable, igual que el Cerro Pan de Azúcar, cuyo ascenso y descenso lleva una hora y media pero es una aventura de alta emoción. Allí, en la cima, se puede ver la famosa Cruz del Cerro Pan de Azúcar concebida en 1933 por el poeta de la patria Zorrilla de San Martín y el padre Angels Walters. La realización estuvo a cargo de los arquitectos Alberico Isolla –hijo de Adela Piria- y de De Armas. La cruz es de cemento armado y mide 35 metros de alto.
Otro monumento destacado de la zona es el Castillo Piria, la primera obra importante que hizo construir en la zona el fundador de Piriápolis. Lo levantó el ingeniero Aquiles Monzani. La Fuente del Toro, por su parte, está ubicada en una cima ubicada a cien metros sobre el nivel del mar, en el cerro del mismo nombre. Colocada en medio de un espeso bosque donde se confunden especies indígenas como foráneas, pesa 3000 kilos y fue traída especialmente desde París.
Muy cerca de Piriápolis se encuentra también el Parque Municipal La Cascada, un espacio verde extraordinario que es de obligada visita. Está enclavado donde termina avenida Artigas y la ruta 37. Otros lugares a recorrer son el Cerro San Antonio –donde se ve la imagen de Stella Maris, la virgen de los pescadores, el Templo de San Antonio al que acuden en busca de ayuda las solteras, y la Fuente de Venus.
Famosos en el balneario son el Hotel Argentino, el primero que construyó Piria y al que llamó “hotel de morondanga”, pero que le mostró lo lucrativo del negocio. Después edificó sobre la rambla el hotel de lujo Piriápolis, hoy Colonia de Vacaciones, donde funcionó el primer casino.

Rocha

Rocha es el destino que se encuentra más al este del Uruguay. Sus inmensas olas, que desafían a los mejores surfistas, y el estilo rústico de la zona acentúan el encuentro con la naturaleza. Sus lugares más concurridos son varios.
La Paloma. El principal balneario del departamento y uno de los más populares de la región. Posee diferentes tipos de playa, desde las muy mansas (bahía chica) a las de mayor oleaje (La Balconada, La Aguada, La Pedrera). En la playa Los Botes se concentran los pescadores artesanales que se encomiendan al “Cristo de Lucho” (una escuela realizada por el pescador Lucho Maurente).
La Pedrera. Balneario pequeño, muy exclusivo, con excelente infraestructura de alojamientos, ideal para las vacaciones en familia, con playas aptas para los más variados deportes náuticos.
Valizas. Ubicado entre enormes dunas y recostado sobre el arroyo del mismo nombre, posee una marcada identidad de pueblo sencillo y cálido, con grandes encantos naturales. Posee una colonia de lobos marinos.
Cabo Polonio. El acceso al balneario se encuentra en el kilómetro 264, 500 de la ruta Nº 10 (Juan Díaz de Solís). Luego un trillo de unos 7 kms recorre las dunas hasta llegar al mar, transitable en vehículos 4x4, a caballo o caminando. Cabo Polonio integra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Peñón rocoso que se introduce en el mar y emerge prolongándose en tres islas, es un encantador pueblito de pescadores. Su emblemático faro es monumento nacional desde 1976.
Aguas Dulces. Es un balneario que proviene de los ranchos que los habitantes cercanos a Castillos comenzaron a construir a comienzos del siglo XX. Los primeros ranchos se levantaron en 1930 sobre pilotes, los típicos “palafitos de Aguas Dulces, hoy virtualmente inexistentes. Es un lugar ideal para el descanso tranquilo en contacto con la naturaleza, el juego y la reunión con amigos.
Punta del Diablo. Es un pueblo de pescadores cuyos primeros habitantes en la década del cuarenta del siglo pasado permanecieron abocados casi exclusivamente a la pesca del tiburón. Tiene el aire rústico e informal de una aldea marina y es visitada al año por miles de turistas. 
Santa Teresa. Parque Nacional donde fuera de los meses de verano se realiza mucho suf. Es muy visitada por turistas brasileños.
La Coronilla. Son playas de finísima arena que frecuentan los aficionados a la fauna marina y la pesca deportiva.
Barra del Chuy. Playa abierta al este que requiere para ser disfrutada de vientos calmos porque no tiene topografía costera que ayude a repararse. Lugar tranquilo y con muy poca gente en el agua.

 

Fotos: Wikipedia.org