Windsurf, con el viento a favor

Turismo

Deporte náutico en constante crecimiento, se practica todo el año y en buena parte del país. Las claves para practicarlo, equipos y destinos principales.  

No se trata de soplar y hacer windsurf. Pero es suficiente con un buen escenario de agua y viento. El resto lo hace el equipo y la práctica. Disciplina joven, ya que nació en la década de 1930, desde Los Angeles 1984 es deporte olímpico. La historia cuenta que al surfista Tom Blake se le ocurrió que podría ahorrar energía para avanzar sobre el agua, y al mismo tiempo evitar caídas, sumándole una vela a su tabla de surf. Pero fue Newman Darby quien en 1948 diseñó la que considera la primera tabla de windsurf, con la vela rotando libremente sobre un único eje, lo que le otorga versatilidad para aprovechar los vientos y sus cambios de la mejor manera, a diferencia de lo que ocurre con los veleros.

Más de dos décadas después, dos ingenieros aeronáuticos de los Estados Unidos –Jim Drake y Hoyle Schweitzer–, diseñaron la versión definitiva de la tabla de windsurf con su sistema de vela libre. El último gran hito en la historia de este deporte llegó en 1977, cuando los hawaianos Mike Horgan y Larry Stanley sumaron al equipo unas tiras de sujeción para que el deportista se aferre a la tabla y no salga despedido de la misma.

El equipo es relativamente sencillo, lo que no implica que sea necesariamente económico, y viene en una amplia variedad de tamaños, teniendo en cuenta tanto el volumen y peso del windsurfista como el tipo de competencia, si fuera el caso

Equilibrio sobre la tabla, como en el surf, y conocimientos al menos básicos sobre vientos son los requisitos para largarse a la actividad. Hay clases para niños desde los seis años y cursos de entre seis y doce clases para los niveles principiante, intermedio y avanzado.

 

Las tablas están hechas por lo general de espuma de poliestireno recubierta de una estructura de distintas fibras (vidrio, carbono, kevlar, etc.) y resina epoxídica. Vienen provistas de la vela (las hay de distintos tamaños, lo que da prestaciones diferentes); el mástil; una aleta, que brinda estabilidad para mantener la dirección deseada y permite hacer giros y aumentar la velocidad sin patinar sobre la tabla; la botavara, una horquilla doble a la que el deportista se sujeta; el carril del mástil, donde se apoya el pie para mantener el equilibrio sobre la tabla; el pie de mástil, que es de goma y une el aparejo a la tabla para transmitirle la fuerza del viento en la vela; la orza abatible, que ayuda a evitar la deriva de la tabla a baja velocidad; el arnés, de donde el usuario se cuelga de la botavara y así evita un excesivo esfuerzo muscular.

Respecto de las dimensiones de la tabla, a mayor tamaño, mayor estabilidad, por lo que se aconseja a los principiantes empezar utilizando tablas grandes e ir cambiando a otras más chicas a medida que se gana confianza. Por eso se recomienda alquilar las tablas hasta lograr esta confianza y estar seguros de que se continuará con el deporte.  

 

Modalidades y destinos

Aunque se trata mayormente de una actividad recreativa, hay distintas modalidades cuando se trata de practicarlo competitivamente, entre las que se destacan: Wave (se usa un equipo liviano porque hay que surfear olas de al menos un metro); Freestyle (la versión tradicional consiste en maniobrar con poco viento, mientras que la más actual se practica con tablas cortas y livianas que permiten la ejecución de mayores destrezas); Regata (es una carrera que, a su vez, tiene diferentes modalidades y es con la que se compite en los Juegos Olímpicos): Slalom (carrera en zigzag en la que se van esquivando boyas y con el viento de través); Indoor (se practica mayormente en Europa, en invierno y en enormes piscinas con grandes ventiladores que emulan al viento).

A nivel global, los mejores escenarios para practicar windsurf se encuentran en la isla de Maui, en el océano Pacífico; Hawái, particularmente Ho’okipa, una playa ubicada en la costa norte que suele ser visitada por tiburones, lo que no impide que sea uno de los destinos más populares para este deporte; la laguna de agua salada Langebaan, en Sudáfrica, cerca de Ciudad del Cabo; en Australia, un país con más de 13.000 kilómetros de costa, son muy populares entre los windsurfistas las playas de Lincelin, Coronation Beach, Geraldton, Margaret River y Gnaraloo; el sur de España, especialmente las costas de Cádiz y Tarifa, en Andalucía, y Tenerife y Fuerteventura, en las islas Canarias; Karpathos (Grecia); Guincho (Portugal); Luderitz (Namibia); Sylt (Alemania); la isla de Bonaire, en el Caribe; Jericoacoara (Brasil); El Yaque (Venezuela), y la vecina Punta del Este (Uruguay).

 

Los escenarios locales

En cuanto a la Argentina, hay spots de todo tipo en diques, en lagos y en el mar, algunos de ellos muy codiciados por windsurfistas de todo el mundo. Entre otros –el windsurf se practica en numerosos espejos de agua a lo largo y ancho de todo el país–, Potrerillos, en la provincia de Mendoza, sede del Campeonato Mundial de Windsurf 2007; el lago Nahuel Huapi, en las provincias de Río Negro y Neuquén; Puerto Madryn, en la provincia de Chubut; la costa norte de la provincia de Buenos Aires, en aguas del Río de la Plata, y las playas de la Costa Atlántica, mayormente de Pinamar hacia el sur.

Pero el destino argentino por excelencia para la práctica del windsurf, e imán para deportistas náuticos de todo el mundo (también es un templo del kitesurf), es el embalse Cuesta del Viento, ubicado en Rodeo, a unos 200 kilómetros de la ciudad de San Juan, en la provincia homónima. La atracción está dada por sus más de 300 días al año con vientos superiores a los 20 nudos (37 kilómetros por hora) provenientes del sudeste, y por sus 3.000 hectáreas de agua verde rodeadas por la aridez de sus rocas.

Además de windsurf y kitesurf (deporte de deslizamiento que permite al navegante surfear sobre la superficie del agua sobre una tabla tipo wakeboard arrastrado por un paracaídas izado por el viento), en las horas más calmas, por lo general durante la mañana, se puede navegar en kayak o practicar la pesca deportiva. En Cuesta del Viento hay oferta de alojamiento tradicional, camping, proveeduría, alquiler de equipos, escuela de navegación, bares, etc. Se llega desde la cercana Rodeo, donde en el río del mismo nombre se puede practicar rafting, desde la capital sanjuanina o desde Jáchal.