Automedicación, una práctica riesgosa

Actualidad

La comodidad y las razones económicas –la posibilidad de “ahorrarse” una consulta-, son los motivos más extendidos por los que las personas se automedican, desconociendo o negando los riesgos de este hábito extendido y peligroso.

Incluso los medicamentos en apariencia más inofensivos, como la aspirina –contraindicada en personas que suelen hacer hemorragias o padecen de úlcera gástrica- puede traer aparejados efectos indeseados, con consecuencias graves. Es que cada medicamento -y cada uno de los principios activos que lo componen- puede provocar una reacción adversa o indeseada, desde un simple enrojecimiento cutáneo hasta problemas mayores, como un paro respiratorio. Quién se automedica desconoce tanto su patología real como los efectos de la medicación que consume y el modo en que reaccionará su cuerpo. He ahí el riesgo.

En la Argentina, la situación es alarmante: Según especialistas de la Confederación Nacional de Pediatría, el 88% de la población recurre a ella sin las consideraciones adecuadas.
Los países desarrollados han respondido a esta situación con políticas de control de medicamentos. En Latinoamérica es una preocupación creciente y que causa grandes problemas, especialmente con los medicamentos de venta directa, aquellos que se venden sin regulación.

El médico es el único calificado para, en principio, evaluar el cuadro del enfermo y hacer un diagnóstico preciso. A partir de ese momento, también le tocará evaluar la interacción del medicamento correspondiente con otras medicaciones que pueda estar tomando el paciente –incluso hay alimentos o factores ambientales que pueden alterar la acción de una droga- y, finalmente, su conveniencia, de acuerdo al caso particular del que se trate.

Hay vitaminas, además, que también pueden tener efectos indeseados (por ejemplo, la vitamina A, que en exceso produce daño tanto a las mujeres embarazadas como a los pacientes comunes). El paracetamol, por su parte, no está indicado para las personas que tienen daño hepático, lo que prueba también que la absorción de un determinado medicamento, el metabolismo y la excreción de cada paciente, se combinan en reacciones a menudo imprevisibles.
Demás está decirlo, a esta altura: se recomienda no tomar ningún medicamento por iniciativa propia (y tener especial cuidado en el caso de las personas de edad, las embarazadas y los niños).

 

Los riesgos más frecuentes

• El enfermo se puede “diagnosticar” de manera incorrecta o enmascarar los síntomas de una dolencia a causa del medicamento autoprescripto.

• Los efectos secundarios son impredecibles y pueden resultar fatales, produciendo reacciones adversas.
• La farmacodependencia también es un riesgo, sobre todo con los inhibidores del sistema nervioso central. Una sobredosis de este grupo de medicamentos puede provocar desde irritabilidad hasta un paro cardiorrespiratorio.

• Puede haber reacciones alérgicas imprevistas –que no necesariamente aparecen en la primera toma-.

• La intoxicación es otro de los factores que ponen en peligro al enfermo (puede manifestarse a través de náuseas, vómitos, visión borrosa e insomnio).