Calidad antes que cantidad, la fórmula para una sexualidad plena

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La tendencia a la competencia y la rivalidad está presente también en el terreno sexual, por eso los hombres suelen perseguir un ideal numérico y muchas mujeres tienden a compararse con otras. Los especialistas, sin embargo, explican que mucho no siempre es sinónimo de bueno, y que cada pareja debe encontrar la medida para su propia satisfacción. 

En una escena de la película "Annie Hall", Woody Allen interpreta a un marido que acompaña a su esposa al sexólogo. Cuando el profesional les pregunta: con qué frecuencia tienen relaciones sexuales, la mujer responde: “¡Una barbaridad...! Tres veces por semana”. Mientras Woody responde en simultáneo: “¡Casi nunca… tres veces por semana!”. En este caso, un buen chiste sirve de excusa para hablar de la frecuencia con que cada pareja mantiene sexo y las distintas percepciones que uno y otro integrante puede llegar a tener de una realidad compartida.
Hay un punto en que los especialistas están de acuerdo: la cantidad no define la calidad de las relaciones sexuales, incluso estas dos variables pueden estar disociadas: una cosa es hasta qué punto el sexo resulta armonioso y placentero en una pareja y otra, independiente, con qué frecuencia se mantienen relaciones. Lo que pesa en mayor medida, a la hora de evaluar si dos personas mantienen una sexualidad plena, no son las variables numéricas, sino la calidad de los encuentros, determinados en buena medida por la confianza y la comunicación que mantienen.
Desde un punto de vista sociológico, podría pensarse que el concepto de productividad capitalista se ha extrapolado al plano del “rendimiento sexual”: así como el hombre moderno persigue la acumulación de bienes - muchas veces sin plantearse qué es lo que verdaderamente necesita-, en el terreno del sexo la  lucha parece ser por “más mujeres, más tiempo dedicado al placer, más orgasmos”. El inconformismo se impone muchas veces porque el horizonte siempre parece correrse un poco más allá. Pero ¿es más lo que verdaderamente necesitamos?
“Erróneamente, más cantidad, en materia de sexo, es visto por los hombres como sinónimos de “mejor” o “más varonil”, así como a la mujer se le exige a veces tener más de un orgasmo”, sostiene el sexólogo Adrián Sapetti, autor del libro Confesiones íntimas, y responsable del sitio sexovida.com. Personalmente creo que nadie debería buscar más orgasmos de los que en determinado momento quiere tener. La gente que persigue un ideal derivado de las estadísticas, de las películas pornográficas, de las novelas eróticas o de las memorias de Casanova, vive su sexualidad con angustia ya que se preocupa más por la cantidad y la frecuencia que por la calidad, que es lo que importa”.
Las investigaciones médicas más recientes evidencian, en este sentido, que no existe una frecuencia sexual “adecuada”, ni “normal”, pues esta depende de múltiples factores. En todo caso, puede decirse que existe una frecuencia a medida de cada pareja: así como, en un extremo, hay algunas que mantienen un solo encuentro al mes y con eso parece bastarles, otras precisan o desean mantener relaciones todos los días.
Los especialistas se “preocupan” tanto si alguien está absolutamente desinteresado en el sexo y también si tiene una necesidad excesiva de él. En medio de estos dos polos, sostienen, es normal que la frecuencia sexual oscile al ritmo de la biología, la edad, la crianza en el hogar, la situación socioeconómica, la cultura.

 

Según estadísticas recientes, las parejas tienen una frecuencia sexual promedio de 100 coitos al año, lo que representa un promedio de dos encuentros por semana. Aunque las cifras promedio varían en relación al país, el estilo de vida, las costumbres alimenticias y laborales y también el estado de ánimo.
La empresa Durex, fabricante de preservativos y lubricantes, concretó una encuesta mundial y halló que la media anual es 103 veces, y que la edad más activa se ubica entre los 35 y los 44 años. También reveló que Grecia es el país más fogoso –el 87% de sus habitantes practican sexo una vez a la semana, por lo menos–, y que le siguen de cerca Rusia y China. Los países con menos frecuencia sexual son Japón (sólo un 34% disfruta del sexo al menos una vez a la semana), EE.UU. (53%) y Nigeria (53%).
Las consultas médicas prueban, además, que las necesidades son diferentes para ambos géneros, lo que respondería a cuestiones biológicas y socioculturales. Así como existe una especie de tendencia al reclamo de los representantes del género masculino en relación a la frecuencia de las relaciones, las mujeres suelen exigir más demostraciones de afecto y más tiempo dedicado a los “juegos previos”.
La vida sexual es clave en la vida de relación, pero cada pareja debe determinar o acordar la frecuencia con la que ambos se sienten conformes. El primer consejo, apuntan los sexólogos, es no guiarse por parámetros ideales o externos –del tipo "lo que se debe"- sino dejarse llevar por lo que "se desea" y lo que "se puede".
También es imprescindible entender que en cualquier relación duradera existirán modificaciones a través del tiempo, vinculadas a las necesidades de cada uno de sus miembros, alteraciones que pueden aumentar o disminuir el deseo en un determinado momento.
Las causas más frecuentes de la pérdida de deseo pueden ser psicológicas o físicas. Entre las alteraciones de la salud, se incluyen la depresión, el hipotiroidismo, la diabetes, la obesidad y los trastornos hormonales. Entre las que no son orgánicas, disminuyen la libido los conflictos psicológicos emocionales, actuales o históricos, las situaciones traumáticas o dolorosas –abortos, muerte de algún familiar, pérdida de un empleo, abuso sexual en la infancia, accidentes, problemas con los hijos, temor al embarazo, etc.

 

La falta de deseo sexual afecta, en la actualidad, al  43% de las mujeres y al 31% de los hombres, sobre todo a partir de los 50 años. Se expresa en desinterés por el contacto físico, desgano en relación a la pareja, ausencia de respuesta a la relación sexual y ausencia de fantasías sexuales. En todos los casos, es fundamental la comunicación de la pareja, y la comprensión de una realidad universal: la sexualidad no es una dimensión estática, sino que se ve afectada con frecuencia en función de variables diversas.
En muchos casos, es simplemente "el paso del tiempo" elmotivo por el cual decae la intensidad. Así como durante los primeros meses, las parejas están casi siempre dispuestas para hacer el amor, las encuestas indican que con el tiempo la pasión se serena y el deseo se aplaca;  es en este punto cuando pueden surgir conflictos, al necesitar uno de ellos mayor frecuencia de relaciones sexuales que el otro.
Con los años, también las hormonas sexuales –los estrógenos y la testosterona– disminuyen. Sin embargo el panorama no tiene porqué ser negativo: las parejas mayores argumentan que, a menudo, cuando la regularidad se reduce, la calidad del encuentro es lo que se potencia.

 

Fuentes consultadas:

www.sexovida.com (Dr. Adrián Sapetti) info@sexovida.com
www.e-sexologia.com (Dr. Juan Carlos Kusnetzoff) correosexologico@clarin.com
Revista Viva, Clarín (Dr. Elías Norberto Abdala) norbertoabdala@gmail.com
www.consultasexologo.com (Dr. Pedro Lucas Bustos)
Ministerio de salud de la Nación 0800-222-3444
www.psicologiaparatodos.com