Cambalache, cooperativa de mapas

Actualidad

Dos geógrafos y dos informáticos están dedicados a pensar y confeccionar cartografía impresa y web.

 

Todo el mundo está familiarizado con los mapas, los mapas que usábamos en la escuela y los de las rutas pero también los planos callejeros de la guía Filcar, los turísticos y aquellos que presentan las líneas de subtes, trenes o colectivos, o se encargan de situar oficinas o tal vez ciertos locales comerciales. Así estén impresos, en la web, en una aplicación en el teléfono o garabateados en una servilleta, lo cierto es que cada vez usamos más y más mapas que nos ayudan a ubicarnos, encontrar caminos y hasta comprender fenómenos, porque además de representar gráficamente un territorio y mostrar su relieve, clima y división política los mapas son capaces de desplegar cuestiones como la circulación de información, la distribución de recursos, la densidad de población, la presencia de internet o el tráfico aéreo en tiempo real, y eso por citar solo algunos de una lista de ejemplos que resulta casi infinita. Los mapas, al igual que el mundo, han ido adaptándose en su forma de representarlo. Y de hecho una buena cartografía es una condición esencial para conocer y gestionar el espacio que habitamos.

Conscientes de esta renovada necesidad de mapas fue que surgió Cambalache , una cooperativa (por ahora de hecho) que conformada por dos geógrafos y dos informáticos se encarga justamente de eso: de pensar y confeccionar mapas y cartografía tanto para web como formato impreso. En su breve aunque intensa trayectoria –arrancaron a funcionar con ese nombre a principios de este 2016- han encarado proyectos como el Mapa Solidario de Lomas de Zamora (que releva las instituciones capaces de asistir a personas en situación de calle); el mapeo de las denuncias de trata de personas, trabajo esclavo, explotación infantil, proxenetismo y narcotráfico que recibe la Fundación Alameda y un relevamiento de terrenos y mapeo de barrios para la Asamblea por la Justicia Ambiental (AJAM) y el Observatorio de Derecho a la Ciudad.

“Hacemos mapas de todas las ramas, desde un nivel de catastro hasta análisis espacial de procesos, transporte, riesgo, desastres y planificación”, explica Cristian Wörner, geógrafo y co creador de Cambalache. Y agrega: “Los mapas de hoy apuntan a tener el dinamismo que la sociedad exige. Así es que se emplea una información, siempre ubicada en la superficie terrestre, que a la vez está asociada con determinados atributos. Si por ejemplo tengo un mapa de las líneas de subte puede haber capas que además del recorrido y las estaciones muestren las frecuencias, o la cantidad de gente que circula por cada una. Y luego uno puede jugar representando esa información de una u otra forma”.

Los mapas se construyen a partir de Sistemas de Información Geográfica o “SIG”, que es como se denomina el software que permite procesar la información de una manera rápida y dinámica. “Así como existen programas de diseño hay también muchos softwares que son SIG y se usan para construir mapas. Algunos son de código abierto, justamente aquellos con los que intentamos trabajar”, explica Patricia Cirillo, la otra geógrafa del equipo. “Funcionan con diferentes capas, solo que en vez de dibujar sobre una hoja en los SIG se dibuja sobre el mundo, en coordenadas geográficas”.
El equipo se completa con los informáticos Martín Dell'Oro y Verónica Heredia, quienes llevan adelante un trabajo que requiere de una formación altamente especializada. “No son informáticos cualquiera: son informáticos que saben de geografía”, describe Cirillo. “Los geógrafos se encargan de la captura de datos y del análisis, y con eso nosotros confeccionamos el mapa navegable –dice Heredia-. Lo que hacemos es manejar el sistema con el cual se procesa la información que nos proveen los geógrafos. Digamos que la informática viene a ser el apoyo para poder visualizar”.

Todos los caminos
¿Cómo es que alguien de 18 años se decide a estudiar geografía? En el caso de Patricia la elección fue pura apuesta. “Cuando terminé la secundaria no sabía qué estudiar, entonces me pregunté cuál era la materia que más me había gustado y esa era geografía económica. Me puse a investigar, porque no tenía ningún conocido geógrafo, ni tampoco idea de dónde se estudiaba geografía, y así encontré que en la UBA se dictaba la Licenciatura”, recuerda.
A Cristian ya de chico le fascinaban los mapas, también le llamaban la atención las diferencias de clima, saber por qué una región era más verde que otra, o qué era lo que hacía que en ciertos lugares nevara. “Un día en la secundaria tuve una clase de vientos que me fascinó, y cuando le pregunté al docente dónde conseguir más información él me dijo: ‘vos tenés que seguir geografía’”.

Cambalache nació en los pasillos de “Puan”, como habitualmente se conoce a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde se dicta la Licenciatura Geografía. “Arrancamos con el Mapa Solidario de Lomas y esa primera experiencia aportó la sensación, el sentimiento, de que esto era lo que estábamos buscando: trabajamos para que más y más gente conozca estas herramientas y entienda cómo les pueden ayudar a organizarse mejor y difundir lo que hacen”, comenta Wörner. Y como la geografía debe necesariamente tomar un poco de cada ciencia, así como entender los idiomas con los que las diferentes disciplinas dialogan, entonces surgió ese nombre, el de “Cambalache”. La forma de cooperativa fue pensada desde los valores que este tipo de organización fomenta, que de acuerdo a Wörner tienen que ver con poder crear desde la igualdad, la participación y la toma de decisiones en forma democrática: “esa apertura que buscábamos se veía encuadrada en este tipo de figura”.
A la par que preparan una serie de capacitaciones en SIG, los integrantes de Cambalache piensan en crear junto a la gente de AJAM un mapa nacional de conflictos ambientales que sea capaz de representar lo que hoy sucede con el manejo de los recursos. “Va en sintonía con nuestra idea de hacer mapas que sirvan para abrir los ojos y organizarnos mejor –concluye Wörner-. Es como pasa con las denuncias de la Alameda: cuando vemos en el mapa cómo se focalizan en determinada zona, o alrededor de una comisaría, podemos sacar conclusiones mucho más rápidas que con esa misma información en una tabla Excel.  Y eso, al fin y al cabo, es lo que buscamos: entender mejor lo que está pasando para poder seguir luchando por el espacio”.