Día de la Mujer: En busca de la igualdad laboral

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A pesar de los avances que se vienen dando en los postergados derechos de la mujer, en el ámbito del trabajo la histórica brecha permanece, especialmente a la hora de cobrar el sueldo. La situación en la Argentina.

La violencia de género, con el femicidio como extremo irreversible, el abuso sexual y el acoso pusieron a la lucha por la igualdad de derechos en la tapa de los diarios, al tope de las portadas digitales y en el horario central de los noticieros. Más aun después de la suma de acusaciones contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein, que derivó en denuncias contra otros colegas, directores y actores de cine y televisión que, con nuevos testimonios de víctimas, se sigue visibilizando a través del movimiento #MeToo. En la Argentina, el colectivo #NiUnaMenos es, desde hace casi tres años, el sinónimo de lucha contra la violencia de todo tipo hacia la mujer. Y la fuerte Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, cuyo reclamo es “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, podría llevar al Congreso, por primera vez, el debate sobre el tema.

Así las cosas, podría pensarse que el poderoso sistema patriarcal que rige, casi literalmente, en todo el mundo desde tiempos inmemoriales, estaría cediendo en todos los órdenes, dando lugar a una sociedad global más igualitaria, ya que no en lo económico y social, al menos en cuestiones de género. Sin embargo, el año pasado en el ranking anual del World Economic Forum (WEF) se produjo un retroceso por primera vez desde que se hace la medición, que se inició en 2006. El WEF analiza anualmente en 144 países cuatro grandes ámbitos –salud, educación, oportunidad laboral y participación política– y en todos ellos la brecha entre hombres y mujeres se amplió. El Índice Global de Brecha de Género (Global Gender Gap Index) colocó el año pasado a la Argentina en el puesto 34, uno más abajo que en 2016, especialmente por el retroceso producido en materia de empleo y paridad de ingresos. De acuerdo a esta medición, si bien nuestro país presenta fortalezas en el acceso igualitario a la salud y la educación, los peores desempeños se dan en el ámbito laboral, donde figura en el puesto 94 en cuanto a presencia de la mujer dentro de la fuerza laboral total, y en el 118 en la “percepción de igual salario por igual trabajo”. Según el WEF, las trabajadoras argentinas cobran el 73% de lo que sus colegas varones que hacen tareas similares. Islandia lidera el ranking desde hace nueve años, seguida por Noruega y Finlandia, mientras que Estados Unidos cayó del puesto 45 al 49.

Mujer y trabajo

Además, en términos generales, a las mujeres se les reserva un rol de género en ámbitos relacionados con la educación, la salud y el cuidado físico y psicológico, en detrimento de su presencia en las llamadas disciplinas Stem (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés). Maestras, médicas, enfermeras y psicólogas parecen ser los roles asignados mayoritariamente a la mujer. Y aunque más de la mitad de quienes estudian en las universidades argentinas son mujeres, en las llamadas TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación), apenas representan el 27% del total de los graduados.

 

 

Menos empleo, menos salario

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a pesar de los progresos de la mujer en el ámbito educativo, este avance no se tradujo en una mejora de su posición en el mercado laboral. A nivel mundial, la tasa de empleo de las mujeres es de aproximadamente 25,5% que la de los varones, y representa un índice aun mayor dentro del mercado de trabajo informal: casi el 40%. Esto implica menores oportunidades de empleo, lo que a su vez incide sobre la capacidad para obtener ingresos y aumentar su autonomía económica. En términos salariales, la brecha entre hombres y mujeres en el promedio global es de 23%, en un amplio rango que varía según la región y el país de que se trate.

Por otra parte, un reciente informe de las Naciones Unidas concluyó que el trabajo doméstico no remunerado está a cargo de las mujeres 2,6 veces más que de los hombres, y que esta sobrecarga laboral se sigue dando independientemente del mayor ingreso de la mujer al mercado laboral. Así, depende de la sociedad de la que formen parte, se sigue dando por hecho que la crianza y el cuidado de los niños, ancianos o familiares discapacitados y la recolección de agua o combustible sólido allí donde es necesario corresponden con exclusividad a la mujer. “Si las mujeres dejaran de hacer gran parte del trabajo que no les pagan, toda la economía colapsaría”, sintetizó Shahra Razavi, jefa de la sección de investigación e información de ONU Mujeres. Para Silke Staab, que fue una de las investigadoras, “mientras que las mujeres se han incorporado cada vez más a la fuerza de trabajo, cada vez más a lo largo de sus vidas y haciendo menos interrupciones, no hemos visto una respuesta similar por parte de los hombres en el ámbito doméstico”.

Ese llamado “trabajo invisible” en realidad es “trabajo invisibilizado”. De acuerdo con los datos de la encuesta “Uso del tiempo”, de la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, las mujeres dedican, en promedio, unas tres horas diarias más que los varones a este trabajo no remunerado. El estudio, realizado en 2016, concluyó que si bien los hombres dedican más tiempo al trabajo pago (8:52 horas contra 7:59), las mujeres destinan muchas más horas al trabajo doméstico (3:27 contra 1:57) y al cuidado no remunerado de miembros de integrantes del hogar (5:27 contra 3:42). Además, los hombres desocupados dedican menos tiempo al trabajo no remunerado que los ocupados (2:37 contra 2:51), mientras que las mujeres desocupadas destinan más tiempo a estas tareas que las que tienen trabajo (5:29 contra 5:02).

Según datos dados a conocer por el Ministerio de Trabajo de la Nación, la brecha salarial entre mujeres y varones en la Argentina oscila entre el 21 y el 24 por ciento entre los trabajadores registrados, pero asciende al 35% en el mercado informal. Estos índices surgen de la información recogida en la Encuesta Permanente de Hogares que elabora el INDEC entre los asalariados registrados y la del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Sin embargo, al dar a conocer estos porcentajes, el Ministerio estimó que parte de esa brecha obedece a “una menor cantidad de horas trabajadas” por las mujeres debido al trabajo doméstico no remunerado.

El análisis de los datos también arrojó otros datos, aun más preocupantes: las mujeres se sitúan mayoritariamente dentro del grupo de menores ingresos, en el decil 1, donde hay 1.100.000 mujeres, mientras que los varones son 525.000, menos de la mitad. Pero en el decil 10, el que nuclea a la población de mayores ingresos, la proporción se invierte. Además, la tasa de empleo sigue siendo más baja para las mujeres: 43,1% contra 66,3%.

“Has recorrido un largo camino, muchacha”, era el eslogan de una publicidad de cigarrillos de principios de la década del 70 que, sin decirlo, reivindicaba el derecho de la mujer ¡a fumar en público! Casi medio siglo después, y a pesar de los avances y las luchas cotidianas en busca de la igualdad absoluta, da la impresión de que todavía queda bastante camino por recorrer, muchacha.

 

Fotos: istock