El señor de los inventos

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Cómo aprovechar las innovaciones para ayudar a mejorar la calidad de vida de los que más lo necesitan es la pregunta que se hizo el ingeniero electrónico argentino Luis Campos. Hoy sus creaciones no dejan de sorprender.

El invento no es nuevo, aunque recién en los últimos años los medios de comunicación se empezaron a hacer eco de él. Tampoco es la única creación del ingeniero electrónico Luis Campos para ayudar a las personas con algún tipo de discapacidad, pero es sin duda la que más repercusión ha tenido. Estamos hablando del SEVITAC-D, un dedal que le permite a las personas que no escuchan absolutamente nada recibir información sonora directamente en el cerebro a través de vibraciones en el índice. “Escuché tu voz, no por mis oídos, sino dentro de mi cerebro”, le dijo Mariano Robere, un sordo bilateral profundo a Campos allá por 2003 en una de las primeras pruebas del equipo. Hoy, más de 30 personas en Argentina y otras 20 en México lo están utilizando. Pero la historia de su inventor no se reduce solamente a esta genialidad, por lo que vale la pena conocerla.

Cómo se encendió la lamparita
Luis Campos tiene 58 años, vive en Banfield, está casado, tiene dos hijos y un nieto. Es ingeniero electrónico. Hasta ahí nada demasiado particular. El asunto es que en 1991 fundó el Centro Argentino de Medios Alternativos de Comunicación, una asociación civil más conocida por sus siglas: CAMAC. Desde allí, hace 25 años que se dedica a investigar y desarrollar tecnología adaptada para personas con discapacidad, o “disCAPACIDAD”, como prefiere escribirla él.

En medio del merecido descanso veraniego, Campos atendió la consulta de Revista Cabal para contar, entre otras cosas, cómo surgió ese centro que ha sido pionero en Latinoamérica. “Todo comenzó en 1986, cuando un médico se acercó al departamento de ventas de la compañía de computadoras en la cual trabajaba como ingeniero electrónico para saber si existía algún programa o computadora que permitiera ayudar a una paciente diagnosticada con síndrome de cautiverio o locked-in, una cuadriplejia con trastornos severos del lenguaje. Lo único que podía hacer voluntariamente para comunicarse era abrir o cerrar los ojos. Mientras me lo comentaba, pensé que todos también podíamos soplar y aspirar. Y que entender esa acción era más simple. Entonces recordé que las unidades de cintas magnéticas, equipos que servían para guardar información, utilizaban sensores de presión de aire positiva si se soplaba o negativa si se aspiraba. Le respondí al doctor que en poco tiempo visitaría a su paciente para hacer una prueba”, relató.

La paciente era una joven de 34 años llamada Silvia. Para comunicarse con ella, su madre tenía un cartón con las letras del abecedario distribuidas en seis grupos, de modo tal que levantando las cejas (significaba “sí”) o con un parpadeo (era su forma de decir “no”) iba marcando letra por letras lo que quería comunicar. El tema es que esa mínima interacción demandaba mucho tiempo. Campos creó entonces un sistema de comunicación tan rudimentario como ingenioso con una computadora similar a la Commodore 64 conectada a un televisor, un grabador de cassete en donde se guardaba y cargaba el programa y una boquilla en cuyo extremo estaba el sensor de morder. Enseguida se dio cuenta que esa experiencia le había permitido descubrir una tecnología capaz de ayudar a cualquier persona con un trastorno motor severo, detectando dentro de su discapacidad un movimiento voluntario. Parafraseando a Isaac Newton, el ingeniero creó una frase que reflejaría su vida futura: “dame un movimiento voluntario y te comunicaré con el mundo”.

El dedal mágico
De la misma manera azarosa que Luis Campos encontró su vocación como inventor en una necesidad bastante particular que le acercó un médico, la idea del ya famoso dedal también surgió por una situación curiosa. Así lo recuerda él: “En 2002 trabajaba como director de tesis en la Facultad de Informática de la Universidad de Morón y una de mis alumnas me propuso realizar su tesis para ayudar a una amiga musicoterapeuta creando una biblioteca virtual sonora para trabajar con niños hipoacúsicos y sordos. Eso me motivó a investigar. Lo  primero que me pregunté fue por qué Louis Braille utilizó solo el dedo índice para leer la combinación de 6 puntitos. Y la respuesta está en que el índice contiene la mayor concentración de sensores hápticos y además puede discriminar frecuencias desde los 10hz hasta los 10khz. Entonces pasé a la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si a un sordo bilateral profundo le estimulara la yema del dedo índice con información sonora, a través de un sensor  vibrotáctil similar a un dedal?”.

El final de la historia lo contó Mariano, citado al principio de la nota. El SEVITAC-D ha evolucionado desde su primera versión en cuanto a su tamaño (hoy tiene 6cm x 4.5cm x 1.5cm) y su tecnología interna. Se carga como un celular por un mini puerto USB y posee una autonomía de casi 4 días. Próximamente se le agregará Bluetooth y está patentado en la Argentina. “Es difícil describir lo que siente una persona que nunca escuchó cuando por primera vez  se enciende el equipo. Lo primero es mirar cómo su mano va de un lado hacia el otro, luego cómo pasa su otra mano por el brazo, el antebrazo, el pecho, el cuello y la cabeza,  describiendo el recorrido de la sensación de escuchar un sonido”, resume Campos.

Como muchas de las historias de los grandes talentos de la Argentina, el esfuerzo individual se contrapone con la respuesta oficial. El dedal aún no figura entre el listado de beneficios que las obras sociales le dan a sus afiliados. El reconocimiento, por el contrario, llegó desde México. Tras participar en 2009 en el Congreso de Neurociencias que se llevó a cabo en Colombia, Campos fue contactado por el Instituto de Neurociencias de Guadalajara, que lo nombró como profesor e investigador de dicho centro. Hoy, en el laboratorio de Neurofisiología Clínica se lleva adelante una investigación formal para tratar de entender cómo es posible que los pacientes “escuchen” a través de un estímulo en el dedo. 

Mientras tanto, quien ha desarrollado una larguísima cantidad de inventos para ayudar a las personas con discapacidad (además del dedal, Campos diseñó un motor mochila para convertir una silla de ruedas manual en eléctrica y una férula para que puedan escribir personas sin movimiento en los dedos, entre otros) hoy sigue recibiendo a pacientes para determinar qué tecnología adaptar para poder mejorarles la calidad de vida. No sería nada extraño que más pronto que tarde tengamos que hablar de una nueva creación.