Emilia Ferreiro, claves para la Educación que viene

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Teórica, psicopedagoga y alumna de Piaget, Ferreiro cursó sus estudios iniciales en la Universidad de Buenos Aires, y desarrolló en la Argentina buena parte de sus investigaciones sobre alfabetización de niños, jóvenes y adultos. Se doctoró en Suiza y actualmente vive en México.  Es un referente a nivel mundial en Educación. 

Los aportes de Emilia Ferreiro (Buenos Aires, 1936) en materia de alfabetización y enseñanza de la lectoescritura son considerados revolucionarios, y sirven como referencia para docentes e investigadores del mundo,  un privilegio que ostentan muy pocos.

Después de formarse en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se licenció en Psicología, estudió en la Universidad de Ginebra. Allí trabajó como investigadora y se desempeñó nada menos que como asistente y colaboradora del padre del Constructivismo, Jean Piaget. Fue gracias a su visión y sus cualidades como investigadora que, bajo la supervisión de Piaget, hizo el Doctorado en su especialidad. Un año después –en el 71- regresaría a Argentina para fundar y encabezar su propio grupo de investigación en materia de alfabetización.

A mediados de la década optó por alejarse de la UBA –en donde ejercía como docente- e iniciarse en la experimentación de métodos que sirvieran para alfabetizar a partir de un enfoque novedoso, que inauguró: los supuestos teóricos de la Psicogénesis del Sistema de Escritura de la niñez, antes y durante el proceso escolar-, le valdrían el respeto inmediato de sus colegas y lectores. El enfoque de la Psicogenesis de la lengua escrita -teoría que remite a Jean Piaget- pone la atención en los procesos lingüísticos y matemáticos por los cuales, los chicos se familiarizan y se acercan a la lengua escrita (bajo la certeza de que los niños no son una ‘tabla rasa’, sino que van incorporando información y desarrollando destrezas antes de adquirir o dominar la escritura).

La última dictadura militar argentina la condujo al exilio, y Suiza fue el destino elegido. Años después, recalaría en México. Es allí donde vive actualmente y trabaja como docente; es profesora titular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. A sus 78 años sigue investigando, promoviendo y liderando grupos de estudio; dicta conferencias y publica artículos en los que explica de qué modo aportar al proceso de alfabetización y adquisición de la lengua escrita, lo que en Latinoamérica implica, entre otras cosas, disminuir la brecha entre clases.

El rol de la escuela frente al cambio de paradigma

La escuela, como institución tradicional con cierto sesgo conservador, en visión de Ferreiro, tendrá que vencer su resistencia histórica para aggiornarse a los tiempos que corren, e incorporar las Nuevas Tecnologías de la Comunicación (TIC) como herramientas cotidianas útiles para la formación. Para la investigadora, las TIC son, actualmente, instancias insoslayables de cualquier sistema o método que pretenda comunicar y construir pensamiento crítico.

La institución escolar estaría atravesando,  en este sentido, un momento de transición: de la vieja lógica analógica, enciclopedista, verticalista, a otra en donde el intercambio de información es permanente, supera fronteras y diferencias entre los navegantes, democratiza las posibilidades de los usuarios. “La escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica”, ha escrito ella. “Desde sus orígenes, la enseñanza se planteó como la adquisición de una técnica, y eso es lo que debe modificarse”.

En relación a este punto -el anacronismo que la escuela tradicional mantiene respecto de este mundo digital- su opinión es implacable: “Desde finales del siglo XX estamos asistiendo a una revolución en la que la digitalización de la información es parte de la vida cotidiana y la escuela ni se ha dado cuenta. Entonces sigue preparando para leer un conjunto limitadísimo de textos, sigue haciendo una alfabetización para el pizarrón. Trabajar con la diversidad de textos y alfabetizar con confianza y sin temor a circular a través de los múltiples tipos de textos y de soportes textuales del mundo contemporáneo es indispensable”, afirma.

Se impone, en su visión, una toma de conciencia, cuando la escuela se vuelva más permeable a los cambios y abandone sus resistencias  históricas. “Es una institución conservadora por definición, y la primera reacción es de desconfianza. Pero los cambios son inevitables”, define. “Aún siguen instaladas viejas ideas que son parte de la lentitud del sistema para reaccionar.

Otra de sus ideas centrales es que no hay niños incapacitados de aprender, cuando hay docentes decididos a formarlos. “Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía. Habrá que repensar qué es educar, para qué se educa y cuáles son los recursos válidos y valiosos que el siglo XXI ofrece a alumnos y docentes”.
De origen argentino, Emilia Ferreiro sigue aportando su saber y quehacer a la educación de Latinoamérica y del mundo.

Formar jóvenes críticos y con manejo de las TICs

Entre las ideas que han retomado con más énfasis sus colegas y alumnos, se incluye la visión de las Nuevas Tecnologías de la Comunicación (TIC) como instancias necesarias para comunicar y alimentar el pensamiento crítico, en el mundo actual, y en un momento de transición en el que la escuela tradicional revela importantes resistencias a los cambios, ya vigentes.

Está claro que Internet y las redes sociales plantean nuevos desafíos, entre ellos impone repensar el concepto de alfabetización, en un mundo en el que buena parte del intercambio escrito se produce a través de pantallas, en la web.  Ferreiro sostiene que no corresponde hablar de educación digital o de alfabetización digital: “Hablo de alfabetización, a secas, la que corresponde a nuestro espacio y tiempo”, remarca.

Cuando, con las nuevas tecnologías de impresión y difusión de textos, los lectores se multiplicaron y los escritos se diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir: en la era digital, leer y escribir verbos que involucran a otros, “son construcciones sociales”, antes que prácticas individuales. Y así como, cuando apenas despuntaban las computadoras, convencida del poder del teclado en las tecnologías en desarrollo, inició una campaña de recuperación de viejas máquinas mecánicas de escribir para instalarlas en escuelas rurales de México, ahora lucha por el acceso de los niños a las TIC.

Está claro que el panorama cambió drásticamente; la paradoja reside en que la democratización de la lectura se ve a menudo acompañada de una incapacidad radical para formar de manera integral al ciudadano. “Saber escribir no es suficiente, necesitamos, a su vez,  lectores críticos, que duden de la veracidad de lo impreso en papel o desplegado en pantalla, texto o imagen, que tengan una visión global de los problemas sociales y políticos -¡cuánto más fácil ahora con Internet!-, sin encerrarse en localismos estrechos”, dice. “Lectores y productores de la lengua escrita inteligentes, alertas, críticos. Lo que siempre hemos buscado. Difícil tarea, antes y ahora. Internet ayuda, qué duda cabe”.

Ante la proliferación infinita de información y textos escritos,  Ferreiro piensa que el desafío presente y para las próximas décadas, pasa por formar chicos capaces de expresarse por escrito pero no de cualquier forma, sino de manera responsable, lúcida y convincente. Formar jóvenes que puedan discriminar y jerarquizar la información en esa marea inabarcable de datos, pero además formarse una opinión y comunicarla eficazmente. “Necesitamos  que no se comuniquen simplemente porque ‘hay que estar en comunicación permanente’, sino que tengan algo para comunicar; que el contenido del mensaje cuente al menos tanto como la forma. Porque las nuevas generaciones deberán ser particularmente creativas: tendrán a su cargo nada más y nada menos que la invención de un nuevo orden mundial donde la vida valga la pena de ser vivida”, ha dicho recientemente.

Premios y distinciones
Emilia Ferreiro fue reconocida por diversas universidades, entre las argentinas, la Universidad de Buenos Aires –recibió seis títulos Honoris causa-, las universidades nacionales de Córdoba y Rosario. En 1986 recibió el Premio Konex - Diploma al Mérito por su trayectoria en psicología, y en el 2001, la Orden Nacional de Mérito Educativo de parte del gobierno brasileño.