Gripe, todo lo que hay que saber

Actualidad

La gripe es una infección viral. El virus de la gripe afecta el sistema respiratorio y puede alcanzar distintos niveles de gravedad, incluso ocasionar la muerte en pacientes de alto riesgo. Por eso es importante evitar el contagio, y vacunarse. Se sabe, el mejor remedio es prevenir.

Los síntomas más habituales son fiebre, dolor de cuerpo, cansancio, tos, secreción o congestión nasal; y las estaciones en las que se hace presente la gripe son el otoño y el invierno, por eso se la llama influenza estacional.  La vacuna antigripal es el antídoto más poderoso para hacerle frente: no sólo porque previene el contagio sino porque además colabora con que la enfermedad no se propague en determinada comunidad, convirtiéndose en epidemia.

Es importante saber que las cepas que la vacuna cubre cada año varían cada 12 meses, porque también el virus muta: de esta forma, evita la inmunidad adquirida por el huésped. Eso significa que los virus, pueden sufrir cada año pequeños cambios genéticos, esa es la razón por la que la vacuna se actualiza cada año y los pacientes deben reforzar anualmente la dosis.
Cada año, la OMS (Organización Mundial de la Salud) predice cuáles serán las cepas del virus A y del B circulantes más comunes y extiende la recomendación de vacunarse. A partir de 1999, el hemisferio sur utiliza una fórmula propia, recomendada por la OMS a partir de la vigilancia centinela de Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Uruguay, Venezuela y Perú.

Las vacunas antigripales contienen tres cepas de virus de la gripe: dos del tipo A una del tipo B, que se actualizan, de acuerdo a la vigilancia mencionada, todos los años y suelen diferir entre el hemisferio norte y el sur. Estudios realizados en distintos países demuestran la efectividad de la relación costo-beneficio, al analizar índices de morbimortalidad, ausentismo, hospitalización, costos médicos y costos de medicación sintomática; lo que produce en forma directa también un ahorro sustancial en el gasto de la seguridad social.
La vacuna debe aplicarse lo antes posible a fin de proteger a la mayor cantidad de población; y es importante evitar tocarse la nariz, ojos o la boca luego de tocar otras superficies en lugares o transportes públicos (en esos casos conviene utilizar alcohol en gel para higienizarse), evitar las visitas y el contacto cercano con personas con síntomas de gripe y mantener los ambientes limpios y ventilados.

La mayor parte de las veces, los síntomas suelen aparecer a las 48 horas de efectuado el contagio y la mayoría de los afectados se recuperan en una o dos semanas sin necesidad de recibir tratamiento médico.  Sin embargo, si un paciente tiene dificultad para respirar o no puede retener los líquidos debido a las náuseas -señales de un problema que necesita atención inmediata-, puede requerir hospitalización. El vómito en exceso o sudoración por la fiebre pueden llevar a la deshidratación.
A diferencia del resfrío común, la gripe dura de una a dos semanas (se contagia desde un día antes hasta cinco a siete días después de la aparición de los síntomas). En los casos más graves, los síntomas pueden derivar en complicaciones como la neumonía, y la descompensación de enfermedades crónicas cardíacas o respiratorias.

Existen tres tipos de virus que producen la gripe (A, B y C) pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae. Los virus A y B pertenecen al género Influenzavirus y el C al géneroInfluenza C. Los virus B y C afectan principalmente al hombre (mientras que el virus A se ha aislado en poblaciones de patos, seres humanos, cerdos, caballos y mamíferos marinos).

 

Para prevenir, es importante:

• Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón.
• Al toser o estornudar, cubrirse la boca y nariz con un pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo.
• Tirar a la basura los pañuelos descartables inmediatamente después de usarlos.
• Ventilar los ambientes y permitir la entrada de sol en casas y otros ambientes cerrados.
• Mantener limpios picaportes y objetos de uso común.
• No compartir cubiertos ni vasos.

 

Grupos considerados de alto riesgo:

-Mayores de 65 años.
-Niños y adultos con enfermedades crónicas: pulmonares (incluye asma); cardíacas; metabólicas (incluye diabetes); renales; anemias crónicas; hemoglobinopatías; inmunosupresión (incluye VIH +).
-Niños y adolescentes (6 meses a 18 años) que reciben terapia prolongada con aspirina, ya que el riesgo de un síndrome de Reyé aumenta luego de la infección por virus Influenza.
-Personas que viven en instituciones cerradas, como geriátricos, colegios de internados, cuidado de enfermos crónicos, etc.
-Embarazadas en cualquier trimestre del embarazo o con enfermedades de base. Las gestantes son más vulnerables: el riesgo de hospitalización por complicaciones de gripe es 4 veces más alto que en las no embarazadas. Por otra parte, el recién nacido queda protegido durante los primeros meses de vida por la transferencia de anticuerpos maternos.
-Niños de riesgo entre los 6 meses y los 2 años: prematuros, peso menor a 1500g y especialmente con displasia bronco-pulmonar. Población con necesidades básicas insatisfechas (NBI): hacinamiento, desnutrición, etc.
-Infectados HIV.
-Viajeros hacia zonas epidémicas.