Humedales en la Argentina

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El alto valor de las reservas ecológicas promueve emprendimientos conservacionistas y especulaciones financieras de magnates internacionales. Un sistema clave para la conservación del planeta.

En el actual escenario ecológico, donde los recursos fundamentales son contados y el equilibrio entre ecosistemas vertebrales corre el riesgo de sufrir una desestabilización irreversible, los humedales juegan un papel decisivo para la conservación del planeta.
El término «humedales» abarca una gama de hábitats con presencia acuífera, permanente o intermitente. Su clasificación es diversa. Los hay naturales y artificiales; de tierra adentro, costeros o marinos. Los diferentes tipos comparten una condición primordial: el agua determina la estructura y funciones del ecosistema específico.

La Convención sobre los Humedales –también llamada Convención de Ramsar o, simplemente Ramsar, por haber nacido, en 1971, en la ciudad iraní del mismo nombre– los define como «las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de agua, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda los 6 metros».
Manglares, esteros y ciénagas son también humedales. Los arrecifes de coral y litorales lo son del tipo marino. De la variante ribereña son las tierras que frecuentemente se inundan por el desbordamiento de ríos, como los bosques anegados y llanuras. Los deltas y bancos fangosos pertenecen a los estuarios; en tanto que los glaciales volcánicos y lagunas son llamados lacustres. Pero también son considerados humedales los estanques para la acuicultura, y, en general, numerosas clases de depósitos de agua para riego o consumo.

España es uno de los países que lleva largo trecho trabajando sobre el tema. El Plan Andaluz sobre los Humedales, elaborado por la Junta de Andalucía, agrega a la definición de Ramsar conceptos que abarcan la significación ecológica de estos entornos. A saber, que «no siendo un río, ni un lago ni el medio marino, constituye, en el espacio y en el tiempo, una anomalía hídrica positiva respecto a un entorno más seco. La confluencia jerárquica de factores climáticos e hidromorfológicos hace que se generen condiciones recurrentes de inundación con aguas someras, permanentes, estacionales o erráticas y/o condiciones de saturación cerca o en la superficie del terreno por la presencia de aguas subterráneas, lo suficientemente importantes como para afectar a los procesos biogeofísicoquímicos del área en cuestión».

De tal forma, los humedales garantizan un impulso determinante para la biodiversidad. Su alto potencial de productividad biológica los hace capaces de albergar numerosas y diversas especies. Por añadidura, son el paradigma natural de la reconversión de acuíferos, y por ello se intenta reproducirlos artificialmente como tecnología de depuración de aguas residuales. Mitigan la eventualidad de inundaciones y el efecto devastador de la erosión. Regulan los procesos de concentración y diseminación de los sedimentos, renuevan los afluentes subterráneos de agua y en no pocas de sus manifestaciones proveen agua dulce, peces comestibles y materias primas como el carrizo o la madera. Evidentemente, la agricultura se torna óptima a su lado, por lo que numerosas culturas, a lo largo de la historia, se han asentado cerca de ellos, gozándolos, también, como opción de esparcimiento.

La Convención de Ramsar elaboró una lista de los humedales más importantes a escala internacional. La Argentina es uno de los países en los que más abundan. En nuestro país están localizados en 20 puntos, entre ellos, las lagunas y esteros del Iberá, en Corrientes; las lagunas de Guanacache, Desaguadero y Del Bebedero, en Mendoza; las lagunas Altoandinas y Puneñas, en Catamarca; el sitio llamado Jaaukanigás, al norte del Río Paraná, en Santa Fe –así designadas oficialmente por el Gobierno, en 2001, las ecorregiones del Delta e islas del Paraná–; los humedales del Chaco; la bahía de Samborombón, en la provincia de Buenos Aires; y el glaciar Vinciguerra y turberas asociadas, en Tierra del Fuego.
 

El valor de lo que no tiene precio

Traspasado el umbral del cambio climático, queda claro que cada acción a favor o en contra del medio ambiente tendrá una contundencia irreversible. Desafortunadamente, este punto límite no sólo inquieta conciencias sino también olfatos avezados en detectar lo que a corto plazo se consideraría un tesoro. En este sentido, los humedales representan un cheque en blanco para la nación o individuos que los posean y los puedan usufructuar, pues día a día su valor como laboratorios de potencial biológico aumenta aceleradamente.
Casi nada ni nadie podrían vivir en la sequía extrema. Los espacios verdes, de suelos fértiles, ecosistemas armónicos y con presencia de agua suficiente para beber y cultivar son y serán las dimensiones de existencia más preciadas. Esto lo sabe bien el multimillonario estadounidense Douglas Tomkins, quien se ha hecho de cientos de miles de hectáreas de tierra (la mayor parte de ellas, con grandes reservas de agua) en la Argentina y Chile. Esta compra de territorios no fue hecha en nombre propio sino en nombre de la empresa The Conservation Land Trust (TCLT), que se presenta como un organismo no gubernamental con fines ecologistas, y que Tomkins dirige junto con su esposa, Kris.

Cabe recordar que en la Argentina, la ganadería primero, y posteriormente el cultivo de la soja, aseguran grandes ganancias a quienes puedan invertir en la compra de tierras. Se trata de un modelo de negocios que es casi un atavismo. Fue un suceso mediático el que recientemente volvió a poner luz sobre los excesos del latifundio en el país: en 2007, el conductor de televisión Marcelo Tinelli fue acusado por un conjunto de familias mapuches de querer desalojarlas del territorio que él había adquirido en la provincia sureña de Chubut, sobre el cerro La Torta, con el fin de eliminar obstáculos para la realización de un mega emprendimiento turístico basado en los deportes de invierno.
Rápidamente, representantes legales de Tinelli amortiguaron la repercusión de la denuncia mapuche. Sin embargo, este caso destapó una seguidilla de referencias a empresarios que han adquirido miles de hectáreas de riqueza ambiental argentina, en detrimento de la calidad de vida de los pueblos originarios y con horizontes nada halagüeños para el sostenimiento de la soberanía nacional dentro de posiciones democráticas. El grupo italiano Benetton, particulares como Joseph Lewis, Ted Turner, George Soros y Amalita Lacroze de Fortabat; y familias como los Duhau, los Bullrich, Pueyrredón, Avellaneda, Balcarce, Larreta, Ballester, Gómez Álzaga y Anchorena; entre otras, se cuentan entre los propietarios de estas grandes extensiones de tierras.

Tomkins, ex propietario de la marcas de ropa deportiva Esprit y The North Face, encabeza, sólo detrás de los Benetton, la firma latifundista con la posesión de más de 200.000 hectáreas en los esteros del Iberá, y otro tanto en Santa Cruz. Es, asimismo, dueño de vastos territorios en la Patagonia chilena y planea extender su dominio en todo el ámbito sudamericano. Los detractores del magnate, coloquialmente llamado el amo del agua, entre los que se encuentran políticos, pensadores, activistas sociales y líderes de pueblos originarios, lo acusan de esgrimir la defensa del medio ambiente como una máscara tras de la cual ocultar lo que sería el negocio más jugoso en un mundo en el que el agua tiende a convertirse en un bien escaso.
El caso ejemplifica la tensión entre leyes nacionales de protección ambiental y derechos esgrimidos por dueños de tierras. Esto sucede en el marco de la creación de la Reserva Natural del Iberá en 1983, por la Ley provincial 3.771. La zona, un paraíso para el ecoturismo, convoca a miles de viajeros cada año. A modo de ejemplo: unos 25.000 turistas llegan al punto de referencia, que es Colonia Pellegrini.
 

Planicies y costas

La organización de Tomkins avanza en la actualidad promocionando la que denomina Ruta Escénica de los Esteros del Iberá. Allí se promete completar esta «propuesta ecoturística» que es, según TCLT, «impulsada por los 10 municipios de la cuenca del Iberá» y que contará con «un recorrido de 1.340 kilómetros por caminos llanos, sobre ondulaciones de tierra colorada, lomadas arenosas, planicies rocosas y costas de esteros, (que) nos acercará a 8 pueblos, 16 parajes y centros de interpretación desde donde iniciar las excursiones en lancha, canoa, a caballo o a pie por el área protegida más grande del país. Gracias a los portales de acceso e infraestructura existentes y propuestos, y a la cartelería en piedra mercedeña que se está construyendo a lo largo de la ruta, los turistas podrán recorrer la totalidad de la Reserva sabiendo que un centro de interpretación, una seccional de guardaparques y un buen camping los esperan al final de cada acceso». El diseño ya está planteado, con 11 ingresos a lo largo del recorrido que se conecta con las rutas 12, 22, 118, y donde se ofrecen actividades como «pesca con devolución y acceso a las nacientes del río».

Precisamente en las proximidades de la ruta 22, a la altura de la localidad de Concepción, por donde se puede ingresar a la Ruta Escénica de los Esteros del Iberá, en el llamado Portal Yahaveré, en 2005 se ha construido un terraplén diseñado para recorrer 22 kilómetros entre la cabecera de la Lomada de Cabecera Medina y la Laguna de Concepción, dentro de terrenos de la empresa Forestal Andina S.A. (actualmente, Haciendas San Eugenio S.A.), sin aprobación de ningún organismo oficial. El terraplén, sin puentes ni alcantarillas, amenaza con obstruir la distribución natural del agua y sustancias, con transformar la vida y la circulación de especies en la zona, con propiciar inundaciones y sequías y con inutilizar terrenos que los lugareños usan para su subsistencia. TCLT, que se declara ajeno y opositor al terraplén Yahaveré, declara: «Negándose a utilizar el terraplén construido ilegalmente por la empresa Haciendas San Eugenio S.A., dadas las múltiples sentencias judiciales que pesan sobre la obra, la comuna considera que la mejor opción es consolidar una traza que una Concepción con Yahaveré por las zonas menos inundadas para posibilitar el tránsito vehicular, pero para esto necesita del apoyo económico de la provincia». Recién en 2010 la justicia correntina ordenó las obras de demolición del terraplén –aunque siempre detenidas con diversas formas de amparos– que se ha vuelto un ejemplo más en la lista de decenas de irregularidades, como empresas arroceras que toman aguas de los esteros sin autorización, y canales de pesca ilegales que determinan un panorama en el que sobrevuela la palabra corrupción.
 

Límites y luces

En su libro La Patagonia vendida. Los nuevos dueños de la tierra, el periodista Gonzalo Sánchez analiza los casos contemporáneos que son paradigma del latifundio en la región. Allí también destaca la solvencia material de Tomkins, al tiempo de que duda de que su poderío monetario pueda provenir tan sólo de un pasado exitoso en la venta de ropa y artículos deportivos. Al tratar acerca de sus procesos de compra de tierras en Chile, asegura que «el hecho de ser un hombre con recursos económicos le permitía hacer frente a los obstáculos: cuando el gobierno subía el precio de un lote para evitar que el magnate lo comprara, Douglas duplicaba la oferta». ¿Una estrategia similar se aplicó en la Argentina?
Mientras tanto, otra pregunta flota sobre los espejos de agua de los humedales del país: ¿qué futuro le esperaría a la Argentina si sus principales recursos naturales quedaran en manos privadas?

Al frente de un país que tiene el 10% de su territorio en posesión de individuos o empresas foráneas, la presidenta Cristina Fernández envió recientemente al Parlamento un proyecto de ley en el que fija límites a la titularidad de extranjeros en territorio argentino y no les permite comprar más de 1.000 hectáreas en zonas productivas. La iniciativa presidencial traza un rumbo a seguir por los demás países sudamericanos, que en mayor o menor medida también experimentan el fenómeno de un creciente avance latifundista, al tiempo que señala la necesidad impostergable de realizar un censo de tierras que permita sentar las bases de una política dirigida a preservar la soberanía de la nación.

A la importancia de este lance presidencial hay que sumar el significativo comienzo de la tecnicatura universitaria en Teledetección y Ecoinformática articulada por la universidad Nacional de San Martín (UNSAM), desde 2010. El objetivo académico es capacitar profesionales en el uso de herramientas, para obtener y procesar información útil para el estudio y gestión de recursos naturales y del medio ambiente. Una de las directoras de la carrera, Patricia Kandus, ha afirmado que en la base de esta iniciativa hay una revolución tecnológica y conceptual que busca aportar soluciones de fondo en campos críticos para el futuro de la humanidad, como el desarrollo y gestión de nuevas energías y la explotación y manejo sustentable de recursos naturales, áreas en las que los humedales desempeñan un papel necesariamente protagónico.
 

Analía Melgar
Gustavo Emilio Rosales

 

Nota reproducida de Acción Digital Nº 1085