Juan Martín Maldacena, científico argentino

Actualidad

Su Teoría de las Cuerdas consagró de forma definitiva a este científico argentino. Es la llamada Teoría de las cuerdas, que une desde el punto de vista teórico los dos grandes pilares de la física que antes de sus desarrollos resultaban incompatibles: la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad de Einstein.

Podría pensarse a los físicos como un grupo selecto que se dedica a investigar y experimentar con asuntos que la mayoría de las personas no entiende. Salvo que se trate de una revolución, salvo que se cambie totalmente la forma de ver el mundo -Galileo y su descubrimiento del sol como centro del universo, Newton con su manzana y la teoría de la gravedad, Einstein y su concepto de la relatividad, etc-, entonces esos nombres trascienden más allá de la vida académica, más allá de la investigación, y demuestran que lo que hacen interesa en realidad a todos.


El científico argentino Juan Martín Maldacena, que ya ha obtenido un amplio y basto reconocimiento en el ámbito científico- es uno de esos profesionales de la ciencia que saltan a la popularidad entre la gente común: ya ha probado ser un gran científico dentro del ámbito de la física, y es también un orgullo nacional.
Maldacena nació en Buenos Aires en septiembre de 1968. Estudió su escuela secundaria en el Liceo Militar Gral. San Martín. En 1986  ingresó a la Universidad de Buenos Aires, donde permaneció durante dos años. Luego siguió formándose en el Instituto Balseiro de Bariloche, donde se licenció en física. En el año 1996 obtuvo un Doctorado en la Universidad de Princeton. Fue docente de la Universidad de Harvard desde 1999 hasta el 2001 convirtiéndose en el profesor vitalicio más joven de la historia de dicha institución, y en el año 1998 su nombre apareció en el diario The New York Times debido al impacto que causó su presentación en la conferencia anual de físicos. Allí fue que presentó la “conjetura Maldacena”, que se vincula con la teoría de las cuerdas, que es su campo de estudio. También la revista Time lo consideró uno de los líderes científicos del futuro.


Desde 2001 es profesor en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, nada menos que el mismo instituto donde trabajó Einstein, y entre otros reconocimientos fue nombrado miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias; mientras que en 2003 la Pontífica Academia de la Ciencia le otorgó la Medalla Pío XI y en 2012 en Moscú recibió el premio Pomeranchuk.

 

Fue uno de los nueve científicos que recibió –en 2013- el premio Yuri Milner a la física fundamental. Este premio que consta de tres millones de dólares se otorga a aquellas personas que se considera están haciendo historia en el ámbito de la ciencia. También obtuvo el premio Konex de Brillante como la figura más destacada de la década en las Ciencias y Tecnologías de la Argentina, premio que compartió con el biólogo molecular Alberto Kornblihtt. Recibió las becas Sloan, Packard y Mc Arthur y la medalla Dirac del International Center of Theoretical Physics.


La teoría que consagró de forma definitiva a este científico argentino es la llamada Teoría de las cuerdas, que une desde el punto de vista teórico los dos grandes pilares de la física que antes de sus desarrollos resultaban incompatibles: la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad de Einstein. La primera se basa en la interacción de partículas puntuales dentro del núcleo del átomo molecular. La segunda intenta explicar cómo funcionan las fuerzas que operan en el cosmos.
A partir de la Teoría de cuerdas, se plantea que las partículas no son puntuales sino pequeñas cuerdas. Sus investigaciones apuntan a abordar el espacio-tiempo cuántico y la teoría de las partículas. Si bien esta teoría no puede probarse a través de la experiencia, sí explica teóricamente el origen de todas las fuerzas del universo, facilitando el estudio de la estructura de la materia. Problemas que eran irresolubles con las teorías anteriores sí pueden explicarse a través de la Teoría de cuerdas, como por ejemplo la evolución de los agujeros negros. A esto se llamó también “la conjetura Maldacena”.


En el año 1998, el público de científicos que asistía a una conferencia mundial en California celebró esta noticia bailando y cantando una versión de la canción La Macarena a la que se le suplantó ese nombre por La Maldacena.  Divertido  festejo y homenaje para este físico argentino que trabaja diez horas por día sobre esta teoría que permitirá comprender mejor, nada menos, que parte central del funcionamiento y el desarrollo de la naturaleza.