La adopción y su laberinto

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Las reformas al Código Civil lograron avances para las personas, parejas o familias con deseos de adoptar, que ahora integran un Registro Único. Pero aún persisten los problemas y las esperas tanto para ellos como para las chicas y chicos que aguardan por una nueva familia. Las claves del proceso, cómo se transita por él y qué falta hacer para mejorarlo.

Según la base de datos de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, hay más de 5.300 legajos vigentes abiertos por parejas, familias y mujeres y hombres solos que desean adoptar. No se sabe, en cambio, el número de chicas y chicos que se encuentran en estado de adoptabilidad ni sus edades. El dato más cercano es el del informe Situación de Niñas, Niños y Adolescentes sin Cuidados Parentales, de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia y UNICEF, donde figura la cifra de 9.219 menores, de los cuales solo 760 estaban en condiciones de ser adoptados. El informe es de 2015.

Los cambios introducidos en el Código Civil, sin embargo, parecen haber logrado algunos avances en ese intrincado laberinto por el que históricamente transitó la adopción en la Argentina. “La experiencia —explican a Revista Cabal las licenciadas Leonor Wainer  y Silvana Bloch, de la asociación civil ANIDAR, que desde hace 26 años trabaja en las distintas etapas del proceso de adopción de niñas, niños y adolescentes— nos revela que la nueva normativa provista por el Código Civil y sus reglamentaciones, que persiguen el interés superior del niño, lentamente van comenzando a impactar sobre los procedimientos de los órganos administrativos. Desde nuestra institución no tenemos acceso a la información respecto del cumplimiento de los plazos máximos que indica la ley para la declaración del estado de adoptabilidad de las chicas y chicos. El plazo perentorio de 180 días que indica la ley para la resolución de la situación legal de un niño es un claro avance de que la intención de la normativa es poner coto al proceso de institucionalización, que en caso de prolongarse daña, lastima y posterga las necesidades de amor y cuidados cotidianas que tienen los menores. Ahora mismo se trabaja en el Congreso de la Nación sobre una nueva normativa que propone la construcción de un Registro de chicas y chicos en estado de adoptabilidad, con la intención de que el sistema judicial transparente los datos de quienes están viviendo en hogares convivenciales”.

Otro de los avances, señalan las especialistas, es la instalación del proceso de vinculación previo a la asignación de la guarda pre adoptiva, constituyendo un período previo a la convivencia en que los potenciales adoptados y sus futuros guardadores se conocen y comienzan a construir en forma gradual un lazo afectivo y de confianza, permitiendo a las partes ir reconociéndose mutuamente, construir roles y funciones parentales. Y respecto del colectivo constituido por pretensos adoptantes —ya sea una persona, parejas o familias—, el Registro Único ha normatizado la evaluación de idoneidad e inscripción y asignación de un número de registro. De esta manera, esta nómina constituye la base de consulta de todos los jueces que seleccionan la familia que se adecue mejor a las necesidades de cada niña o niño en situación de adoptabilidad. “El proceso adoptivo se lee en esta dirección, respondiendo al derecho de cada niño a vivir en el marco de su familia, recibiendo amor, nutrición, atención y cuidados”, dicen Wainer y Bloch, que desde ANIDAR brindan información sobre el proceso de adopción; organizan grupos de acompañamiento durante la espera y grupos de padres; dan acompañamiento durante la vinculación con los futuros hijos y acompañamiento individual durante el período de guarda; atienden consultas terapéuticas para adultos, niños y familias; celebran encuentros multifamiliares y capacitan a profesionales de todas las áreas incluidas en la temática de la adopción.

 

Asignaturas pendientes

Uno de los obstáculos que se presentan, tanto para adoptantes como para potenciales adoptados, es la preferencia generalizada de solo sumar bebés a la familia. Esto, por un lado impide que quienes tienen deseos de adoptar puedan concretarlo, y por otro, y más grave, deja a muchos chicas y chicos sin la posibilidad de tener un nuevo hogar. Cuentan las directivas de ANIDAR que en los inicios de la organización “la mayoría de los preadoptantes expresaba su preferencia por bebes recién nacidos o de muy pocos meses de edad, sanos. Con el correr de los años la realidad fue cambiando y nuestro trabajo también. Fuimos aprendiendo y transmitiendo que se puede tener un hijo que no sea bebé, se puede crear un vínculo de padres e hijos con niños de más edad, preadolescentes y adolescentes. Hay futuros padres de diferentes edades y en situaciones diversas y niños de diferentes edades que también necesitan una familia. Adoptar es crear un vínculo. Y los vínculos se crean y recrean a toda edad. Para poder hacerlo se requiere de apertura, aceptar las diferencias con el otro, tolerar las frustraciones, amor, trabajo y paciencia. No se puede convencer a nadie con ningún tipo de argumentos. Los futuros padres tienen que conocer la realidad de los niños que podrán adoptar, cada uno debe desear el hijo que llegará. En cualquier familia la llegada de un hijo deseado es fundamental. La adopción de niños más grandes, entre otras, pone en evidencia las limitaciones que cada uno de los adultos tiene, y esto no es fácil de aceptar. Siempre que el niño, preadolescente o adolescente desee una familia, el proceso con la nueva familia que integre será exitoso, no fácil. ¿Algún adolescente lo es?”.

Así, la premisa “primero los niños” no se termina de cumplir. ¿Qué pasa con quienes no son adoptados? ¿Y con los que no tienen una familia pero no están en estado de adoptabilidad? “Los niños que no son adoptados hasta la mayoría de edad —explican Wainer y Bloch— en la mayoría de los casos quedan librados a su suerte, con poca preparación para vivir independientemente cuando cumplen los 18 años. Si bien hay un programa dirigido a los adolescentes y orientado a prepararlos para una vida independiente, por el momento alcanza a muy pocos y no es del Estado, sino de una ONG. Otros pocos cuentan con algún referente como puede ser la familia que adoptó con anterioridad a un hermano o hermana menor. La gran mayoría se encuentran en una situación muy desventajosa en relación a sus pares que tienen familia. Es un gran problema a resolver fundamentalmente por parte del Estado, que no ejerce controles debidos en los hogares convivenciales ni se preocupa por esta situación”.

Del otro lado del mostrador, las personas, parejas o familias suelen presentar temores y dudas. Según las especialistas, durante la etapa de la evaluación de su idoneidad y la espera por la llegada de la hija o el hijo manifiestan sentimientos de indefensión derivados de la desinformación que rodea a los procedimientos y de la incertidumbre de futuro. El diálogo con el Estado, administrador del Registro Único de Pretensos Adoptantes, es escaso y se limita a algunas entrevistas y la visita al domicilio para la elaboración del informe socio ambiental. El repertorio de entrevistas es el tronco que constituye el proceso evaluativo que finaliza arrojando un resultado, que siendo positivo constituye su inclusión en el Registro. Una vez finalizada la inscripción comienza la espera, durante la cual el contacto con el Juzgado de la jurisdicción o con el RUAGA (Registro de Inscripción para los domiciliados en la ciudad de Buenos Aires) se discontinúa hasta la fecha de cada ratificación de la postulación, generalmente cada dos años. Dicha instancia está constituida por un acto administrativo que se realiza en el ámbito de la autoridad judicial donde los pretensos adoptantes ratifican o rectifican sus datos y/o el perfil de su postulación (ampliación de la edad de los niños, condiciones de salud, cantidad de hermanos, etc.).

Este proceso suele dilatarse y confirma aquello de que el que espera, desespera. “La extensión de un tiempo de incertidumbre se complementa con la percepción de ausencia de un trato personalizado con los pretensos adoptantes de parte de las autoridades judiciales que prosigue con la posterior espera. Nosotros ofrecemos grupos para preadoptantes, donde proponemos transitar la espera en forma activa y donde encuentran contención y se sienten fortalecidos para vivir esta etapa con tantas incógnitas. ¿Me llamarán? ¿De dónde? ¿Cuándo? ¿Por un niño o niña de qué características? ¿Será uno o serán hermanos? ¿Cuántos? En estos grupos detectamos diversas inquietudes, preocupación porque cuando llegue el momento no les informen de la totalidad de las necesidades de los chicos y sus historias de vida. Les preocupa también el sistema de selección de postulantes o, directamente, que nunca los llamen”. También cuentan que tienen miedo de las huellas del pasado, de las marcas que hayan dejado en ellos. También del significado que para sus hijos cobre la figura de la progenitora, especialmente esto se observa en las mujeres. Cuando también existe un padre biológico identificado, se observa el mismo temor en los hombres.

Otro tema difícil es cuando hay hermanos en condiciones de adoptabilidad. ¿Siempre es aconsejable que sean adoptados por una misma familia, pareja o persona, o depende de cada caso? “En las adopciones múltiples, si hay buen vínculo entre los hermanos se busca una familia que pueda adoptar a todos juntos. Esto depende también del número de hermanos. Cuando no es posible, la búsqueda se orienta a más de una familia, que residan en lugares cercanos, y se separará a los hermanos de acuerdo a su edad, su relación, su deseo. Siempre se plantea a las familias que deberán mantener el vínculo con sus hermanos una vez que estén integrados a su familia adoptiva”.

Adopción

Y últimamente apareció la que podría significar una potencial competencia para la adopción: la subrogación de vientres. Sin embargo, explican las especialistas, la gestación subrogada no se encuentra legislada en nuestro país, realizándose en el exterior. Se trata de decisiones personalísimas, donde el factor económico también influye, pudiendo guardar relativa relación con el caso argentino, caracterizado generalmente por la larga espera que persiste para adoptar.

 

 

“La construcción de mejores medidas en el campo de la niñez —concluyen— es un tema de agenda pública, no obstante la adopción de niñas, niños y adolescentes, así como las mejoras para con los menores institucionalizados, no suele ser un tema que se mantenga constante y esta omisión nos interpela como sociedad. Es necesario generar mejores prácticas en la atención particular de cada chico, en el momento cero de ser separado de su familia. Ellos necesitan que el Estado despliegue acciones para atender sus necesidades emocionales y/o físicas y las consecuencias presentes y futuras de los aberrantes hechos de los que fueron víctimas. Continuamente vemos situaciones penosas en los chicos que salen de los Hogares en condiciones terribles de desatención y abandono. Pero la realidad es que no contamos con una campaña que proponga y/o sostenga este campo de interacción social mediada por el Estado”.