La historia de Ignacio Montoya Carlotto

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La búsqueda que emprendió Estela Carlotto del hijo de su hija Laura, desaparecida durante la última dictadura, se extendió por más de tres décadas y resultó ejemplar e inspiradora para otros. El hallazgo de Ignacio -el nieto restituido 114- significó el final feliz de una tragedia histórica que todavía pesa a los argentinos. Ignacio Montoya Carlotto aporta su propio testimonio a Revista Cabal, en esta nota que repasa los momentos más trascendentes de su historia.

Hay ciertas situaciones en las que resulta muy complejo ponerse en el lugar del otro y reconocer lo que alguien pudo haber experimentado. Sin dudas, una de esas situaciones es la que vivió Ignacio Montoya Carlotto el 5 de agosto de 2014, cuando aún no llevaba ese nombre, y recibió en su casa el llamado de Claudia Carlotto.  Pronto, Ignacio descubriría que quién lo había llamado era su tía biológica y que es nieto de la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
    El llamado tuvo que hacerse saltando todo protocolo: la noticia se había filtrado y hubo que llamar de urgencia para que su protagonista pudiera enterarse por boca de la titular de la CONADI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) y no por los medios de comunicación.

  Quizás podría decirse que entonces chocaron los planetas y el mundo se volvió otro. Lo cierto es que más que choque lo que hubo fue encuentro. El cruce de dos historias que, gracias a la personalidad de Ignacio, pudieron encontrar un camino común.
Es notable la templanza con la que su protagonista pudo hacerse cargo de una noticia que conmocionó a cientos de miles de personas, en el país y en el mundo, y que vivían la búsqueda de su abuela con el fin de la restitución como algo que definitivamente trascendía los límites de la familia. La búsqueda de Guido, el nombre que le había puesto su madre, se había transformado en la lucha y la esperanza de muchos, que vieron en este encuentro una reparación histórica compartida.

  Ignacio es músico y creció en Olavarría, allí desarrolló su carrera artística. Trabaja como pianista y profesor en el Conservatorio, además dirige la Escuela Municipal de Música Hermanos Rossi de la ciudad.
  Cuando todavía era un pequeño adolescente comenzó a estudiar piano en Olavarría. Su vocación se despertó a partir de ver en vivo a la banda de los hermanos Martel. Con uno de los pianistas de esa banda comenzó a dar sus primeros pasos frente al piano. Luego, a los 18, se fue a vivir a Quilmes con un amigo y estudió en el Instituto Municipal de Música de Avellaneda. Estudió piano con Leandro Chiappe, Alberto Merolla, Evelina Aitala de Pacín, Hernán Rios, Emmanuel Ochoa y Ernesto Jodos, armonía y composición con Juan “Pollo” Raffo. Al volver a Olavarría, continuó estudiando en el conservatorio Ernesto Mogávero, donde ejerce como docente. Lleva adelante, además, varios proyectos en simultáneo: un septeto, desde 2008; un dúo de tango, junto a Daniel Rodríguez,  un trío de Jazz el Jazz Organ trío y también toca música orquestal.

  Es difícil imaginar el impacto en la vida cotidiana de alguien que vive en una ciudad de provincia y que de golpe, en un instante, se convierte en una figura pública.
  Frente a la pregunta de cómo influyó en su carrera artística la restitución de su identidad, Ignacio contó a Revista Cabal: “Una de las grandes trabas a las que se enfrenta todo artista sobre todo en el ambiente de la música es llegar a mostrar su trabajo a mucha gente para que así, quienes vibren con esa manera de mostrar las ideas musicales que tenga cada artista, se encuentren como su potencial público. Luego de los hechos de agosto del año pasado, muchos se acercaron a mi música, y si bien quizás a muchos no les reverberaron las canciones, sé que a tantos otros sí. Ante esta situación pienso en lo mucho que nos falta para que todos los artistas tengan al menos la oportunidad de mostrar su arte y ponerlo a consideración de quienes quieran aceptarlo.”

  Ignacio Montoya Carlotto es hijo de dos militantes montoneros, Laura Carlotto y Walmir Oscar Puño Montoya. La historia de su madre es la que más se ha difundido por el hecho de tratarse de la hija de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y quién ha presidido la organización durante todos estos años.
   En este tiempo se ha encontrado también con su familia paterna. En Caleta Olivia vive su abuela, Hortensia Ardura y su tío Jorge. Las fotos de Puño Montoya son un notable reflejo de Ignacio, al punto de reconocerse la paternidad en ese parecido físico. Al encontrarse con su historia, Ignacio pudo saber que su padre era baterista y su abuelo paterno había tocado el saxo. Incluso su abuelo materno era melómano y amante del jazz. Herencias que, aún desconocidas, habían dejado su huella.
  El encuentro con ambas familias ha podido darse de manera paulatina y tranquila: en una entrevista para la Televisión Pública Ignacio dijo que el apuro era aparecer. Ahora, que eso ha ocurrido, el resto se produce respetando los tiempos. En esa misma entrevista, reconoce la existencia de ruidos internos que lo habían acompañado antes de saber su historia completa. Esos ruidos que él ha logrado transformar en música.

  “La música misma ha sido para mí una escuela de vida, dado que como una herramienta verdadera en la vida del músico se transforma en mucho más que simplemente una manera de llevar el sustento a su casa, se transforma en una forma de ver el mundo; esta forma de ver el mundo ha sido entre otras cosa lo que me ha dado el basamento necesario como para poder atravesar esta situación de una forma digna, tranquila y por momentos divertida” cuenta Ignacio a esta revista.
  Ignacio editó discos y colaboró con distintos artistas en varios lugares del país. Entre su obra se encuentra Musa Rea del 2009 -que contiene en su mayor parte de composiciones propias y que cuenta con invitados como Liliana Herrero-, Mujeres argentinas x hombres argentinos en 2012, donde versiona la obra de Ariel Ramírez y Félix Luna. A su vez compuso y dirigió distintas obras y espectáculos musicales
  Tuvo la oportunidad de compartir escenarios con grandes músicos. Dice Ignacio “He tenido la suerte de que muchos de los artistas admirados por mí se transformaran en mis amigos luego de algunos conciertos juntos, entre ellos se encuentran amigos como: Carlos"Negro Aguirre, Liliana Herrero, Juan Quintero, Ernesto Jodos, Juan Raffo y algunos otros más. En estos últimos meses he tenido además la posibilidad de ampliar esa lista con artistas como; León Gieco, Palo Pandolfo, Raúl Porcheto, Machi Rufino, Lito Vitale entre otros también, lo que supone para mí un regalo extra que me ha dado la vida.”

  Para el futuro, Ignacio espera continuar con sus proyectos musicales y  “que en los años que vienen pueda llevar adelante estos proyectos, sostenerlos y hacerlos crecer, cosa que es compleja en estos días pero que por suerte vengo realizando desde hace tiempo.”
  Él ha dicho que la actividad musical es también política, desde esta concepción sostiene un compromiso social.  Participó del programa Patios abiertos, donde se incluye la música en contextos de riesgo, y también del programa Cultura por penales que depende del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, destinado al penal de Sierra Chica, para dar clases de música intra-muro a los internos. Participó también en el ciclo Música por la Identidad.
La vida de Ignacio Montoya Carlotto se trata también de la continuidad de una historia de profundo amor por la música, que se resignificó a partir de agosto de 2014.