Los que trabajan en las fiestas

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Médicos y enfermeras, taxistas y colectiveros, empleados hoteleros, gastronómicos, pilotos y azafatas, policías, farmacéuticos. Mientras los demás festejan con los suyos, son muchos los que trabajan. Las celebraciones de fin de año, vistas por los auténticos ‘laburantes de las fiestas’.

Mientras en las casas y departamentos, la tarde del 24 y del 31, se cocinan los platos que en las noches de fiesta colmarán las mesas familiares y la mayoría de los argentinos se preparan para compartir con los suyos, otros calzan sus uniformes de trabajo y se disponen a cumplir con sus obligaciones laborales, como cualquier otro día: deben encarar las celebraciones de fin de año cumpliendo con sus rutinas habituales. Algunos, incluso redoblan sus esfuerzos: saben por experiencia que las noches de fiesta les insumirán más energía y dedicación que otras fechas.


Como los dos años anteriores, Mario Bengolini (38) se dispone a pasar la noche buena del 2013 en la garita de seguridad desde la que custodia un grupo de casonas del barrio de Belgrano. “Creí que extrañaría mucho a la familia, pero es soportable”, dice, consultado por Revista Cabal. “Los vecinos son muy solidarios y a cada rato salen a la calle a conversar o acercarme algo rico para comer y tomar, termina siendo un festejo divertido. Cuando salen con la pirotecnia también los ayudo a lanzar bengalas o cuidar a los chiquitos de los petardos”, relata entusiasmado.
Como él, operarios y empleados cumplen con su trabajo e intentan rescatar el lado positivo del asunto, más allá del área en el que se desempeñen. Los conductores de ambulancia, las personas que trabajan en estaciones de servicio, bares y restaurantes, periodistas de guardia, empleados de empresas de aviación y de transporte público: son muchos los que deben renunciar a celebrar con la familia para ponerse a disposición del prójimo. Los médicos, enfermeras y personal hospitalario reciben parturientas, enfermos y accidentados en las noches de festejo, y deben estar disponibles para intervenir y responder de manera adecuada. Del mismo modo, para los bomberos Navidad y Año Nuevo son fechas en que se trabaja activamente.


“Son fechas muy especiales pero a mí no me molesta para nada trabajar en las Fiestas”, admite Camilo Escobar (28), colombiano y mozo de un coqueto bar porteño. Camilo, que domina el arte de servir con alegría, ha llegado a Buenos Aires hace unos meses a trabajar y planea quedarse por lo menos dos años. “Para mí lo más importante es que haya trabajo porque de esta manera puedo estar bien y ayudar a mi familia. El lado positivo de este asunto es que las ventas se incrementan y a su vez eso se ve reflejado en algo bueno para nosotros, que es el aumento de propinas”.


“Yo tengo hijos así que el 24 lo trabajo igual, aunque extraño a mis chicos, porque pagan el doble y la gente deja unas propinas impresionantes”, cuenta  a su vez Federico López (32), camarero de un bar y de una trattoría porteña, que pasará las noches de fiesta en el restaurante. “En las últimas fiestas hice el equivalente a un aguinaldo en dos días y eso sirve muchísimo. El 31 no me molesta para nada trabajar y además me gusta lo que hago, creo que esa es la clase”, arriesga. Leonardo Oyuela (49), taxista, relata, por su parte: “La verdad es que preferiría estar en casa, pero en estas noches se trabaja mucho, y toda ayuda sirve. Creo que también es una forma de apoyar a la familia, porque se cubren gastos gracias a estos viajes que muchas veces son largos, son días en que no falta trabajo”.


Los días 25 de diciembre y 1 de enero de cada año son feriados irrenunciables para todos los dependientes del comercio, pero se exceptúan aquellos dependientes que se desempeñan en clubes, restaurantes, establecimientos de entretenimiento (cines, espectáculos en vivo, discotecas, pubs etc.), y quienes tienen a cargo el expendio de combustible y los medicamentos de farmacias de turno.
Las estadísticas demuestran que en las ciudades modernas, año a año crece el número de personas que trabajan durante las fiestas, una tendencia que obedece a una sencilla razón: es también creciente la oferta de servicios a disposición de los ciudadanos. En el Reino Unido, por ejemplo, el número de personas que trabajaron el 25 de diciembre aumentó un 78% entre 2004 y 2010, lo que prueba que se trata de una tendencia global, que se incrementó en forma notable durante la última década.


Con el auge de trabajo a distancia, también es mayor  el número de personas en casa, pero "de guardia" durante el período de Navidad y año Nuevo: son los trabajadores “encubiertos” de las Fiestas. Se calcula que un tercio de las personas de entre 25 y 39 años con acceso a computadoras hogareñas realiza o adelanta trabajo desde su casa durante los feriados de fin de año.

“Trabajo desde la compu como cualquier otro día” asume Pablo (43), periodista. “Tengo la ventaja de que laburo desde el depto. Escribo alguna nota que mando por email o adelanto material para los días posteriores, corto poco antes de la hora de la cena y al otro día arranco nuevamente”.


Los médicos de turno y las enfermeras son algunos de los profesionales que en las noches de fin de año se ven más exigidos: el alcohol, el tráfico en avenidas y rutas en las horas previas a la medianoche, y la pirotecnia son factores que parecen conjugarse para que entren más casos de heridos, sobre todo después de la hora del brindis. “Suelen venir muchos quemados, grandes y chicos, gente con lastimaduras en los ojos por la pirotecnia, pero también personas con problemas de todo tipo, descomposturas, bajas y altas de presión y hasta crisis nerviosas que a veces generan las reuniones familiares”, cuenta Vera (34), una joven médica que atiende en la guardia de un hospital del barrio de Palermo. A ella no le pesa cubrir el turno del 24 a la noche, ya lo hizo las pasadas fiestas y está dispuesta a repetir la experiencia: “Si somos médicos tenemos que estar dispuestos a trabajar cuando haga falta, porque nuestra vocación es ayudar, para los que no tenemos hijos es más fácil que para otros que quieren estar en sus casas, y lo pasaremos entre amigos en el hospital”.


Los bomberos también se preparan para encarar unas noches movidas: puede ocurrir que las emergencias se incrementen por las celebraciones, por el alcohol y por la cantidad de gente que circula en las calles y dentro de ascensores y edificios. El compañerismo entre ellos está siempre presente, y las noches de fiesta más todavía.
Lucía Taboada, autora del blog Diario de una ex azafata, relata, en su bitácora: “La verdad es que si te dan libre el 24 y el 25 festejás.  Si no es así, perdés un par de días llorando porque no cenarás con la familia, otros dos intentando cambiárselos a alguien. Y cuando ya asumís que no hay manera humana de volver a casa, organizás una cena en tu piso el 23 para todos aquellos compañeros que se quedan en tierra.  Buah.”


El trabajo de todos ellos muchas veces no es reconocido por quienes descansan en las fiestas, pero, al parecer, alguien tiene que hacerlo y con más o menos humor se las arreglan para encarar sus obligaciones. Todo para que la ciudad siga funcionando, aunque los demás no se detengan a pensar en eso.